Roy Barreras y su prosa vertical con disfraz de poema

Mié, 21/08/2013 - 07:25
Quienes ejercemos misionalmente la crítica literaria, vemos con interés la eclosión de noveles poetas, audaces y atrevidos, que en un tris hacen una veintena de poemas, y revolucionan la historia d
Quienes ejercemos misionalmente la crítica literaria, vemos con interés la eclosión de noveles poetas, audaces y atrevidos, que en un tris hacen una veintena de poemas, y revolucionan la historia de las letras con sus versos y estilo. ¿Para qué Quevedo, Lope, Ganivet, Borges, García Lorca, si tenemos a Roy Barreras? ¡Perro guerrillero!/ ¿Qué haces allí en la mitad del bosque?/ Terrorista infiltrado, /  fiera salvaje. / ¿Estás seguro de que es ese tu mejor amigo?/ ¿No tienes otro?/ ¿Qué estás pensando con tu cabeza gacha?/ ¿Buscas refugio?/ ¿Quieres comida?/ ¿Alguien querrá adoptarte?/ ¿Darte un hogar? ¿Llevarte a casa?/ ¿Ofrecerte otra vida?/ No es fácil… podrías atacar, / no te conocen, no tienes nombre. / De lejos podrías ser peligroso. / ¿Es más fácil quererte que matarte?/ ¿Es fácil matarte que quererte? Del libro “Qué la paz sea contigo” 23 poemas escritos en un desvelo. Pasta dura. Editorial Planeta 2013. Antes de emerger Roy Barreras a la poesía, las palmas eran de Amparo Canal: "¿Qué es la MELANCOLÍA? / Es la tristeza. / ¿Qué es la NOSTALGIA? Es el recuerdo adolorido". A los dos autores, felicitaciones, porque innovar la literatura es una constante de los poetas, aunque en ella ya está todo escrito y aunque su misma historia constate que los cambios no son sino acercamientos cíclicos, -como la órbita de los asteroides- a sitios cercanos de tiempos lejanos. Cada innovación es un acto contra las formas literarias precedentes, un acto premeditado y madurado durante años o siglos, para constituirse en nueva corriente. Homero dista cinco siglos de Sófocles, y de este al renacimiento hay dos mil años. Las publicaciones entre Amparo y Roy se llevan siete años de distancia. Suficientes para depurarse, como apreciamos en el estilo. El romance medieval del romancero español, por ejemplo, se remozó setecientos años más tarde, en las mozuelas garcialorquianas de la generación del 27, y sobrevivirá al menosprecio de ciertos descubridores del verso libre, que apostataron de la versificación regular, la métrica y la estrofa, y se lanzaron impetuosamente a escribir prosa en columnas, como nuestros dos vates, que deslumbrados por falsas libertades versolibristas, invadieron el terreno de la prosa lírica, un campo fértil, ancho y válido. Pero no poema. El poema lírico exige formalismos y, revolucionarse puede significar excluirse, si el giro es extremo y se termina en otro carril. En el versolibrismo campean excelentes producciones, ni tan libres, ni tan facilistas, que siguen tres parámetros: ritmo y musicalidad, un renglón por un verso libre, e imagen que sorprenda en el juego de la palabra, en la metáfora y en la técnica del uso del tropo. García Lorca dijo: “Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, -o del demonio- no lo soy menos por la gracia de la técnica y del esfuerzo”.  Hay que estudiar entonces. Esta realidad desilusionaría a Roy, que escribe 20 versos libres por noche, y a Amparo que improvisa dos mientras responde una entrevista, si no fuera porque creen que su inspiración es divina. Te veo. Te deseo. Te miro. / Te pienso. Te siento. Te hablo. / Te creo. Te oigo. Te abrazo. / ¡Te quiero! ¡Te amo! ¡Te adoro (Amparo Canal) Para hacer poesía no basta escribir hacia abajo, en columna. Es necesario estudiar, es necesario leer, confrontar, escribir, romper y volver a escribir. Nuestros dos poetas, igual que otros iluminados del versolibrismo hacen alarde de su vertiginosa producción, y suben  a la web, poemas calienticos como el pan; sin escrúpulo, porque en todo autor hay un narciso enamorado de su obra, de ojo crítico para los defectos ajenos e invidente para los suyos. Poetas embriagados de sobradez literaria, que lanzan al desgaire, sustantivos y verbos sobre la albura del papel, y dan a conocer elementalidades descriptivas, cursilerías que rayan con el ridículo, o incoherencias magistrales. Recuerdo la “vibrante obra de arte abstracto” que en 2011 se subastó por 9.999 euros, y era “pintada” por un simio del zoológico de Paignton, al sur de Inglaterra. Poetas hay, que se erigen en Chilam Balam y fabrican artificiosas oscuridades para esconder erudiciones inexistentes, sabiendo que la oscuridad artificial jamás deja apreciar la luz de un poema, porque no brilla. De poetas está hecha Colombia, desde la Gruta Simbólica de la guerra de los mil días, guiada por el trascendental y extraño Julio Flórez y sus amigos mamadores de gallo, hasta el nuevo vanguardismo, el movimiento más joven con los poetas más viejos, Vicente Huidobro, César Vallejo y León de Greiff, que nacieron el siglo antepasado. La renovación poética, para claridad de Roy y de Amparo es secuencial, y tras el vanguardismo vino la poesía de compromiso social, antiimperialista y panfletaria, promulgada por Mao en el Foro de Yenán de 1942, entre cuyos adeptos se destacó Pablo Neruda, quien decía que el poema es un arma de combate. Eso es lo que Roy pretende con su título: Perro guerrillero, secuela de esa escuela literaria, que –tómelo como quiera- puede ser un insulto, o un canto al gozque subversivo, ese es el peculiar estilo de Roy. En 1958 Gonzalo Arango fundó el nadaísmo, y más que por sus poemas, el grupo es recordado por sus escándalos y empelotes públicos en medio de borracheras, que terminaban en cementerios, profanando espíritus. Después llegó el poeticismo, con fórmulas mágicas para hacer metáforas y el infrarrealismo en México, y los Mufados en Argentina, y en Estados Unidos la Generación Beat, con Allen Ginsberg y su poema Aullido: Que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York, que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley. La poesía vive, así sea un asunto de minorías, como afirma Harold Alvarado Tenorio, embejucado porque no ganó el premio nacional de poesía; sobrevivirá aunque Juan Gustavo Cobo Borda diga que “No existe sino un quinteto de poetas colombianos, y que lo demás es literatura pobre y anémica.” Sobrevivirá aunque los malos poetas crean que su falta de audiencia es porque escriben para ciegos y leen para sordos; sobrevivirá a pesar de Roy y de Amparo, o con Roy y Amparo, que podrían influenciar leyes que patrocinen libros de poesía. Sobrevivirá a pesar de la degradación que significa el Premio Nacional de Literatura, de una conocida página web, cuyos aspirantes compran, piden y adquieren votos por internet. El ganador es elegido por personas que jamás lo leyeron. La poesía sobrevivirá, como ha sobrevivido desde el principio de los siglos escritos.
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