Oswaldo Golijov es el máximo triunfador del festival. Podríamos afirmar que este compositor argentino de origen judío con raíces rusas y rumanas es la estrella del evento. Su “Pasión según San Marcos” nació de una convocatoria a cuatro compositores de diferentes partes del mundo, para que ofrecieran una versión del evangelio de Marcos, de acuerdo con la visión de su lugar de origen. Conociendo esto, tratamos de entender los numerosos simbolismos que este hombre educado al lado de niños católicos en La Plata, nos ofrece en un montaje al que si le caben adjetivos como extraordinario y maravilloso. (Palabras más significativas que el sufijo MEGA que usan los periodistas por doquier, inventado por políticos en trance de buenos titulares.)
Dos años de trabajo e investigación seria, lograron que un artista con una imaginación feraz incluyera tantas alegorías que tienen explicaciones lógicas por parte del autor. Los centros geográficos de esta pasión fueron Bahía en Brasil y Cuba en donde las historias o noticias eran cantadas con acompañamiento de tambores, con ancestros claramente africanos. El lenguaje utilizado es el español, pero hay textos en arameo cuando se trata de momentos de desespero en la crucifixión y en la agonía. El compositor como síntesis de las tradiciones latinoamericanas, se decidió por el catolicismo y la religión Yaruba cubana.
La voz de Jesús a diferencia de las pasiones de Bach, es la del coro, pues Jesús representa al pueblo. Aunque hay momentos en que solistas hacen este papel. Los tres tambores cubanos (batá) suenan durante los temas de la pasión y representan la Trinidad, mientras la cruz sirve como fundamento de cuatro instrumentos de percusión brasileros.
Hay tres danzas cortas cuyo significado no es fácil entender. Son derivación de la caporeira también de origen africano, empleadas para articular tres momentos de la pasión. El sacrificio de quien morirá, el arresto de Jesús y el momento de burla por parte de los soldados con la esponja empapada en vinagre.
Dice Golijov, que el flamenco y la rumba se asemejan en su composición a lo que quiso representar Picasso en el caballo del Guernica, cuyo cuello está volteado a una posición irreal con el simbolismo de angustia superlativa.
De todas maneras es admirable que esta conjunción heterogénea de elementos o instrumentos y de cantantes y músicos, tenga esa fuerza que mantiene la tensión no ya de una frase musical, sino de la obra completa, cuyo fondo y final están en la mente del espectador desde cuando se anuncia la obra, meses atrás. Hay momentos en que los coros enfrentados cantan a gritos o con voces deformadas frases aplicables al desarrollo de la trama. Otras veces acompañan con palmas el sonido de la percusión y otras veces hacen una polifonía exquisita en momentos de reflexión.
Éxito innegable, de la directora del coro venezolano Schola Cantorum María Guinand, encargada del control total de casi un centenar de personas, que actuaron con magnífica coordinación en un montaje diferente a todo. La obra incluye coros, solistas, cuerdas, percusión variadísima, guitarras, cuatro y acordeón. Muchos aplausos en un escenario apropiado, el Centro de Convenciones. Y además polémica y comentarios disimiles, precisamente por lo complejo de la representación.
Referencia: Conferencia del autor y entrevista de David Harrington antes del estreno mundial.