Gina Parody

El pasado domingo hacia el final de la tarde llamaron mi atención por el correo para que viera el reportaje que dio Gina Parody a María Jimena Duzán en la revista Semana. Lo busqué en Internet, no pude leer sino medio párrafo. Sentí arcada. Pensé, pobre país que decide su suerte en ambientes de ofensa a la inteligencia y a la verdad, ambientes de tanto riesgo para la integridad de las personas de bien y de la sociedad. Esta joven ligera de mente y despistada, quien sabe pensando en hacerle daño a quién y sin calcular el daño que se hizo ella misma, ofendió ni más ni menos que a Luis Carlos Galán, a Rodrigo Lara… bueno y de ahí para adelante a quienes hicimos parte del Nuevo Liberalismo… sobre todo a los que escribieron páginas gloriosas y hasta se hicieron matar por defender a la sociedad, tan distintos a los ídolos que han inspirado a esta joven y que pegotearon por donde pasaron las paredes de pantano y heces. Ofendió esta dama a políticos sacrificados por convicciones nacidas de su amor a Colombia, a los heridos, a muertos que son héroes y a sus familias y a sus amigos y hasta ofendió a otros más modestos que tuvimos que asilarnos con nuestros hijos pequeños y sus madres inocentes para no acabar tirados en las zanjas de los caminos por oponer resistencia  de frente a la mafia y al terror. En fin, ofendió a mártires y a perseguidos, a los muertos y a los sobrevivientes. A Enrique Parejo por quien fueron hasta Budapest a dispararle en la cara a quemarropa, a Alberto Villamizar a quien el sicario le vació la ametralladora cuerpo a cuerpo. Esta inefable joven sin piedad y sin consciencia y sin capacidad de hilar la historia por fresca que esté, que no sabe en dónde está parada ni en qué país vive, afirmó algo tan absurdo y malintencionado que no solo desnudó su ignorancia sino su desprecio por esta nación en la que ha tenido influencia a lo largo del último decenio no obstante su inocencia y su despreocupación hacia los procesos políticos trágicos que determinaron la borrasca de desgracias que tienen a Colombia convertida en océano de corrupción, miseria y violencia. Así queda al descubierto de qué manera los destinos de Colombia en la rodada quedaron expuestos en manos de personas livianas de conocimientos y valores, incompetentes para decidir por la gente que por estar tan mal, merecía dirigentes con cultura y compasión. Pero no, ahí se les ve campantes a estas vedetes despistadas montadas sobre corrientes de desastres que las tienen sin cuidado y que les hacen posibles sus carreras arrogantes e inútiles y el disfrute de poderes banales y hueros que exhiben sin rubor sobre las pasarelas por las que desfilan como celebridades vacías adornadas con sus juegos y pegatinas de frivolidades. Personajes de liviandad que apuestan sin pudor en ferias de elecciones y reelecciones espurias sin importarles lo que le suceda al país. Y claro, ahí pagamos todos los colombianos con el espectáculo de vergüenza de congresistas adocenados en cárceles a la par con ministros viceministros directores secretarios y con el estupor de saber que millonadas de dineros públicos se escurrieron por entre los dedos de ladrones de cuello blanco y con el sentimiento de horror e ira de ver cargas de muertos amontonados en fosas comunes de “falsos positivos” y con las capas de miserias como costras que supuran en las pieles del pobrerío y con los atropellos de todas las denominaciones y la corrupción de todos los calibres. Pero como si fuera poco ahí siguen flotando y volando como plumas al viento estos personajes de mentirillas…sin dárseles nada… de revista en revista, de periódico en periódico, de emisora en emisora, de canal en canal, de jolgorio en jolgorio como en bailes de reinados pecaminosos, estas celebridades, candidatos y candidatas que mueven el cotarro jugando al poder y a estadistas como jugando muñecas en el club macabro de la blasfemia. Y algo melancólico…tanta gente del país dizque importante y dizque enterada, ahí embelesada con las sandeces y dejándolas resbalar sin revirar ni reclamar por los mártires y sus luchas heroicas que mantienen a esta nación en pie ante el mundo y delante de sí misma, digna y valerosa, por ellos…¡y no propiamente por las ginas parodys…!