Los auxiliares de vuelo adoptamos costumbres que nos delatan como tales: por ejemplo, es común vernos almorzar o comer de pie en 10 minutos flat, esto incluye postre y sobremesa y aunque estemos invitados en casa ajena, somos los primeros en levantarnos de la mesa a ayudar a traer más vino, recoger los platos o servir el postre.
Miren en la billetera de un azafato; cargamos pesos, dólares, reales y cualquier otro tipo de billete. En cada viaje nos queda un remanente de moneda extranjera y siempre está allí guardada, no estoy seguro si por precaución o por pereza de sacarlos al final de cada vuelo para tener que volverlos a meter en el siguiente.
Si uno mira en la maleta de un tripulante, se va a encontrar con algunas sorpresas, somos las únicas personas que viajamos desde Bogotá a Miami para comprar dentífrico, jabón para la ropa y bolsas de arena para que los gaticos hagan sus necesidades. Traemos pavos crudos de USA y en más de una ocasión me sonrojé cuando agentes de la aduana le sacaban de la maleta a una de mis compañeras: consoladores de diversos tamaños, cremas eróticas, calzones comestibles y bolitas y aparatos que aun no me explico para que sirven. Es que en USA se consiguen cosas muy baratas y cada quien se cuadra el mes como mejor puede.
Un azafato siempre lleva en su equipaje un vestido de baño, aunque el viaje sea a Alaska en pleno invierno. Nosotros siempre estamos seguros de qué ciudad partimos pero nunca a qué ciudad llegamos. El chingue es un “no go object” y en una que otra ocasión me ha tocado ver a compañeros que no lo llevan, andar de pipi al aire, o mejor, de pipí buceando por la piscina. Por lo general han sido mis amigos “delicados”, y aunque no es que les cueste mucho la empelotada, la verdad es que prefieren lucir sus vestidos de baño de colores tropicales que les forra la nalgamenta y los hace ver divinos, bueno eso me han dicho, yo tan macho ni los miro.
Poco tímidos y más bien extrovertidos, los tripulantes sostenemos conversaciones a todo pulmón en los galleys, sin tener en cuenta que los pasajeros nos escuchan, ¿que más van a hacer en un vuelo de 5 horas? Son conversaciones que para el normal de las personas son…antipáticas.
-¿Que va a hacer el fin de semana?
-Nada especial, creo que voy a New York a visitar a mi novia gringa. Me da un poco de pereza, no salimos, no hacemos nada, solo dar vueltas por Central Park.
La facilidad y familiaridad con los viajes nos hace aparecer engreídos, pretensiosos.
- ¿Vas a hacer algo en vacaciones?
-Lo de siempre. Voy a casa de Tobías en Italia. Es que estoy en plan de ahorros.
No es por odiosos, es que en realidad es más barato ir a casa de Tobías a pasar los días libres que quedarnos en Bogotá a pagar cine en salas de tercera a precio de lujo y restaurante paisa pa´ bolsillo millonario. En serio, hagan cuentas y verán que sin pagar tiquete ni hotel, sale más caro quedarnos en estas pu…chas… calles Bogotanas llenas de huecos, que andar por calles napolitanas y comer pasta a la putanesca con vino.
Ser azafato no es solo un trabajo, a la larga se vuelve un estilo de vida. Trabajamos como proletarios aunque algunos días se siente que como esclavos, vivimos como clase media acomodada y en nuestro tiempo libre disfrutamos a nivel del jet-set.
Pero me van a disculpar, tengo que terminar rápido este artículo, voy a acompañar a mi compañera Matildita a comprar unos cucos en Victoria´s Secret, es que el marido la invitó a pasar unos días en Santo Domingo, el paga las compras y los gastos, ella pone el tiquete y…bueno, se van a disfrutar.
Azafato nadando empeloto
Mar, 01/03/2011 - 23:59
Los auxiliares de vuelo adoptamos costumbres que nos delatan como tales: por ejemplo, es común vernos almorzar o comer de pie en 10 minutos flat, esto incluye postre y sobremesa y aunque e