Bastante aspavientoso, como de costumbre, se reveló el Uribismo. Ahora por cuenta de la presencia en La Habana de Timoleón Jiménez o 'Timochenko', el máximo jefe de las FARC. La cantaleta del autodenominado "Centro Democrático" y de otros enemigos del proceso de paz se desató luego de que el Ministro de Defensa Pinzón "revelara" la noticia, fungiendo otra vez como un infiltrado de los guerreristas, o de los uribistas, que es lo mismo. Hasta una demanda por traición a la patria ante la comisión de acusaciones de la Cámara de Representantes entabló contra el Presidente Santos un abogado en busca de figuración mediática.
El Presidente le salió al paso a las filtraciones y conjeturas. Reconoció que había autorizado los desplazamientos del comandante guerrillero para que en persona recibiera y valorara los informes de sus negociadores. Y ordenó con acierto prudente silencio a los funcionarios de su gobierno que no están autorizados para hablar sobre asuntos relativos a los diálogos de paz. Y con ello también respondió irresponsables versiones que hablaban de la presencia de Gabino, el jefe del ELN, en supuestas reuniones entre estas dos organizaciones guerrilleras. Tiene razón Santos en su invitación a la prudencia en este caso. Porque una cosa es la necesaria información que la sociedad colombiana y la opinión internacional requieren para conocer los avances en las conversaciones y otra muy distinta es el chisme malintencionado o el torpedeo permanente con información sesgada y manipulada.
Los argumentos que se han esgrimido para cuestionar la visita de Timochenko a la isla son francamente de una tontería ilimitada. Que Timoleón no hace parte de la comisión negociadora, han dicho. Que tiene cientos de órdenes de captura por sus delitos, repiten. Y hasta se han preguntado cómo hizo, por dónde viajó y con ayuda de quién. "Olvidan" que precisamente estamos dialogando con una organización al margen de la ley, que por supuesto sus jefes son rebeldes y que la rebelión se ejerce con acciones que violan el código penal del Estado al que combaten. Que por la degradación del conflicto, las guerrillas y sus jefes han cometido actos atroces y tienen responsabilidad en graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario. Y que es una necedad preguntar, como parte del debate público, como se mueve un dirigente de una organización ilegal, pues obviamente lo hace acudiendo a las rigurosas normas de la clandestinidad.
Hay "olvidos" más tontos. Hasta hace poco cuestionaban el proceso alegando que las FARC no estaban unidas. Ahora critican la unidad de mando de la guerrilla evidenciada con la participación de toda su comandancia en cabeza de su propio jefe. No quieren recordar que precisamente los anteriores procesos de paz debieron su éxito a que fueron encarados directamente por quienes comandaban las organizaciones que firmaron acuerdos con el Estado. Allí están en la memoria de La Paz de los noventa la presencia de Carlos Pizarro al frente de la negociación del M19. O Bernardo Gutiérrez liderando al EPL en las conversaciones con el gobierno. O Valentín González en el proceso del PRT. O Jacinto Ruiz y Gabriel Borja en el caso de la Corriente de Renovación Socialista. Estas aves de mal Agüero olvidan el nefasto mensaje de la silla vacía que debía ocupar Tirofijo en tiempos del fallido proceso de paz de Pastrana.
Por fortuna el país no come cuento a estos aspavientos. Todos sabemos que la presencia de Timochenko dirigiendo la negociación desde la orilla de la mesa que le corresponde a las FARC es una buena noticia. Y que si realizó una cumbre guerrillera con Gabino para persuadir al ELN de que no pueden estar por fuera de los tiempos de La Paz, la noticia es más positiva. Quiere decir que del otro lado hay un mando responsable con quien tenemos la certeza de pactar el final del conflicto armado más largo del continente.
@AntonioSanguino