“Metidas de pata” periodísticas

Mar, 29/11/2011 - 00:02
Un año de vida periodística, como el que está celebrando KienyKe, es tiempo suficiente para la sucesión de múltiples anécdotas y metidas de pata periodísticas, q

Un año de vida periodística, como el que está celebrando KienyKe, es tiempo suficiente para la sucesión de múltiples anécdotas y metidas de pata periodísticas, que seguramente sus protagonistas tendrán oportunidad de contar. A eso los invito.

Yo me reí mucho con el gran Germán Castro Caicedo, quien publicó en primera página de El Tiempo un hecho insólito y despreciable: un sujeto de solo 23 años se jactaba de haber matado a su madrina y la gente lo celebraba. ¡Y andaba suelto!

Las rectificaciones llovieron de inmediato. El sujeto no había asesinado a una mujer sino a “una madrina” de 23 reses, un pequeño hato como se conoce en el Llano.

Todos guardamos entre pecho y espalda grandes equivocaciones e historias. Le dediqué casi un año (¡desocupado!) a preguntarle a los colegas sobre sus metidas de pata, en esta actividad donde se suele trabajar y “cerrar” a velocidades de vértigo.

Pacho Santos, hoy director de RCN, hizo en El Tiempo la reseña póstuma de un dirigente tolimense, muy querido y respetado en la región. Al no encontrar una foto del personaje, pidió al diagramador ilustrar con una lechona. Lo que ambos consideraron gracioso, casi le cuesta al periódico no circular más en medio país.

Yamid Amat se inventó un mar, al titular en primera página “Maremoto en Bolivia”, el peor desastre periodístico que haya cometido en mi vida, comenta el gran periodista. No fue ignorancia, hubo confusión en el montaje final.

Andamos sumidos en una vorágine diaria, donde se aprende a punta de torpezas y experiencias. “Los pescadores de mi tierra —dice Juan Gossaín —tienen un proverbio muy sabio, que yo aprendí de niño. Ellos dicen que si uno quiere comer pescado, tiene que mojarse el culo”.

Otro amigo, Javier Ayala, no siente vergüenza al confesar su vicio de siempre: come papel. Quizá por el desespero de la cuartilla en blanco comenzó ingiriendo pequeños trozos. Ha comido papel bond, y hasta la mitad de un cheque, que obviamente no pudo cobrar.

En CNN, la colombiana Ángela Patricia Janiot entrevistaba en directo al portavoz del Movimiento Revolucionario Tupac Amarú.  —¿Usted está viendo, señor Velasco, las imágenes que estamos pasando desde el Perú?  —le preguntó. El señor Velasco, muy tranquilo, le respondió: —No me tome del pelo, señorita. Yo soy ciego.

Oscar Domínguez fue invitado cierta vez a un almuerzo en la Nunciatura Apostólica. “En el dichoso almuerzo, abría la puerta un descomplicado señor con algunos teológicos kilos de más. Ese mismo señor me pescó solitario mirando libros en la biblioteca y me puso conversa para que no me aburriera. Me tomé la licencia de expresar ciertas dudas sobre la infalibilidad del Papa y expresé mi deseo de que los curas se casaran, porque la soledad no es la mejor compañía”.

Ya en la mesa, curioso, Oscar preguntó quién era ese gordito tan simpático. —¡El Nuncio!, le respondieron en coro.

Don Arturo Abella (q.e.p.d.) mató al Papa Pío XII, ocho horas antes de muerte, no obstante sus fuentes de alta fidelidad. Debió presentarle excusas hasta la Santa Sede por su equivocación.

Estando al frente de la agencia EFE, Guillermo Tribín Piedrahíta “asesinó” al entonces presidente López Michelsen. Un reportero, ensayando el sistema, había escrito una noticia según la cual un grupo terrorista había bombardeado al mandatario. Violando estrictas normas de control, el flash pasó derecho a Madrid y se difundió por todo el mundo.

“El chupo” Armando Plata Camacho estaba revisando papeles en la cabina de Caracol y por despiste el control lanzó un extra al aire. Después de cinco segundos angustiosos, buscando una noticia importante, soltó la siguiente: Atención, Urgente. Las hermanas de la caridad de la Valbanera informan que aún quedan varios cupos para el curso de corte y confección que dictará la hermana Sor Gloria.

Cuenta Ernesto McCausland que en el Heraldo de Barraquilla hubo problemas con una de sus primeras crónicas judiciales. En armada confundieron las fotos del reportaje y de la jueza dijeron que era la prostituta. Y sobre la prostituta dijeron que era la jueza Berta Marina, durante la notificación. McCausland debió esconderse ocho días, preocupado por las reacciones de las afectadas.

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