¿Sabe qué es la ampolla del Papa? ¿Ya la fue a visitar? ¿No le parece exagerado todo lo que está pasando en torno a las dichosas gotas de la beata sangre? A mi sí. Y siendo honestos, esta estrategia propagandística de la Iglesia Católica me resulta un tanto espantosa.
Primero que todo, ¿cuándo le sacaron la dichosa gota de sangre al fallecido Juan Pablo II? ¿Acaso apenas se murió llegó el camarlengo con una jeringa, le punzó el brazo, la pierna o el glúteo y le sacó las gotas de sangre que hoy viajan por el mundo en un relicario de bronce? ¿O fue algún cardenal mercantilista que, imaginando el negocio papal, aprovechó un descuido y extrajo el líquido escarlata de las venas del recién fallecido Karol Wojtyla?
Resulta macabro imaginarse que muerto el Papa, la primera idea de las altas esferas vaticanas sea sacarle sangre para luego ponerla a pasear por el planeta. Pero parece que fue así.
Es evidente que estamos ante una gran estrategia promocional de la Iglesia Católica.
No dejan de sorprenderme las filas inmensas de personas ansiosas por ver unas goticas de sangre detrás de un vidrio. ¿Qué esperan?
No deja de impactarme el cubrimiento excesivo que le han dado los medios de comunicación al periplo de la sangre papal. ¿Acaso hacen la misma bulla cuando llega el año nuevo judío o cuando comienza el mes de Ramadán?
Algunos dirán que eso pasa porque Colombia es un país católico. Y sí, estoy de acuerdo. Este es un país con una tradición religiosa muy importante, pero ello no significa que no se deba tomar distancia del evento para evaluarlo como lo que es: propaganda.
Gracias a la sangre de Juan Pablo II, la Iglesia Católica logra titulares y largas notas en los medios de comunicación. Gracias a la sangre del beato Wojtyla, muchos padres creyentes llevarán a sus hijos menores a ver al dichoso relicario y así sembrarán en ellos el germen católico. Gracias a la sangre del papa polaco, muchos piensan hoy que la paz en Colombia es cuestión de milagros.
Parece que hubiéramos vuelto a la Edad Media en la que huesos, cabelleras y hasta momias de los santos se convertían en reliquias de gran valor y poseedoras de poderes mágicos. En ese entonces, los templos se disputaban literalmente los pedazos de los cadáveres de los santos para poder tener así fuera una falange en una cajita y convertirla en motivo de veneración. Hoy, las cosas han cambiado. Ampollas con sangre de un Papa muerto viajan por el mundo como exhibición de museo buscando cautivar a los espíritus ansiosos de algo en qué creer.
La iglesia convirtiendo a su fallecido líder en un show de circo para conseguir seguidores. ¡Horror!
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Post-It: Muy en la línea de “El país de Laura Acuña”, esta semana fuimos ‘El país de El Chamán’. Todos los medios de comunicación tuvieron que ver con esa historia que, de denuncia de presunta corrupción, pasó a convertirse en el show mediático del hombre que contrataron para ‘espantar’ las lluvias en la final del Mundial de Fútbol Sub-20.
A finales de esta semana vino la expresión del presidente Santos: “una muestra de que vamos por buen camino es que los medios llevan una semana hablando de un chamán”.
¿Será que sí? La frivolidad nos enceguece.