Caracol Radio: pasado, presente y un futuro incierto

Mar, 11/12/2012 - 01:03
Que si el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo se queda con Caracol, parece ser lo más probable. Pero no se descarta que un taiwanés ofrezca más y se convierta en el dueño de la que sigue siend
Que si el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo se queda con Caracol, parece ser lo más probable. Pero no se descarta que un taiwanés ofrezca más y se convierta en el dueño de la que sigue siendo “la primera radial colombiana”. La empresa está en venta al mejor postor internacional por decisión de Prisa, el dueño español, obligado a paliar el derrumbe económico que vive en su casa matriz. Los españoles se tomaron a Caracol a través de un negocio sorprendente: compraron el 19% de las acciones y tres años después desalojaron al Grupo Santo Domingo, por el mismo dinero. A propósito del libro “Historias de Hernán Peláez”, que circula hoy en el país, me di a la tarea de investigar las viceversas económicas del gigante radial. Alejandro Santo Domingo (35 años) líder hoy del “imperio familiar” que heredó de su padre –don Julio Mario Santo Domingo- admite que intentó re-comprar Caracol, pero a Prisa le queda difícil vender ese activo sin deshacerse de los demás, incluyendo las emisoras de España (entrevista con Ricardo Ávila, de Portafolio). “Nosotros no perdimos Caracol….la dejamos ir”, interpreta un Alto Directivo del denominado grupo Santo Domingo. En un negocio mal planteado desde sus inicios, el conglomerado se vio obligado a ceder la empresa reservando el músculo económico para salvar o fortalecer otros objetivos. La suerte quedó echada desde el mismo momento en que Valores Bavaria le cedió a Prisa el 19% de sus acciones (octubre 1999), apremiada por la fuerte crisis que vivía el país, en el gobierno de Andrés Pastrana Arango, sumada a otros males de orden público y anarquía institucional. Las negociaciones habían empezado con un protocolo de intenciones el 4 de julio, firmado en Madrid por Carlos Quintero, a nombre de Bavaria, y Juan Luis Cebrián, consejero delegado del grupo Prisa. El acuerdo contemplaba la creación de un holding, con sede en Miami y participación al 50% de cada una de las sociedades, incluyendo emisoras en Chile, una en Miami, otra en Nueva York, una emisora de música latina en Francia, 72 emisoras afiliadas en Estados Unidos y participaciones en cadenas de radio en Portugal y Panamá. El futuro no podía ser más promisorio. Prisa era el primer grupo de comunicaciones en España, incluyendo El País de Madrid, las emisoras Unión Radio y la televisión privada Canal Plus, con casi dos millones de abonados. También revistas y editoriales, entre otras Santillana. Con la adquisición de un 19% de la compañía no era probable que Prisa se quedara finalmente con Caracol a la vuelta de tres años. La fatalidad la marcó una pequeña cláusula (llamada “de salida” o “ajuste de precio”) que obligaba la revisión posterior (en 36 meses) del valor general de la empresa, que en ese momento Caracol estimaba en 141 millones de dólares. La figura no es nueva para los expertos. En el mundo de los negocios se conoce con la sigla EBITDA, un indicador financiero representado mediante un acrónimo que significa en inglés “Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization", (Beneficio antes de Intereses, Impuestos, Depreciaciones y Amortizaciones). El EBITDA se calcula a partir del resultado final de explotación de una empresa, sin incorporar los gastos por intereses o impuestos, ni las disminuciones de valor por depreciaciones o amortizaciones, para mostrar así lo que es el resultado puro de la empresa. Fuentes cercanas al Grupo Santo Domingo dicen que “la cáscara” fue aceptada por Andrés Obregón (sobrino de Don Julio Mario), quien estrenaba cargo de Presidente de Bavaria, tras el retiro de Augusto López Valencia, no en los mejores términos. Al “emperador” López lo señalan de pretender comprar el país (más de cien empresas), mientras otros analistas –a su favor– dicen que contribuyó decididamente, con sus luces y empuje, a construir el emporio económico más poderoso de Colombia. Como Augusto López ya no estaba en Bavaria, la responsabilidad plena del gigante error se la atribuyen a Obregón, a quien adjudican también torpezas y ligerezas, que –además- arruinaron la relación familiar. No se acababa