Me he puesto a hacer una reflexión sobre la triste y efímera vida que han tenido algunas de mis canciones, las compuse hace un año y ya se me olvidaron, mientras otras que compuse hace 30 años las sigo cantando y recuerdo sus letras perfectamente, eso supongo le ocurre a la mayoría de compositores y me consuela saber que es algo normal.
Lo que si no me parece normal es que existan compositores que quieran que esa sea la regla general y no la excepción, es decir compositores que ya se acostumbraron a tener éxito por un día o por unos días, mientras dura un festival, esos son los compositores que algunos llaman “Festivaleros” Me duele más por las canciones que por ellos mismos, al fin y al cabo ellos son quienes han decidido quedarse en ese estadio.
Algunos me dirán que la libertad hace que el ser humano tenga la potestad de escoger el camino a seguir en la vida y estos señores no quieren ser compositores famosos, sino que solo quieren ganarse una platica y unos trofeos de festival en festival, algo parecido a lo que hacen algunos verseadores y músicos.
Otros me dirán que estos compositores no han tenido la suerte, ni las relaciones sociales suficientes para lograr que les graben sus canciones. Yo realmente creo que ni es lo uno, ni lo otro; pienso que simplemente ellos se han circunscrito a hacer canciones parroquiales, que si bien son agradables en letra y música, no trascienden mas allá de un pueblo o de un evento, porque son hechas exclusivamente con el propósito de deslumbrar solo en esos momentos y en ese lugar.
La pregunta que surge entonces es: ¿será que se pueden hacer canciones que cumplan simultáneamente con las dos premisas de gustar en un festival y pegar comercialmente? La respuesta es afirmativa, de hecho hay muchos ejemplos, pero el más elocuente es el inmortal himno del Festival de la Leyenda Vallenata “Ausencia Sentimental” de Rafael Manjarrez, clásico que le pone los pelos de punta no solo a los nativos ausentes, sino a cualquier ser humano con algo de sensibilidad.
Son también muchos los ejemplos de compositores vallenatos que se mueven muy bien en ambos campos, es decir se inspiran con otros motivos distintos a los festivales, pero cuando tienen que hacer canciones costumbristas competitivas responden de manera excepcional; ante estos hay que quitarse el sombrero y tal vez entre los pioneros se cuentan a Hernando Marín (q.e.p.d.) y Marciano Martínez, Rafael Manjarrez, Emiliano Zuleta Díaz, Santander Durán Escalona y de la nueva generación Aurelio Núñez y los Chiriguaneros: Juan Manuel Pérez y Elkin García, entre otros.
Existen otros que son muy exitosos en lo comercial y que han intentado incursionar en el costumbrismo que exigen los festivales y no lo han logrado, Omar Geles es uno de ellos y con él Wilfran Castillo, Fabián Corrales, Felipe Peláez y muchos más.
Uno no puede entender como hay compositores que son Reyes de varios festivales vallenatos, pero no le han grabado una sola canción, pueden ser muchos los motivos y las disculpas que se ofrezcan, pero no creo que exista el primero que me diga que prefiere permanecer en el anonimato al igual que sus canciones.
En una conversación que tuve con un amigo que comparte muchas de mis aficiones, llegábamos a la conclusión de que son muy pocos los compositores vallenatos y las canciones que hacen confluir en una pieza los ingredientes suficientes para que al tiempo de reunir los méritos para ganar en un concurso de canción Inédita, sean grabadas con éxito.
Lo que pretende este artículo es llamar la atención a cada uno de aquellos compositores que vienen alimentando esa mala práctica de quedarse con el epíteto de “festivaleros”, castigando sus obras y dejándolas como flor de un día.
Compositores de un día
Vie, 11/03/2011 - 11:56
Me he puesto a hacer una reflexión sobre la triste y efímera vida que han tenido algunas de mis canciones, las compuse hace un año y ya se me olvidaron, mientras otras que compuse hace 30 años las