Soy miembro de Sayco, pero además he sido empresario de espectáculos artísticos, por lo cual como nadie he vivido en carne propia las dos caras de la moneda, lo que me ha dado información privilegiada; no porque me la hayan contado, sino porque la he padecido; por eso me creo un testigo de excepción sobre los hechos que hoy tienen en el ojo del huracán a la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia.
Lo primero que debo afirmar categóricamente es que como ciudadano y como miembro de esa Sociedad en concreto, celebro la intervención del organismo de control gubernamental y la caída estruendosa tanto del director nacional de derechos de autor Juan Carlos Monroy, quien había sido anteriormente directivo de la sociedad (la famosa puerta giratoria) así como la de su gerente nacional Jairo Ruge, quienes se habían enquistado en ambas entidades y se proclamaban inamovibles, con la mirada impotente de aquellos que sabíamos lo que allí ocurría, que por falta de poder o de recursos, nunca fuimos escuchados. Pero ello no implica que Sayco se deba acabar; lo que hay es que sacar de allí todas las manzanas podridas, así que ojalá las otras también caigan pronto.
Somos muchos los miembros de Sayco que por algunas épocas hemos luchado contra esa especie de “Carrusel de compositores” que sin ser tan prolíficos en ese arte e incluso algunos sin ser verdaderos autores se han ido “camuflando” de tales y se han apoderado de la sociedad, incluso con actos fraudulentos e ilícitos como hacerse sonar en los medios a punta de “payola”, o lo que es peor, hacerse planillar en emisoras para luego autoliquidarse sumas exorbitantes; por supuesto, en detrimento de glorias de nuestra música, quienes casi siempre mueren en el ostracismo e inopia por culpa de estas “sanguijuelas”.
Claro, estos pillos saben que los verdaderos compositores están muy ocupados haciendo la música que se oye en Colombia; también saben que muchos de ellos no tienen la preparación académica o la experiencia para administrar la sociedad y los que la tenemos, tal vez andamos ocupados en otras actividades o en nuestras otras profesiones y eso les deja el camino expedito para sus fechorías.
Para hacerme entender mejor voy a ponerles dos ejemplos de cómo en Sayco se cometen actos de corrupción:
Alguna vez realicé un espectáculo artístico en el cual cancelé a Sayco por ejecución publica en vivo, pero al tiempo fui intérprete de tres de mis canciones, lo correcto y lógico sería que Sayco me liquidara y pagara una alícuota por derechos de autor, lo cual nunca llegó; hoy le pregunto a los compositores miembros ¿cada vez que a ustedes les interpretan sus canciones en espectáculos públicos, Sayco les liquida y paga detallada y discriminadamente por esas ejecuciones? Si no lo hace, entonces ¿adónde van a parar esos recursos?
El otro ejemplo se los doy con una pregunta. Cuando Sayco-Acinpro cobra a un establecimiento público por ejecución pública de la música, ¿le pregunta al dueño o administrador cuáles son las canciones que programa, para distribuir esos recursos en esos compositores o tiene una varita mágica que le indica cómo distribuir esos recursos?
Ese “Carrusel de compositores” tiene estrategias no solo para apoderarse de los recursos de los verdaderos autores, sino para contrarrestar a aquellos que tiene la osadía de enfrentarlos.
Cuando un compositor se convierte en una piedra en el zapato para “el carrusel” es muy fácil salir de él, sencillamente lo convierten en miembro adherente, los cuales no tienen derecho a aspirar a ningún cargo en la Sociedad, y averigüe, Vargas, es decir Ministro, cuántos compositores de talla nacional son adherentes y cuántos de los que yo llamo “camuflados” son activos.
Lo triste de todo esto es que hace muchos años se vienen denunciando irregularidades en Sayco por parte de los mismos compositores miembros (si no pregúntenle Antonio del Vilar o a Rafael Ricardo) y el órgano de control sólo hasta hoy, cuando un empresario de trayectoria internacional con el apoyo del cuarto poder, pone el dedo en la llaga, es cuando se digna intervenir, por eso es que cae como anillo al dedo el aforismo: Tanto va el cántaro al agua hasta que al fin se rompe.
COLOFÓN: Sería muy bueno que el equipo investigador del Ministerio del Interior llegue hasta los cuentas y bienes de todos los gerentes y directivos de Sayco y sus familias, en los últimos veinte años y haga pública por los medios de comunicación la distribución de los derechos de autor que hacen Sayco y Sayco-Acinpro a compositores e intérpretes y así como se destapó la olla de Sayco averigüe Vargas lo que ocurre en Acinpro.
jorgenainruiz@gmail.com
Sayco, tanto va el cántaro al agua…
Sáb, 19/11/2011 - 00:01
Soy miembro de Sayco, pero además he sido empresario de espectáculos artísticos, por lo cual como nadie he vivido en carne propia las dos caras de la moneda, lo que me ha dado información privileg