Para Antanas Mockus, como para Pablo Milanés, la vida no vale nada si uno se queda sentado cual si no pasara nada. Para el exalcalde bogotano, la vida no vale nada si no se asume sagrada, si se ignora que el asesino cogió por otro camino y prepara otra celada. Mockus, como muchos de sus seguidores, piensan que la vida no vale nada si cuatro niños caen asesinados en el Caquetá y no son capaces de tocar los corazones que se apagan. Por eso propone una marcha por la vida, una movilización que tenga connotaciones de pacto por la paz, de reconciliación y de convivencia. Por esa razón sus principales invitados son el senador filocomunista Iván Cepeda y el expresidente filoderechista Álvaro Uribe Vélez, porque la convocatoria lleva implícito un grito de ¡Basta ya de atizar el fuego¡ y de echarle sal a la herida. Y va dirigida a dos símbolos de la polarización, que hoy en día se convierte en una variable más del conflicto.
Porque Antanas Mockus pertenece a esa estirpe humana que si escucha un grito mortal siente que en todas partes lo llaman. Porque como el que más, no quiere que se sorprenda a otro hermano cuando se sabe de antemano lo que se le preparaba. Y pésele a quien le pese Mockus es un militante por la vida de esos que se hace matar por la vida, de los que llevan incrustada en el alma la frase de Ali Primera “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, porque con profundo amor por la vida sabe decir con Mercedes Sosa, “Gracias a la vida que me ha dado tanto”. Porque entiende con Facundo Cabral que la vida es hermosa y que ni por eso hay que perdérsela. Y es que Mockus podrá tener defectos organizativos, errores políticos y aún problemas con su propio ego, pero nadie duda que es uno de esos colombianos que en las noches, con Leó Guieco, sólo le pide a Dios que la guerra no le sea indiferente porque es un monstruo grande y ha pisado fuerte a Colombia durante mas de medio siglo.
Por esa razón se equivocan con Mockus quienes quieren encontrar una especie de preterintencionalidad en su convocatoria para el 8 de marzo. Se equivocan tanto las militantes feministas mamertoides que piensan que una marcha por la vida citada para el día de la mujer atenta contra sus intereses sectoriales o contra el sacro significado de la lucha por la equidad de género. Quizás algunas de estas radicales luchadoras por los derechos femeninos no comprenden que la mujer, como les recuerda el propio Antanas, es símbolo de vida, en tanto son ellas quienes traen en sus entrañas la vida misma. Pero se equivocan de cabo a rabo quienes pretenden que Mockus hace esta convocatoria porque está desarrollando una tarea para cumplir el literal de una parte de un contrato con la Presidencia que indica que se compromete a pormover acciones de paz. Es como si se pudiera acusar un médico voluntario que intente salvar la vida de un paciente en un accidente porque tiene un contrato para salvar vidas con una compañia de seguros.
Lo curioso es que los detractores de la marcha o los contradictores de Mockus que intentan encontrar la forma de desdibujar la movilización por la vida que propone el exalcalde no comprenden ni siquiera lo que significa un aparte de un contrato que habla de movilización social, lo cual no es lo mismo que movilización de masas, que técnicamente equivale a una manifestación o una concentración puntual o a manera de marcha. Lo que se contrata es la forma de generar simpatía mediante una serie de hechos que conduzcan a la toma de conciencia sobre un aspecto por parte de la ciudadanía. Movilizar en el contrato es sensibilizar, promover comprensión hacia una idea o propiciar un ambiente favorable a una propuesta. Es decir, es una movilización conceptual, filosófica o incluso sicológica. Y convocar a una marcha, así periodísticamente se llame también movilización es invitar a un acto físico de manifestarse mediante un mitin o un desfile, que implica un desplazamiento físico, para poner una posición frente a un tópico particular, en este caso el irrespeto por la vida.
Una protesta contra la muerte, o un acto agitacional en defensa de la vida para generar un impacto frente a los actores de la guerra, que busca que los polos radicales comprendan que la gente quiere una salida de convivencia pactada, puede coincidir con los propósitos máximos del contrato, en cuanto a sus principios, pero nunca se puede ver como un subproducto del contrato. Entre otras cosas porque no es un entregable que se pueda prometer con garantía de éxito. Eso es hilar muy delgado y no es la primera vez que los sectarios le intentan buscar el lado perverso a Mockus. Ya lo habían hecho en la campaña presidencial cuando dijo algo bonito hacia los niños y los suspicaces de turno lo intentaron acusar hasta de pederastra. Y es muy lógico porque quienes piensan en que todo vale, que todo el mundo tiene precio o que todos los seres humanos sólo piensan en su interés particular, jamás entenderán que existan personas con capacidad de entrega, con fundamentos arraigados en la filosofía del bien común y de la ética de lo público. Por eso siempre buscarán encontrar la forma de enlodar a quien se les distingue y los acusa.
Es casi una práctica mafiosa. Aquella según la cual tienen que buscar con la linterna de Diógenes la forma de encontrar incoherencia en quien marca la diferencia. Es la versión moderna del calumnia, calumnia que de la calumnia algo queda, que ha dado paso a la de desconfía, desconfía que de la suspicacia algo queda. Y a esa práctica no le queda otra respuesta que la que recomendaba Lenin en su Qué Hacer, agitación, propaganda y movilización, así Mockus haya renunciado al marxismo leninismo hace mucho rato, para poder contrarrestar las campañas de desinformación o de desprestigio que promueven las extremas. Y a los amigos del exalcalde no les queda otro camino que recordar con Horacio Guaraní en “Cuando Nadie”: “Cuando nadie te crea /cuando nadie te escuche/ cuando nadie recuerde/ lo que fuiste un día /no te entregues por eso/ asómate a la vida/ levanta tu guitarra /y canta... y canta. El hombre como el fuego tan sólo se conoce cuando ha dejao su huella en medio del camino. Anda tu vida y canta, y no te calles nunca, porque sino la muerte te ha de robar el canto”.
La vida no vale nada
Mar, 17/02/2015 - 16:22
Para Antanas Mockus, como para Pablo Milanés, la vida no vale nada si uno se queda sentado cual si no pasara nada. Para el exalcalde bogotano, la vida no vale nada si no se asume sagrada, si se ignor