Un enconado petrista anunció ayer que comenzaba a alegrarse de su derrota, porque Duque lo tiene sorprendido a escasos cinco días de su posesión, gobernando para todos desde los puntos más álgidos del país: desde San Andrés en el extremo norte; desde Tibú en el extremo nororiental; desde Tumaco en el extremo sur occidental y desde Girardot en el centro.
Tomó medidas inmediatas para Mocoa, ordenando el desplazamiento de ministros para que desde el sitio inicien soluciones inmediatas, y para Tumaco, ordenando a la cúpula militar resultados concretos sobre seguridad en el término de 80 días.
Del periplo quedaron consignados, el plan de San Andrés, donde la soberanía nacional la amenaza Ortega; y el Plan del Catatumbo, donde la soberanía nacional la amenazan narcotraficantes y grupos terroristas.
Al tiempo, cubrió diversos frentes con actuaciones audaces y certeras, como el retiro de Colombia de La Unión de Naciones Suramericanas UNASUR, presidida por Ernesto Samper y creada por Chávez con países izquierdistas del Foro de Sao Paulo, para derrotar al ALCA en Mar del Plata y modificar la matriz de los procesos de integración comercial del continente, que se realizaban con el MERCOSUR. La decisión despeja el panorama económico de Colombia en mercados internacionales no restrictivos.
Pero las actividades de Duque no pararon, radicó en la misma semana, los proyectos de acto legislativo 12; 072; 073 y 074 de 2018 y el proyecto de ley 82 de 2018, dirigidos a combatir la corrupción, con alcances muy superiores a los de la consulta, porque en ellos deja claro que en su gobierno no habrá amnistía para delitos de lesa humanidad, ni serán consideradas como conexas al delito político las actividades de narcotráfico y terrorismo.
En el país se respira esperanza, y no es sino ver el recibimiento que le hicieron en Tibú y compararlo con los que hacían a funcionarios de Santos, que incluso llevando plata, los amenazaban y debían correr al helicóptero para huir de la turba. Pero no faltan los periodistas mamertos con síndrome deficitario de mermelada y nostalgia de poder, que anteponen sus intereses personales y políticos a los del país, y no reconocerán jamás los cambios positivos, aunque la bonanza los cachetee, a menos que se les aceite, como se acostumbraba.
Ahí están la ponzoña de la Dussan en Semana y la de Alfredo Molano en El Espectador; el lenguaje urticante de la W y Caracol; la misión desinformadora de Coronell en Canal Uno; las caricaturas sesgadas de Matador; la obsesión enfermiza del Patriota y Puentes, que atragantados en su hiel, terminaron haciendo coro con la izquierda.
Algunos periodistas de su condición, cuya credibilidad vale una mogolla, se convirtieron esta semana en agoreros de divisiones entre Duque y Uribe, a raíz del nombramiento de algunos miembros de su gabinete, pero no hay tal. Los dos grandes líderes están más unidos que nunca.
Ganaron la presidencia a través de la campaña que diseñó Luigi Echeverri, en contra, no solo de los enemigos políticos naturales, sino de otros, cuyo nombre no mencionaré, y obtuvieron el derecho del pueblo en las urnas, para decidir a quien nombran, sin presiones de ningún partido.
Colombia eligió un súper presidente que sabe para donde va y que Gobernará con todos, a pesar de algunos de esos todos.
Duque: Súper Presidente
Mié, 15/08/2018 - 03:18
Un enconado petrista anunció ayer que comenzaba a alegrarse de su derrota, porque Duque lo tiene sorprendido a escasos cinco días de su posesión, gobernando para todos desde los puntos más álgido