Luego del éxito de la multitudinaria movilización de ciudadanos en Colombia y fuera de ella el 6 de diciembre; al grupo ilegal de las Farc no le queda camino diferente que el de empezar a cumplir la doctrina o consigna que ha mantenido durante décadas, con la falacia de ser el ejército del pueblo. Ayer la voz del pueblo se expresó de manera masiva, es la voz del pueblo y como tal debe ser acatada. Todos al unísono, colombianos reunidos en un solo propósito pidieron la inmediata liberación de 11 policías y militares que completan 13 años en poder de ese grupo criminal. Unos encadenados, otros enjaulados, padeciendo la tortura casi perpetua del secuestro, considerado como delito de lesa humanidad.
Ojalá que el señor alias “Timonchenko” tenga en cuenta las consignas del pueblo colombiano que en masa le pidió “libérenlos ya” y “No más Farc”, no solamente para terminar con el dolor infinito de las familias que, incluso, hace tres años no reciben ni una sola prueba de supervivencia de esos militares que siguen aguardando el milagro de la Divina Providencia para salir de la tupida selva colombiana.
La vía más viable que deberían usar las Farc es la liberación unilateral, no solo dando respuesta inmediata a la población civil colombiana que lo exige, sino también para demostrar que todavía les queda algo de sensibilidad con sus propios compatriotas. Tras el terrible asesino de cuatro valientes hombres que siempre estuvieron esperando que les quitaran de encima las cadenas que los aprisionaron las 24 horas de cada uno de los días de cautiverio. Es lo mínimo que podría hacer esa considerada organización terrorista, liberar a quienes sentenciaron desde su óptica a pagar una larga condena. Pero no solamente ese mecanismo de liberación unilateral debe ir acompañado de un compromiso ante la comunidad internacional de no volver a fusilar a quienes esa organización al margen de la ley considera “Prisioneros de guerra”, y mucho menos volver a practicar el secuestro como un mecanismo de presión política en búsqueda de un reconocimiento político.
De nada le sirve a las Farc hacerle creer al pueblo que con su accionar está ganando puntos y que el mismo lo llevará al poder. Es ahora cuando mejor deben considerar la necesidad de replantear su propósito de manejar algún día las riendas del poder, con hechos violentos constantes contra la población y prácticas que causan repudio a la sociedad. No es con las armas y la intimidación que deben defenderse los ideales, sino más bien con ideas y planes que resulten convincentes para los ciudadanos que acuden a las urnas a escoger a sus gobernantes.
La política de seguridad democrática desde el año 2002 ha venido debilitando la estructura del Secretariado General de las Farc, les iría mejor si deciden rendirse, entregar las armas, apostarle a la paz y no terminar como sus cabecillas, alias “Raúl Reyes”, “El Mono Jojoy” o como “Alfonso Cano”.
La marcha del 6D demuestra que la verdadera revolución, señores de las Farc, esta masiva movilización nace del pueblo, y que la mejor voluntad es la que hace eco desde las entrañas de ese mismo pueblo. El pueblo está cansado de ver tanta sangre derramada, de uno y otro bando, y el primer paso hacia un verdadero gesto de paz es liberar cuanto antes a estos hombres y de paso poner en marcha un verdadero cambio político y social en Colombia, sin necesidad de estar presente en el campo de batalla.
¡Guerrillero desmovilízate, tu familia te espera!
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