La estrategia del engaño 21Nov

Mar, 19/11/2019 - 09:41
¡Entre más se desprestigie al Estado, mucho más fácil será movilizar las masas!

Vaya estrategia del enemigo. En medio del
¡Entre más se desprestigie al Estado, mucho más fácil será movilizar las masas! Vaya estrategia del enemigo. En medio del llamado al pueblo a salir a las calles a manifestarse contra el Estado, las sombras del socialismo aprovechan para hacer sus fiestas oportunistas. Que difícil se ha vuelto implementar políticas públicas cuando el enemigo está al acecho de lo posible. El enemigo imposibilitador de las prácticas políticas. Lo que parece ser buena idea, termina siendo desvirtuada y abandonada. El enemigo imposibilitador parece ser el órgano consultor de la gobernabilidad. Sin su consentimiento, nada es posible, grave error.  Después de estas frases y conectores filosóficos, me arriesgaré a esgrimir lo que para mi se conoce como la estrategia del engaño. En la academia sobre estudios de Seguridad y Defensa, se conoce como el “poder agudo” o Sharp power. Pues bien, esta estrategia o poder se basa en dos variables esencialmente: la capacidad de distracción y la necesidad de manipulación. Ambas buscan influenciar el comportamiento del adversario e imprimir su voluntad.  Y para ponerlo en práctica, redacte mi propia tesis del famoso Hashtag “21N” (o movilización del próximo 21 de noviembre). Mi tesis es la siguiente; la movilización del 21N, no es más que, una prueba de laboratorio del Foro de Sao Pablo que busca la desestabilización de los países republicanos de América latina bajo la utilización de narrativas de inclusión y desgaste del aparato estatal. (ojo, teniendo en cuenta la parte ideológica del foro). Suena complejo, pero en si no lo es. Y no es menos que, una utilización del enemigo, para recrear narrativas en los distintos medios informativos con el ánimo de incentivar la inestabilidad gubernamental del presidente Iván Duque.  Pues bien, las narrativas de inclusión son formas discursivas que buscan reivindicar derechos que ya están regulados, o como se diría, “amparados en la constitución política”. Bueno, quizá hay otros que no. Estas narrativas buscan ponerle derechos a lo inimaginable. Ponga su mente a volar y de lo que se le venga, póngale un derecho. Ahí lo tiene. Y dichas narrativas se manifiestan de varias formas, no solo en el sentido estricto del derecho, sino también en la parte cívica y cultural. La manipulación de la información que recibe a diario o que usted consume hora a hora, está llena de narrativas que le hacen creer que un delfín tiene el derecho a un carro. Piense usted si no están ayudándole a pensar como ellos quieren y termina usted gestando inconformismo que ni entiende.  El desgaste estatal se da por la combinación de las viejas y nuevas identidades sociales que utilizan diferentes mecanismos de manifestación para recrear problemas o amenazas donde no los hay. La estrategia de la distracción. Ocupar al Estado en situaciones adversas a su agenda de gobernabilidad para así generar un desgaste. Algo así como; hacerle paro al paro o movilizarse sobre lo movilizado. (Recuerden el paro que no fue paro) Usted es medio y fin de distracción totalmente utilizable en las redes sociales. Fíjese bien, una noticia tiene cuatro encabezados diferentes, ¿Usted a cuál le cree? De seguro al más impactante, aquel que diga que todo está un caos. Pues nos acostumbraron a consumir noticias así. Entre más se utilice el lenguaje coloquial más fácil se recibe la noticia. El famoso amarillismo es lo que vende, dirían los reporteros del centro. Como resultado, y viendo grosso modo la estrategia del engaño, uno podría expresar que, la cultura cívica esta acabada, por no decir destrozada. A falta de esa cultura del saber informarse y saber manifestarse, entramos a ver cómo las nuevas identidades en el Estado colombiano se apropian de realidades o narrativas que llamaré, narrativas negras. Estas narrativas son el resultado de informarse mal y manifestarse mal. Son la réplica de la desinformación. Ya no nos informamos bien. Es más fácil replicar lo que el otro dice, que uno mismo tener el criterio de sus tesis. ¡Somos flojos! Diría mi madre. Nos da pereza ir más allá de.  Somos fieles “reclutadores“ de la desinformación. Ya no sabemos en que creer, nos estamos dejando ganar de la estrategia del engaño. Volviendo al 21N, la invitación es a que no nos dejemos manipular ni distraer de lo que realmente importa. Manifiéstese, pero no se deje utilizar. La estrategia del engaño no es tangible aún intentando hacerla ver de ese modo. Incluso, las emociones y las pasiones propias de la movilización o protesta social, resta razonamiento. Imprímale la razón y le va mejor. 
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