de secar la tinta con que se firmó el contrato (resumió la revista Semana) cuando colapsó la economía colombiana. No sólo se produjo el primer año de crecimiento negativo en un siglo, sino una profunda recesión de la cual el país no sale todavía. Esto llevó a que Caracol Radio pasara de producir 13 millones de dólares de utilidades en 1998 a 14 millones de dólares de pérdidas en 2001, fecha en la que se tenía que llevar a cabo el ajuste. Como si esto fuera poco, la deuda de la cadena ascendía en ese momento a 23 millones de dólares. Ante este nuevo panorama, si se aplicaba la fórmula matemática del contrato, el valor de la empresa pasaba de 141 millones de dólares a 41 millones. Además de esto existía una cláusula que les permitía a los españoles –si los resultados eran tan malos– retirarse del negocio y que les devolvieran la totalidad de su dinero. Santo Domingo se encontraba entonces ante la disyuntiva de tener que reembolsarle al Grupo Prisa una cifra de muchos millones de dólares y perder su socio internacional, o proponerles alguna fórmula que los convenciera de mantener su inversión en Colombia y seguir juntos. Después de un año de difíciles negociaciones se llegó a un acuerdo por el cual el Grupo Bavaria reembolsaba a Prisa, no en efectivo, sino cediéndole la mayoría de sus acciones y el control de la cadena. En noticia fechada en junio de 2004, la misma cadena Caracol, confirmó la calamidad sufrida por Bavaria: “El grupo Prisa adquirió la totalidad del Grupo Latino de Radio, tras comprar por 20 millones de dólares a la firma Valores Bavaria su participación del 13,24% en el capital social de la compañía”, informó Prisa en un comunicado de prensa. El Grupo Latino de Radio (GLR) agrupa la participación en las operaciones de radio del Grupo Prisa en Costa Rica, Colombia, Chile, Estados Unidos, Francia, México y Panamá. La compraventa se realizó tras el pago de la deuda pendiente de Valores Bavaria con Prisa, por el mismo precio de 20 millones de dólares, a consecuencia del contrato de reajuste de precio de la inversión de Prisa en Caracol Radio. Obregón declaró que la negociación no había sido desventajosa, en momentos en que se miraba con optimismo el futuro de la empresa. Sin embargo, Caracol pasó de tener utilidades operacionales, en 1988, de $15.087 a $2.800 en 1999, y pérdidas de $11.005 cuatro años después. Caracol, considerada –“la primera Cadena Radial Colombiana”– nació en 1948, en Medellín, el mismo año del surgimiento mundial de la televisión, consigna el registro oficial. Gustavo Pérez Ángel y Nelson Castellanos, autores de “la historia de Caracol en sus primeros 50 años” (1998), relatan que para 1977 la empresa ya integraba el mayor número de emisoras: 82 en todo el país y sus acciones estaban distribuidas de la siguiente manera: un 20% pertenecía a los hermanos Fernando y Mario Londoño de la Constructora Ospina y Cia; el 18% era de los herederos de Humberto Restrepo, propietario de La Voz de Antioquia; el 13% estaba a cargo de Alfonso López Michelsen y familia; otro 13% pertenecía a Carlos Sanz de Santamaría y el restante 8% a la familia Navas Santamaría. En manos de estos personajes, Caracol fue una empresa “familiar”. Sus dueños, incluyendo al expresidente López, tenían comunicación con directivos, periodistas y a menudo con personal administrativo, técnicos  y operadores de las emisoras. El éxito radial no siempre fue de la mano de los resultados económicos. El crecimiento de la empresa, la compra de nuevas estaciones, la modernización de equipos y la competencia, trajeron altibajos en las finanzas y presiones laborales. Quizá la mas grande, crucial y definitiva fue la ocurrida el 6 de marzo de 1986, cuando el sindicato de Caracol entró en huelga y ordenó apagar la emisora principal, “Nuevo Mundo”, que originaba –entre otros programas– 6 AM 9 AM, bajo la dirección de Yamid Amat. Lejos estaba RCN de competirle, mientras Todelar cedía el primer lugar de sintonía, que logró imponer en noticias, radionovelas y deportes en los años setenta. Los trabajadores se entendían con don Fernando Londoño y cada año, a través del Sindicato, SINTRACARACOL, convenían aumentos salariales y otras prerrogativas. En ese 1986, la empresa nombró a Mauricio Prieto Uribe como negociador, conocida su experiencia en estas materias, y ante lo que algunos socios de Caracol consideraron “demandas