A partir de octubre, los mapas oficiales de la autoridad sanitaria mundial, OIE, incluyen a Colombia “en rojo” bajo la convención de “Suspensión del estatus libre de fiebre aftosa”.
Esa es la cruda realidad. Hasta la ocurrencia de los focos de 2017, se logró preservar el estatus de libre con vacunación por fuera de una “zona de contención”, pero la reciente aparición de dos focos en cerdos en el Cesar, dejó en evidencia la circulación del virus por fuerza de dicha zona y motivó la decisión de la OIE. En otras palabras, volvimos a ser un país endémico hasta que no logremos probar lo contrario.
La frustración es innegable, después de 15 años de esfuerzos hasta obtener el estatus de libre con vacunación en 2009, y de nueve años de preservarlo, aunque no hayamos logrado colocar un solo kilo de carne en los mercados con TLC suscritos –otra frustración–, y después de invertir recursos del orden del billón de pesos en vacunación.
Los ganaderos, sin embargo, hemos vivido más duras realidades por la violencia y la estigmatización; y siempre la dificultad ha acicateado nuestro espíritu de reto y superación, como aferrados a la sentencia de Nietzche: “Lo que no me destruye me hace más fuerte”.
Lo sucedido es gravísimo, pero tampoco es el fin del mundo sanitario. No se trata de un estatus perdido, sino apenas “suspendido”. Nos queda ahora la carga de la prueba para demostrar el nivel de protección del hato después de 24 años de vacunación ininterrumpida; nos queda el reto de la recuperación.
Por ello, no hay tiempo que perder en lamentaciones. Que cada quien asuma sus responsabilidades, que los ganaderos asumiremos las nuestras.
- Es necesario rehacer la alianza estratégica entre el sector público y el privado; entre la autoridad sanitaria y FEDEGÁN; alianza que demostró su eficacia en el logro los resultados
- Es necesario rehacer, fortalecido, el equipo técnico del Fondo Nacional del Ganado que operó el Programa de Erradicación durante 22 años, que logró el estatus de país libre en 2009 y que logró preservarlo hasta 2016.
- Es urgente reconstruir la cultura sanitaria. El lema de “Colombia sin Aftosa, un Propósito Nacional”, que sembramos en la década de los noventa, hoy tiene plena vigencia, convertido en compromiso de información y denuncia ante el ICA. Los ganaderos debemos ser los primeros centinelas sanitarios frente a cualquier síntoma de la enfermedad.
- Es urgente restaurar la cooperación con las autoridades de policía, pero no basta con exigir. El contrabando está en su apogeo con sorprendente desfachatez. Por ello hay que denunciar al contrabandista y a quien se convierta en cómplice a este lado de la frontera.