¿Quién no ha soñado con ser su propio jefe y tener su propio negocio? Llegó la hora de tomar las riendas para volver realidad los sueños, para nadie es un secreto que el emprendimiento es el futuro de millones, y es que según los estudios publicados por la Cámara de Comercio de Bogotá; en un año, Colombia ascendió dos puestos en el índice de condiciones sistémicas para el Emprendimiento Dinámico, entre 15 economías de América Latina ocupando el quinto lugar, escalafón en el que se aplican las mejores prácticas para la elaboración de índices de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y tiene como propósito, ser una herramienta “Que ayude a identificar las principales fortalezas y debilidades de los países y a diseñar una agenda de iniciativas para fomentar el emprendimiento.
Hoy, el emprendimiento se considera una valiosa alternativa, dada su virtud de generar empleo: De acuerdo con el mapeo realizado en el estudio Ecosistemas Regionales del Emprendimiento en Colombia, iNNpulsa Colombia y la Universidad Nacional (sede Medellín), se encontró que las 2.696 start-ups analizadas como emprendimientos con menos de cinco años, lograron generar 7.933 empleos, lo que se constituye en un potencial importante para el país, por tanto, la contribución de los emprendedores en Colombia, vía generación de trabajo para jóvenes, es actualmente de gran impacto y gran potencial a futuro.
En Colombia se ha convertido en la forma más equitativa de progreso independiente, entre una población que hace parte de la brecha social, no requiere antecedentes empresariales, ni de condiciones físicas o intelectuales especiales sino, percatarse, que tal como lo afirma Muhammad Yunus “Todos somos emprendedores, lo que pasa es que solo algunos afortunados se han dado cuenta de ello”. Inclusive algunos lo describen, como un deber con nosotros mismos, con nuestras familias y con el país; para el logro del llamado capitalismo emprendedor.
La Población debe saber que la Ley 590 del 2000 y la Ley 1014 de 2006, son las herramientas normativas bajo las cuales se ampara el incentivo y emprendimiento empresarial, lo cual garantiza no solo la aceptación social, sino también la legislación adecuada para la promoción de este importante componente del desarrollo económico y que hace parte del crecimiento del país, en sintonía con la generación de empleo, el aspecto fiscal, tributario y la productividad.
Sin embargo, al gobierno nacional le ha hecho falta un trabajo profundo para generar y mejorar las oportunidades de emprendimiento tal como lo establece la Cámara de Comercio de Bogotá; debe trazarse una hoja de ruta que permita el fortalecimiento de un ambiente emprendedor; para lo cual se requiere no solamente la fuerza del sector privado, sino por supuesto, la participación decidida del sector público, de forma que se garantice un conjunto de externalidades positivas al emprendimiento, como pilar de crecimiento.
Por esto, según el profesor Alejandro Cheyne es neurálgico articular una agenda en el próximo gobierno donde se incluyan los siguientes ítems que permitan generar una cultural de la formalidad empresarial:
- Una política tributaria a favor del emprendedor, que sea la motivación inicial de la formalidad, y que permita unas exenciones durante el proceso de maduración del negocio que no debe ser menor a un año.
- La implementación de estrategias agresivas de uso y apropiación de las TIC, como base de la competitividad en un mundo globalizado y conectado, que está destinado cada día a depender más de estas herramientas.
- Garantizar los derechos de propiedad intelectual, y en este sentido resulta prioritario que la innovación tecnológica, esté protegida por las patentes necesarias que son la única forma de apropiar los derechos pecuniarios de estos esfuerzos.
- Mejorar las políticas de financiamiento de estos esfuerzos, con subsidios que el gobierno brinde en las tasas de interés, así como los necesarios periodos de gracia durante el proceso de maduración.
