¿Cuántas veces vamos al baño?

Lun, 31/10/2011 - 08:42
El flujo de información que nos agobia en estos tiempos es tanta que no vale la pena referirse de manera enconada sobre ella: trivial a veces, compleja para comprender

El flujo de información que nos agobia en estos tiempos es tanta que no vale la pena referirse de manera enconada sobre ella: trivial a veces, compleja para comprenderla en otras, extensa como para cansar la vista en la pantalla, en cadenas fatalistas para los temerosos y en sosas redacciones que invitan al sueño. La proporción matemática entre la información que nos rodea (virtual y real) y la información que procesamos y asimilamos, seguramente cabría en un grano de arroz.

El reto entonces es estar preparado para recibir toda la información que tenemos disponible y que accedemos a ella, y luego procesarla y sacarle el mejor provecho del caso. ¿Para qué? No hay respuesta precisa.

La ciencia nos dice que nuestros órganos sensoriales (asociados con el conocimiento) reciben toda la información que proviene del exterior, pero también nos enseña que no basta con "ver" o escuchar algo, sino que también hace falta un cierto procesamiento previo de la información antes de que ésta se guarde e interprete. Aparece el “sentir y el percibir”, lo primero, es una operación simple, que ocurre a nivel de los sentidos, y siempre será de la misma forma; "percibir" es una función compleja que tiene lugar en el cerebro; y variará según las circunstancias de contexto y las experiencias pasadas. De las dos anteriores, el hombre desarrolla una capacidad para “poner atención” y filtra o desecha lo que no le interesa.

Si realizamos una analogía entre las funciones fisiológicas del aparato digestivo en los seres humanos y la manera como procesamos la información que a diario recibimos, ocurren similares procesos y al final, los productos y “desechos” son los mismos o la misma…

Entonces, la manera como desechamos tanta información es directamente proporcional al modo como nos alimentamos o recibimos los datos diarios (o la data como dicen los gringos), el tipo de información, de quién procede y cómo nos predisponemos para su uso y aprovechamiento. De ese proceso, nos quedamos con lo que necesitamos o nos provoca y reducimos a la física… basura lo que no nos interesa.

La ciencia médica recomienda que uno deba ir al baño tantas veces como alimenta al cuerpo. Caso contrario: el estreñimiento y la colitis son las afecciones que impiden evacuar los desechos que recibimos. En las organizaciones de hoy día se hace un chiste al respecto: “Si el jefe que usted tiene no va al baño por lo menos tres veces, solo es apto para servir los tintos en la empresa (perdón con la señora de los tintos).” Es una manera cruda y real de expresar que quienes nos están dirigiendo en cualquier instancia pública o privada, deben estar provisto de una capacidad suficiente para procesar adecuadamente toda la información que reciben a diario. De lo contrario, sólo serán unos ambulantes depositarios de…

Desde las señales de humo de nuestros padres milenarios hasta los “trinos” fastidiosos del ahora, la cantidad de información ha crecido exponencialmente y con ello, nos hemos esclavizados con los datos: un mundo feliz a lo Huxley donde la información ha construido hologramas de una realidad datada y poco parecida a la sangre, el sudor y las lágrimas de este valle terrenal.

En el Caribe nuestro tenemos una asombrosa manera de procesar la información puesto que la cultura y de paso la genética, nos ha dotado con una dinámica verbal que hace de la oralidad, la mejor herramienta para consolidar nuestras redes sociales, sin necesidad de tanto aparato sofisticado con el que descrestan a más de uno sus tercermundistas usuarios. En últimas, termina siendo más efectiva “radio bemba” que cualquier Facebook o Twitter. Además, con esa manera que tenemos de “bautizar” las cosas en el Caribe, cuando alguien abusa de su condición de estar bien informado o hablar más de la cuenta, se dice que es un hablador de… M… un equivalente fisiológico preciso y pertinente con las formas antes señaladas de ingerir alimentos e información; al final desechamos la misma vaina o la misma… m…

La calidad de la información que procesamos es el mejor tino respecto a las cosas que desechamos: si nos alimentamos (informamos) bien y le ayudamos a la digestión (proceso y análisis de información) con alimentos (y datos) ricos en fibras (contenido); al final sólo nos quedamos con lo mejor para nuestro crecimiento (conocimiento) y desechamos un abono orgánico considerable que puede mover como biocombustible al planeta.

Coda: en medio de tanta información (alimentos) me llegó este poema que se llama Tiempo de mi amigo Jorge Del Río (que vive cerca al mar): “Amanece un luto de cigarras/ en los ascensores de la gloria/ la nada volverá por sus hijos/ en el hambre antigua de los océanos/ Toda muralla es aplazamiento.” Creo que no hay desechos esta vez.

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