No alcanzar a comprender el por qué de ciertas actuaciones de otros, cuando caen en situaciones que consideramos absurdas, nos convierte en vulnerables ante los mismos peligros. No es fácil entender cómo, contando con claras señales de peligro, todo un pueblo se precipitó en el abismo como sucedió con los venezolanos. ¿Qué los llevó a su terrible situación que no sea diferente a lo que toleramos hoy en Colombia? ¿No es suficiente ver el inmenso sufrimiento de nuestros hermanos para que reaccionemos? Pareciera que tuviéramos que vivirlo en carne propia para tomar consciencia.
Es de extrañar que no manifestemos solidaridad con el inmenso sufrimiento de los venezolanos siendo motivo de vergüenza nuestra actitud pasiva. Llegó el momento de dejar a un lado la indiferencia ante tanto horror e impedir que se cumpla el amargo presagio de un futuro en el que los colombianos terminaremos en las garras de una tiranía similar o peor que la de Venezuela, con sus terribles consecuencias.
Los venezolanos no van a detenerse hasta que caiga la tiranía. Considero que ha tomado mucho tiempo pero están demostrando que están en el bando vencedor así les hayan asestado los peores golpes.
Los colombianos también nos hemos mantenido en ese bando mientras que Maduro y Santos han estado en el perdedor. Asociarse con bandas criminales, entre muchos otros errores, les está costando muy caro.
Así, como a los venezolanos, a los colombianos nos ha llegado, por fin, el turno de entrar en escena. Me refiero, claro está, a quienes defendemos la democracia. Hasta hoy los protagonistas fueron los narcoterroristas de las FARC y el corrupto gobierno presidido por Juan Manuel Santos. Los colombianos estamos hastiados de esta tragicomedia y de sus actores. ¡Qué deplorable ha sido la actuación de estos criminales que pretenden mantenerse en escena cuando el público hastiado no para de echarles tomates!
Porque mientras el mundo entero se une para aniquilar el terrorismo, estar apoyando a terroristas es un pésimo negocio. Mientras que el mundo entero se la juega a un capitalismo renovado para este siglo, estar promocionando esquemas comunistas es un grave error del que hemos sufriendo las consecuencias. Mientras que el mundo entero mira con indignación y desprecio cualquier genero de tiranía, estar torciendo la democracia para instaurar dictaduras es estar jugando en el bando equivocado.
Juan Manuel Santos; que se precia de ser todo un tahúr, ha caído en sus propias trampas y ya no tiene escapatoria. Jugó con las cartas de la corrupción y tendrá que rendir cuentas por eso. Ha vulnerado la separación de poderes y esto lo ha puesto en evidencia. Se hizo fraudulentamente a un Premio Nobel y está en la mira del mundo entero al que ahora tiene que responderle por tan alto galardón. Ha sido el aliado de un régimen tiránico que está a punto de caer estrepitosamente y será arrastrado por él. Ha utilizado la mentira y el engaño de manera tan descarada que ya nadie confía en su palabra. Ha malgastado los recursos del país por lo que tendrá que rendir cuentas. Se la jugó a entregarle el país a una banda criminal en plena decadencia, y se ha propuesto raspar la olla para complacerlos, atentando contra los derechos de los ciudadanos desatendiendo sus reclamos, perdiendo así las cartas de las falsas expectativas. Ahora, cuando se le va agotando el tiempo de su mandato, serán todavía menos quienes lo apoyan y no le va a quedar otra alternativa diferente a la de renunciar si quiere limpiar en parte su sucia imagen.
Nos llegó el turno y nos corresponde estar a la altura de nuestro compromiso histórico con la democracia. Pongamos toda nuestra fe, imaginación y creatividad para que, con la confianza que nos da estar en el bando ganador, restauremos la plena democracia como paso fundamental en la reconstrucción del país y manifestemos toda nuestra admiración y respeto a los venezolanos a quienes, como a nosotros, les llegó el turno.
Nos llegó el turno
Mié, 07/06/2017 - 14:31
No alcanzar a comprender el por qué de ciertas actuaciones de otros, cuando caen en situaciones que consideramos absurdas, nos convierte en vulnerables ante los mismos peligros. No es fácil entender