excesivas de los trabajadores”. No hubo acuerdos y, contra todo pronóstico, los trabajadores declararon la huelga, que avaló el Ministro de Trabajo de entonces, Jorge Carrillo Rojas, un antiguo dirigente sindical y, con el tiempo, uno de los fundadores de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT. Pedro Alcalá, control de radio y uno de los miembros del Sindicato (curiosamente pensionado en Caracol con todos los honores, después de 38 años continuos de servicio) recuerda que tomaron la decisión de parar con sus compañeros Hugo Valencia, Carlos Alcázar, Leonel Mazo, José María Bolaños y Edgar Ortega, entre otros, ante la intransigencia de Prieto. Alcalá dice que por infidencias de Bolaños, la empresa estuvo a punto de impedir que a la una de la tarde de ese 6 de marzo apagaran la emisora. La huelga duró 43 días, tiempo suficiente para lastimar gravemente las finanzas de la empresa, ya de por sí débiles. La situación causó divisiones cordiales entre los socios y la decisión de algunos de vender sus acciones. El primero, don Carlos Sanz de Santamaría, quien prefirió dedicar su dinero a la finca raíz o a otros negocios. La situación fue conocida por Augusto López Valencia, Presidente de Bavaria, quien encontró un momento anhelado: entrar a los medios de comunicación, nada menos que a la poderosa Caracol. Recibió el aval de don Julio Mario Santo Domingo, principal accionista de Bavaria, y comenzó entonces la toma de la más importante empresa radial colombiana. Uno a uno fueron abordados los socios de Caracol, hasta la fecha memorable en que López Valencia le pidió a López Michelsen cederle el puesto de Presidente en la Junta directiva que arrancaba esa mañana. López se marginó, muy disgustado, dicen algunos. “No volví, porque Augusto López lo hace muy bien”, habría dicho el expresidente en tono irónico, a quienes le consultaron. Bavaria salió de compras y fortaleció la cadena. Rápidamente adquirió el sistema musical “Bienvenida” (1986) y decenas de estaciones a lo largo y ancho del país. Estremeció después (1990) el mundo de las comunicaciones al adquirir la poderosa Radio Sutatenza, la primera emisora educativa del mundo, ubicada en el centro del dial, 810 AM (250 kw de potencia), al punto de que esa pasó a ser la frecuencia principal de Caracol en Bogotá. Hubo controversia sobre esa operación. La emisora tomó el nombre de la pequeña población boyacense, donde el joven sacerdote (flacuchento y desgarbado, dicen los cronistas) decidió alfabetizar a la población del lugar. Corría el año 1947. El curita, con el tiempo nombrado Monseñor, radioaficionado entusiasta, entendió que la llegada del transistor (un pequeño radio de pilas) podía servir en su propósito y le colgó uno a cada campesino –primero de Boyacá y después del país– para alfabetizarlo mientras trabajaba la tierra. Con ayuda de distintos gobiernos colombianos y del exterior, Radio Sutatenza se convirtió en la más potente emisora colombiana y después en una cadena de radio. “El sueño de Radio Sutatenza se afectó por intereses políticos poco claros, que erosionaron desde los 70 el apoyo financiero gubernamental. Terminó siendo vendida a Caracol pocos años más tarde por una suma muy pequeña. La ausencia física de Monseñor y la politiquería de nuestro país fueron más efectivas y fatales que la oposición marxista”, analiza sobre el tema Rodrigo Arboleda, académico y amigo muy cercano de Monseñor Salcedo. Con el grupo Bavaria, Caracol solucionó sus problemas económicos, las quincenas se pagaron el día convenido, hubo una compra masiva de emisoras en Colombia y en el mundo. “Fue la época dorada de Caracol”, piensa Augusto López, el jefe de orquesta en ese proceso. Todavía Caracol sigue siendo la primera cadena radial, por encima de RCN y muy lejos de Todelar, Súper, Olímpica y Radiopolis (emisoras de William Vinasco). Pero enormes dudas se ciernen sobre su propiedad en medio de la peor crisis económica del grupo PRISA, como consecuencia del desplome económico de España y las consecuencias sobre sus empresas. El Grupo Santo Domingo ha vuelto a la radio, con el alquiler de la emisora Melodía Stereo (96.9) y otras en el país, dispuesto a recuperar el poder perdido. “Ahora hay caja suficiente para volver al negocio de las comunicaciones”, apunta un personaje cercano al conglomerado.
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