“Politicuchos”, ¿quieren nuestro voto?

Es raro no sorprendernos. Nos acercamos a Plutón, vemos prótesis para niños hechas con fichas de legos que pueden convertirse en naves espaciales; creamos bibliotecas entre todos (Wikipedia) y somos capaces de ayudar a la Nasa en sus proyectos espaciales (miles participaron de “Clickworkers”, iniciativa para que la gente marcara cráteres sobre mapas de Marte). Nosotros hacemos parte de un grupo de sobrevivientes que no cree en ustedes, políticos de antaño, que ve el mundo de otra manera y que tranquilamente se encuentra con noticias que a ustedes tal vez les parezcan ciencia ficción. “Rusia presentó el logotipo del Mundial 2018 en el espacio exterior” y “Baumgartner superó la velocidad del sonido”, por ejemplo. Muchos de ustedes critican estas generaciones porque no votan y andan conectadas a la tecnología. Pero somos personas que hemos visto el cambio de milenio, conocido tres papas (Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) y escuchado música en vinilo, casete, CD y ahora en Deezer o Spotify. ¿Y todo esto qué quiere decir? Que somos una generación que reconoce el cambio global. Hay concursos gay de rodeo en Estados Unidos; en algunos países se permite el matrimonio y la adopción homosexual; Sadam Husein fue ahorcado y lo vimos por TV. Sucedió la Primavera Árabe y la seguimos en la web. Explotamos las redes sociales. Tsunamis y terremotos trágicos nos han abrumado a miles de kilómetros. Latinmail, Ares y Messenger son cosa de un pasado del que fuimos participantes. ¿Entonces ustedes quieren nuestros votos diciendo lo mismo de siempre, que van a mejorar todo de tacazo, la salud, las vías, la calidad de vida, la seguridad? ¿Acaso nos creen tan ignorantes? Por fortuna, somos gente incrédula al tiempo que su pobreza de ideas abruma. En Bogotá, seguimos hablando del metro. En La Guajira, hacen campaña política pintando burros de colores. Otros tantos, están untados de corrupción, delincuencia e inhabilidad. La conquista de estos tiempos es diferente. Ya se puede concretar sin reconocimiento real gracias a aplicaciones como Tinder. Para el gusto obsceno e insaciable, hay pornografía y literatura por doquier en Internet y redes sociales exclusivas para infieles (ashleymadison.com). Los abuelos, con razón, desconocen muchos de nuestros hábitos y vicios. Cuando alguien cuenta que en Colombia la gente que se mataba por ser del partido Conservador o Liberal imaginamos la prehistoria. Reconocemos también que hay mucho desorden, claro, pero tal vez esto sea mejor que la dominación manipulada. ¿Cómo hacer para que la gente vuelva a creer en ustedes y sus supuestos cambios democráticos, “politicuchos”? Ciertos paradigmas se han esfumado, como la fidelidad a un partido, a un prócer. Ya no hay solo dos periódicos nacionales informando. Nos acostumbramos a Internet, a la comunicación instantánea y de múltiples fuentes. Podemos trabajar desde la casa libremente en proyectos colectivos mundiales (sourceforge.net). ¿Alguno de ustedes conoce nuestro potencial? Lo dudo. Hemos sido testigos de muchas cosas, como de tantos candidatos que quieren ganar elecciones a punta de tamal y proselitismo barato. Yo me resisto a creer que podamos aspirar a tan poco. Estamos en épocas de avances científicos (clonación, manipulación genética), revoluciones, indignaciones constantes, reformas, fusiones, guerras internas y externas, operaciones antes inimaginables (alargamiento del pene, por decir algo) y de cambios de pensamiento como para continuar en lo mismo… Vale decirles a todos ustedes que hablan por estos días de “cambio” en sus campañas políticas que en este país lo único que no cambia es la clase dirigente a la que pertenecen, una manada ávida de poder para beneficio propio. Somos una generación que desconfía y que se ha alejado de los intermediarios tradicionales (medios de comunicación, Iglesia y partidos políticos) para tomar decisiones. Dan risa entonces ustedes, que quieren ganarse nuestro voto prometiendo lo de siempre, como si el mundo no estuviera cambiando. Y damos grima nosotros, que los seguimos eligiendo. En Twitter: @javieraborda