Este año conmemoramos las primeras publicaciones hace treinta años de casos clínicos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida por VIH. El primero de diciembre se celebra el Día Internacional de la lucha contra el Sida. Se dice que se escogió esta fecha en memoria del primer paciente diagnosticado con Sida. Aquí hay un error o imprecisión por dos razones.
Primero, la publicación formal de los cinco casos iniciales de la enfermedad que había de llamarse Sida fue en junio de 1981 (MMWR, June 5, 1981 / 30(21);1-3). Segundo, el caso más antiguo en Estados Unidos diagnosticado retrospectivamente con presencia del virus en los tejidos es de 1969, Robert R., joven de 15 años quien murió con una inmunodeficiencia similar al Sida. Parece entonces falso el mítico comienzo del Sida en EE. UU. con un paciente 0: Gaetano Dugas, auxiliar de vuelo canadiense sexualmente promiscuo. No hay ningún culpable personal del ingreso del virus al Occidente y su diseminación global posterior.
El agente microbiológico del Sida probablemente entró varias veces a distintas poblaciones humanas hasta que encontró unas conductas que amplificaron su distribución. Estas conductas son ya bien conocidas: promiscuidad sexual, sexo anal sin protección, uso común de agujas contaminadas, etc. Cuál de ellas fue más efectiva en la distribución del virus es discutible y probablemente dependa de diferentes costumbres y estilos de vida. No hay individuo, grupo humano o país exclusivamente responsable del síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
El origen del virus, quien nadie duda ya en considerar la causa del Sida, ha sido investigado con cuidadosos estudios biomoleculares en los últimos años. Es una historia complicada muy bien resumida en un libro reciente The Origins of AIDS (Cambridge University Press, 2011) del microbiólogo Jacques Pepin. Vale la pena resumir la narración para derrumbar mitos sobre el origen del VIH.
El virus se encontraba en un nicho ecológico muy preciso en chimpancés Pan troglodytes troglodytes en la frontera de Camerún y el Congo. Se piensa que es un “agregado” de varias clases de virus que infectan a simios más pequeños que los chimpancés cazan y comen. Pruebas (“relojes”) biomoleculares indican que el grupo genético M que causa el 99% de los casos humanos saltó al hombre en la década de los veinte del siglo pasado. Podemos pensar que en esa época se hizo más común en África cazar monos con rifle, no con flechas o dardos, y se popularizó el chimpancé (antropoide grande y ágil) como “carne de monte”. Los carniceros y cocineros probablemente se infectaron a través del contacto con la sangre de animales infectados. De ahí en adelante la transmisión del virus fue predominantemente venérea.
En la primera mitad del siglo XX ocurrió un “boom” minero en el Congo que llevó a desplazamiento urbano con aumento de la prostitución. Además apertura de carreteras con camioneros que eran frecuentes clientes de las prostitutas cuando estaban lejos de su hogar pero regresaban a sus casas llevando el virus. Luego de 1960 tras la independencia del Congo Belga y el Congo Francés se suceden varios años de caos político y social con mayor pobreza, prostitución y desplazamiento urbano con amplificación de la transmisión sexual del virus.
¿Cómo saltó el virus el mar hasta América? Llegaron al Congo maestros y funcionarios de Haití, país también pobre pero francófono, en misiones de ayuda de la ONU. Se piensa que algunos adquirieron el virus y lo llevaron a Haití. ¿Y cómo pasó el VIH de la isla caribeña a los EE. UU. donde explotó la epidemia en 1981? Aquí la narración se vuelve dramática.
En los años sesenta y setenta del siglo pasado el gobierno norteamericano estaba empeñado en una lucha larga y sangrienta en Vietnam. La estructura de Bancos de Sangre de EE. UU. no podía satisfacer la demanda de plasma y otros productos para sus soldados en el sur de Asia. Se establecieron centros de donación remunerada de sangre en América Latina y el Caribe. En Colombia se intentó hacerlo por parte de una reconocida multinacional pero después de algunos desmayos y complicaciones con donantes pagados se prohibió esa actividad comercial en Colombia. No en Haití donde la pobreza y la venta de sangre por parte del donante fue masiva.
Pepin dice que fue especialmente importante la exportación de plasma por un centro llamado Hemo-Caribbean, propiedad en parte de un tal Lukcner Cambronne líder de la policía secreta de los Tontons Macoutes. Este centro envió mensualmente a Nueva York, futuro epicentro de la epidemia, entre 5.000 y 6.000 litros de plasma (reporte en el New York Times de enero 28,1972).
Probablemente existieron otras rutas de viaje para el virus: transmisión a Europa por inmigrantes africanos, turismo sexual en el Caribe, etc. Pero la narración histórica del profesor Pepin es integral, coherente, con gran probabilidad de verdad y destruye algunos mitos sobre el origen del VIH.