¿Cómo es posible que dos personas del mismo partido tengan posturas tan opuestas? En resumen, esto fue lo que sucedió en el acto de posesión presidencial. Por un lado, el presidente de Congreso hizo una polémica exposición en el peor escenario donde se le pudo ocurrir –y en nombre de la corporación, leyó un discurso propio de un debate de control político–, sin tener en cuenta la presencia de mandatarios y representantes internacionales y sin pensar en el daño que sus palabras le causarían al inicio del nuevo gobierno, pues no en vano desvió toda la atención que debía tener el inicio de la era Duque.
Por otro lado, y en un tono completamente diferente, el presidente insistió en un llamado a la unidad, a acabar con la polarización y construir un futuro con justicia social, e incluso sorprendió a los asistentes al anunciar cambios en el narcotráfico y el secuestro como delitos conexos que no serán aplicados a las Farc, pero si envían un claro mensaje al ELN. Lastimosamente, esto último terminó eclipsado.
Pero este no fue el primer problema del nuevo Gobierno. Y es que, desde que fue elegido, Duque no tuvo luna de miel y aún sin haberse posesionado, su agenda comenzó el día siguiente. Sus visitas internacionales dieron cuenta de que nuevamente el diálogo entre Colombia y los demás países solo se basa en la ya perdida guerra contra las drogas; mientras que aquí su partido improvisaba en la conformación de una mayoría que le facilitara la gobernabilidad.
Sin embargo, el experimento salió mal, como sucedió cuando el “No” ganó en el plebiscito y al día siguiente les tocó improvisar sin tener un plan para la modificación de los Acuerdos que tanto habían pedido. Hoy existe una coalición de Congreso, pero no de Gobierno. Y esto no permite garantizar unas mayorías legislativas que respalden la agenda del presidente. ¿O acaso se puede asegurar el éxito de las iniciativas con el supuesto respaldo de partidos como el Liberal y el Conservador, que se declararán de Gobierno sin estar en el Gobierno?
Tenemos un gabinete corporativo, donde buena parte de sus miembros han trabajado y provienen de los gremios y el sector privado y, por lo tanto, es de esperar que defiendan los intereses de los ricos de los ricos. Pero además, son absolutamente técnicos y no tienen experiencia política; y exagerar en un gabinete excesivamente técnico es igual de malo a que este sea netamente político.
Todo esto, sin tener en cuenta cómo se resuelva la situación judicial de Álvaro Uribe –que sin duda podría traer divisiones al interior de la bancada de Duque– y que este Gobierno tendrá más opositores que cualquier otro. En el primer mandato de Uribe, la oposición la encarnaban Petro y Robledo, mientras que en el segundo periodo, solo fue Robledo. En el caso de Santos, Uribe asumió esta postura. Pero ahora, Duque deberá enfrentar a Petro –con sus marchas, como la del mismo 7 de agosto– y, al menos, 30 congresistas más que desde la oposición o la independencia actuarán con rigurosidad frente a su gestión, y estamos hablando de que cada uno de estos personajes es un megáfono en la opinión pública. Así que la tarea no será nada fácil.
Yo, como todos los colombianos, quiero que a Duque le vaya bien, porque de esta manera el país avanzará y ese es mi único deseo. Ojalá que los tropiezos con los que empezó este mandato no impidan que el Gobierno muestre su mejor talante.
Duque no tuvo luna de miel
Jue, 09/08/2018 - 06:29
¿Cómo es posible que dos personas del mismo partido tengan posturas tan opuestas? En resumen, esto fue lo que sucedió en el acto de posesión presidencial. Por un lado, el presidente de Congreso hi