Refundar la Patria

Mié, 30/03/2016 - 15:02
¿Recuerdan a Venezuela antes de Chávez? Los partidos sin prosélitos, los líderes desprestigiados, corrupción por doquier, el establecimiento podrido, la gente decepcionada, las instituciones en c
¿Recuerdan a Venezuela antes de Chávez? Los partidos sin prosélitos, los líderes desprestigiados, corrupción por doquier, el establecimiento podrido, la gente decepcionada, las instituciones en crisis. Pues bien, así estamos aquí. Es tal la decadencia institucional colombiana, que a dos años de elecciones no hay una persona pública que infunda esperanza. Tocamos fondo y el pesimismo comienza a sepultarnos lentamente. Claro, el chavismo fue peor; fracasó vergonzosamente. Así que cabe concluir que solo un esfuerzo colectivo de contrición, un empeño in-pectore de todos, por simple instinto de conservación, nos puede sacar de la ruta que lleva al precipicio. ¿Cómo? Veamos… Colombia no es una democracia. Es una monarquía cuyo rey se renueva cada cuatro años. El sistema centralista colapsó. Hay que abrazar un modelo federal con autonomía y la única autonomía real es la que da la plata propia, luego debe ser sobretodo fiscal. Es decir, el grueso de los tributos y su ejecución a cargo de los entes regionales. Debemos reducir el tamaño del Congreso. Que sea unicameral, elegido por departamentos, y distritos como propone John Sudarsky. Y para que los bandidos no se mimeticen en la montonera, máximo de 100 congresistas. Cada uno sería mas importante y tendría más ojos encima. Además costaría mucho menos un congreso de 100 que uno de dos cámaras con 362. El parlamento es un costoso “mal necesario”, reducirlo mejoraría su desempeño y ahorraríamos. El control de “ías” puede ser nacional, tiene mucho sentido si la ejecución es departamental. Hay que acabar las contralorías departamentales y municipales. Y redefinir las potestades y competencias cruzadas de Alcaldes y Gobernadores. Las Asambleas sobran, una junta de Alcaldes puede hacer lo mismo. La Fiscalía debe salir de la rama judicial. Ese maridaje pernicioso ha sido nefasto. Lo de Montealegre fue la epítome, pero en realidad tal revoltillo solo produce maldades y bellaquerías. Porque resultados frente al crimen, pocos, casi nada. El proceso de paz, que está hundiéndose, hay que rescatarlo. Pero con realismo. Los negociadores deben cambiarse. Les faltó templanza y avanzaron mediante el mecanismo irresponsable de aplazar y no fijar con entereza los términos mínimos del Estado. A las FARC hay que pedirles grandeza en la coyuntura histórica. Están en mora de asumir una actitud constructiva y futurista, para ello tienen que dejar de conjugar el verbo “vencer” y empezar a viabilizar su entrada al espectro de la ideología y la dirección social, porque hasta ahora han estado dedicadas a hacer dinero e imponerse y no sería justo someter a tantos solo por agotamiento ante el miedo de su capacidad violenta. Impacta ver como “se saborean” pensando en lo que van a hacer ante la dirigencia tradicional con la entrega de la justicia que ya les firmó Santos. Esa Jurisdicción Especial de Paz, artillada con la insólita Unidad Investigativa que tendrá potestad para revisar lo nuevo y lo viejo y acusar y encausar a quien detesten, es lo más nefasto que se ha pactado, y no es comprensible que el país entero no se hubiere levantado contra ese engendro. ¿Será que no se entiende qué es? Pero que la mediocridad de los negociadores haya infligido al Estado semejante “auto derrota” es una cosa, y otra que las FARC en vez de estar pensando en el futuro lo consideren un triunfo, ello las delata concentradas en el pasado, pues solo se trata de una victoria si ese instrumento judicial se convierte en arma de venganza política. Para pensar en el futuro necesitamos derrotar lo que no funcionó. Dotarnos de un Congreso ágil; Departamentos fiscalmente independientes con gente de todas las ideologías desarrollando políticas, con autonomía federalista ¡Como en el mundo civilizado! El centralismo solo florece en la tiranía… Aquí nos ha marchitado. Aunque es pésimo ejemplo, no me atribula pensar que los guerrilleros no paguen cárcel ni que sean elegidos. Lo que sí aterroriza es que suelten las armas para empuñar el patíbulo moral que será la JEP, y encarcelar a los que secuestraban y “boleteaban” a pretexto de su falsa lucha social. Una falacia si repasamos el periplo de la izquierda democrática en el poder, tan corrupta como el establecimiento al que han combatido con un sesgo constante de resentimiento social derivado de una desigualdad económica innegable, que sí hay que corregir; pero la lucha debe ser contra la pobreza, no contra la riqueza que genera crecimiento. Hay que llegar al “Acuerdo sobre lo fundamental” que citara Gómez Hurtado: El camino es una Constituyente donde, después de cesar la comisión de delitos y liberar todos los secuestrados, participen las FARC y el ELN, por supuesto la oposición, la unidad nacional gobernante y todos los sectores sociales, para formular y establecer un nuevo orden democrático que sustituya al Estado centralista que ha fracasado rotundamente. La paz se vive y sucede a diario cuando el Estado sí funciona. Para empezar Colombia necesita volverse una República Federal como las naciones avanzadas del planeta. @sergioaraujoc
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