El Cambio Climático: problema y responsabilidad de todos

Jue, 04/11/2010 - 19:03
Hasta hace unos veinte años, la problemática ambiental era asunto de unos pocos grupos ecologistas, algunos de ellos tenidos por desadaptados y en contra del progreso mundial; desafortunadamente no
Hasta hace unos veinte años, la problemática ambiental era asunto de unos pocos grupos ecologistas, algunos de ellos tenidos por desadaptados y en contra del progreso mundial; desafortunadamente no se escucharon con fuerza sus proclamas. La publicación en 1987 del Informe Informe Brundtland - Nuestro Futuro Común, dirigido por la doctora Gro Harlem Brundtland marcó un hito para la problemática ambiental, al emplear por primera vez el término de “Desarrollo Sostenible” al que definió como “aquel que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”. Luego aparecieron políticos como Gorbachov, quien como Secretario General del Partido Comunista de la desaparecida Unión Soviética, observó que el desastre ambiental era la consecuencia del sueño de industrialización a ultranza de su país. Gorbachov, en una faceta generalmente desconocida por muchos, es el presidente de Cruz Verde, una organización ambientalista. Al Gore, exvicepresidente de los Estados Unidos, siempre previno sobre los efectos del Calentamiento Global; solamente, después de su derrota en las elecciones presidenciales de 2000, asumió con mayor entereza la denuncia pública de los desastres que ocasiona el aumento de la temperatura del planeta. Con su película “La Verdad Incómoda” presentó al mundo, a manera de documental, una cruda realidad, que fue premiada con el Premio Oscar; a su vez, fue reconocido con el Premio Nóbel de Paz hace dos años; ambos casos son ejemplos aislados dentro de las personalidades políticas del mundo. Simultáneamente con los políticos, aparecieron los artistas de todas las latitudes para llamar la atención sobre el peligro que rodea a nuestro planeta y a la supervivencia de la especie humana. Sin embargo, las canciones, obras de teatro, montajes escénicos, no alcanzan a traspasar la frontera para una verdadera acción. Posteriormente han expresado sus voces los economistas. El informe sobre la Economía del Cambio Climático preparado por Sir Nicholas Stern indica que se requiere alrededor del 1,5% del PIB Mundial para avanzar en la mitigación de los efectos del cambio climático, trabajando fuertemente sobre las causas: pobreza, combustibles fósiles, consumos de energía excesivos, agotamiento de las fuentes de agua, crecimiento de la población mundial. No hacer los esfuerzos de prevención, implicarán gastos superiores al 20% del PIB para las costosas restauraciones. En igual sentido se manifestó Jeffrey Sachs, en su libro Economía para un planeta abarrotado. Pero faltaba el último eslabón de estas nuevas aproximaciones al problema: los administradores y empresarios. Los administradores del siglo XXI entienden que son necesarios los equilibrios entre los beneficios económicos de un proyecto determinado, y su balance social y ambiental. Así lo expone Peter Senge, cuando en la Revolución Necesaria indica que la ecuación moderna del Desarrollo Sostenible se basa en tres factores para alcanzar el equilibrio o la sostenibilidad: lo ambiental, lo económico y lo social. Estos tres factores están ligados a los principios de la Responsabilidad Social Empresarial, no como sustituto del Estado, sino como complemento ideal para afianzar la sostenibilidad como premisa en el mundo nuevo. Lester Brown, uno de los más importantes pensadores ambientales del mundo, escribió su libro Plan B 3.0, escrito el año antepasado como una respuesta al que él denominó Plan A, o la forma de seguir haciendo los negocios y proyectos como antes. Dice Brown que el reto del mundo es detener las consecuencias de los gases efecto invernadero que están produciendo el Calentamiento Global. Dice, que la sobrepoblación, con su círculo vicioso de pobreza e inequidad, la quema sin control de combustibles fósiles, la desforestación y por ende, la falta de agua, son los puntales para pensar en una catástrofe ambiental. No falta ser futurista para saber qué pasaría si no disminuimos nuestra presión sobre el planeta Tierra. En la actualidad, en nuestro país, con un Fenómeno del Niño catalogado como leve, casi con un simple estornudo de la naturaleza, nos hemos vistos abocados a alertas o situaciones reales de escasez en la provisión de agua potable, gas natural y un llamado general para ahorrar energía eléctrica. Imaginémonos simplemente si la situación fuera como la que se prevé si la temperatura aumenta hasta los niveles que dicen los estudios. Stern, con su grupo de estudios, ha pronosticado que las inundaciones y las sequías se volverían más intensas y los niveles mundiales del mar serían varios metros más altos, con lo que alterarían gravemente las vidas y los medios de subsistencia y causarían movimientos de población en gran escala y conflictos inevitables en todo el mundo. Algunas partes de este quedarían sumergidas bajo el agua; otras se volverían desiertos. Sin duda los países en desarrollo requieren recursos de las naciones más desarrolladas. Los países desarrollados deben prestar un importante apoyo a las medidas encaminadas a frenar la deforestación en los países en desarrollo y para reducir las emisiones en gran medida y rápidamente y con un costo razonable. A partir de los recientes cálculos de las necesidades suplementarias del mundo en desarrollo a consecuencia del cambio climático, los países ricos deben prestar un apoyo financiero anual -además de los compromisos de ayuda exterior vigentes- de unos 100.000 millones de dólares para la adaptación y de otros 100.000 millones para la mitigación de aquí a comienzos del decenio del 2020. Brown expone con claridad que las energías alternativas y la tecnología son elementos esenciales para avanzar en estos propósitos. También propone la siembra masiva de miles de millones de árboles como parte esencial para la mitigación del Cambio Climático. El cuidado y la conservación de los bosques y de los ecosistemas estratégicos también juegan un papel fundamental en la supervivencia del planeta, de la humanidad. Al conservar los páramos y las cuencas abastecedoras de agua no solo se está asegurando la continuación del ciclo natural del agua; se está conservando la biodiversidad del planeta, se está evitando la erosión, se contribuye a la mitigación del cambio climático entre otros servicios ambientales ofrecidos por estos ecosistemas. Como se ha dicho antes, la sostenibilidad está sustentada por tres grandes pilares: lo social, lo económico y lo ambiental. En el orden del día de las discusiones eternas entre desarrollo a ultranza y protección ambiental aparecen distintos argumentos de ambos lados para tratar de imponer su propia verdad. La realidad nos indica que frente a la protección ambiental no puede haber titubeos y que los beneficios de un proyecto tienen que ser estudiados a fondo y teniendo en cuenta la sostenibilidad del medio ambiente en su conjunto. Hemos visto como los temas ambientales han pasado de ser interés de unos cuantos ecologistas a ser interés de muchos, una muestra de esto es la frecuencia con la cual estamos oyendo y leyendo términos como desarrollo sostenible, cambio climático, pobreza, escasez de agua, deforestación y reforestación, responsabilidad social empresarial, conservación, biodiversidad, servicios ambientales, y todas las demás palabras que han encontrado en negrilla y cursiva a lo largo de este artículo y que esperamos empiecen a formar parte de la jerga de toda persona preocupada por el futuro de los moradores del planeta Tierra.
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