El Contador que amó sus sonetos y manuscritos

Dom, 07/05/2017 - 03:08
Contraplano
Mientras en Bogotá avanzaba con gran despliegue la trigésima Feria del libro, en Manizales la consumada bibliotecóloga Elsie Duque de Ramírez se levantaba (n

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Mientras en Bogotá avanzaba con gran despliegue la trigésima Feria del libro, en Manizales la consumada bibliotecóloga Elsie Duque de Ramírez se levantaba (no sabemos cómo lo hizo) un par de exóticos ejemplares de la riquísima “Cazuela paisa”, del escritor y poeta caldense Efraín  Duque Estrada, en los anaqueles de “La Odisea”, una librería de viejos volúmenes situada en un sector céntrico de la ciudad. Este incunable de la literatura regional, perteneciente a la Biblioteca de Autores Caldenses, no tendría nada de particular si nos abstuviéramos de contarle al lector que la obra, de 148 páginas, fue editada y publicada con el puño y letra del autor, en hermosa caligrafía  (tan propia de su oficio de Contador Público Juramentado) sin recurrir a los famosos e imprescindibles tipos de imprenta que amaron con pasión de adolescentes Gutemberg, Cervantes, Shakespeare y Suárez. El experto en palíndromos Javier Duque Gómez (primo de doña Elsie e hijo de don Efraín)  nos cuenta que no hay ningún otro título publicado (en manuscrito). Recuerda que el abuelo, además de escritor, también era poeta; le llamaban “El judío errante” y estuvo combatiendo en la Guerra de los Mil días con el general Rafael Uribe Uribe,  de quien era muy amigo. La cigüeña que lo trajo de París aterrizó el 22 de marzo de 1904. Su padre fue Eduardo Duque Peláez, médico aguadeño. Y su madre, también de Aguadas, Luisa Estrada Henao.  Vivieron en varios pueblos del Viejo Caldas, por la profesión de su padre.  Murió en Bogotá el 13 de junio de 1989. Como les ocurrió a la eterna Miss Universo, Luz Marina Zuluaga, y al mejor alcalde que tuvo Bogotá en el siglo XX, Fernando Mazuera Villegas, nacieron en Pereira y crecieron en Manizales. Antes de medírsele a la obra que nos ocupa, ya había publicado otro libro no manuscrito: Sonetos y Otras Yerbas, en Editorial Apolo. En vez de prólogo, don Efrain se despachó en su libro manuscrito con esta ‘Advertencia’ para sus lectores potenciales: “Los ripios que se leen en esta Cazuela paisa fueron cometidos por este su servidor no con la torcida intención de disputarle al grupo de ”Los mayores” el Premio Nobel de la Literatura, pero sí con el muy laudable y cristiano propósito de procurarle al “Hermano Prójimo” la oportunidad de sonreir, lo cual resulta ser, en esta Edad de Infierno en que vivimos, la más “iluminante” de las obras de Misericordia”. Fidelísimo esposo, se casó con doña Estrella Gómez Villegas, también aguadeña. Como los tenía sin cuidado el control de la natalidad, tuvieron 13 hijos. A su media naranja le dedicó este soneto, titulado ¡Rey de burlas!: Mi dolor se llama Estrella/ y Gómez es su apellido/ Mujer tan guapa como ella bajo el cielo no ha nacido. Al casarnos fui El Gran Rey/de mi casa (¡una semana!)/ pues que Estrella, ‘dura ley’, se puso a Efraín de ruana. Desde entonces he vivido/ por debajiao y buscando/ los calzones que he perdido… Y a mi casa ni te asomes/ que ahora me estoy firmando/ Efrain Duque de Gómez. Con su graciosa vena humorística le daba palo al rebuscador de puestos en la burocracia manizaleña. Veamos “La ubre municipal”: En la mañana de un día/ citaron a Nicanor/ para darle en la Alcaldía/ un puesto de escribidor. Mientras estuvo mamando/ en la ubre municipal/ para Nicanor, Fernando era el alcalde ideal,/ y otro día desde lo alto/ y por pajudo y ladrón/ Nicanor cayó al asfalto/. Y ahora pregona el muy pillo,/ que el alcalde es un bribón/ vestido de monaguillo. La apostilla: Una milagrosa multiplicación de una de sus obras nos la proporciona en esta  anécdota su descendiente Javier Duque Gómez: alguna vez dejó en consignación 50 ejemplares en una librería de Manizales y unas semanas después, cuando fue a liquidar, ¡le devolvieron ochenta!
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