Somos mercancía, Camila Abuabara

Mar, 11/11/2014 - 17:55
¿En qué momento dejamos imponernos verdades que no lo son? ¿Desde cuándo somos capaces de aceptar que un Gobierno decida sin vergüenza sobre la vida (muerte) de una persona y aun así aceptemos p
¿En qué momento dejamos imponernos verdades que no lo son? ¿Desde cuándo somos capaces de aceptar que un Gobierno decida sin vergüenza sobre la vida (muerte) de una persona y aun así aceptemos parte de su justificación? Pobre Camila. Y no por pesar de ella sino por la sociedad en la que respira. Además de tener que contarle al mundo su pena, su cáncer de sangre, mostrarse en cama, rapada, tiene que esperar la misericordia de un Estado que no debería existir para amedrentar sino para ayudar. A sus 25 años esta niña necesita un trasplante de médula ósea. Simple. Un juez había ordenado el pago de ese procedimiento en el MD Anderson de Cáncer, en Houston (EE. UU.), con cargo al sistema de salud. Sin embargo, un juez con función de Control de Garantías (¿garantías?) suspendió todo para estudiar de fondo la tutela y resolverla dentro de los términos pedidos por ley. O sea, carreta. Cada quien defiende su posición. Una parte lo hace desde la camilla y la otra desde los estrados y el poder. La tutela argumenta que el MD Anderson de Cáncer "es el único Centro Especializado que puede ofrecer un éxito del 66% según la casuística de sobrevivencia, ya que en Colombia no se tiene la infraestructura necesaria para ello, ni el conocimiento médico necesario". Pero el Gobierno, por medio de su Ministerio de Salud, y la EPS Sanitas dicen otra cosa: que no tienen cómo pagar en el exterior este tipo de tratamientos, que el procedimiento se puede efectuar en Colombia y está incluido en el POS. Camila está en una encrucijada que no es si la EPS se va a quedar sin dinero (hay que reconocer que ha invertido cerca de un millón de dólares en el tratamiento experimental al que Camila se ha sometido durante ocho meses). Su encrucijada es vivir o morir. No es si el sector se va a ver afectado. El procedimiento cuesta cerca de 4 mil millones de pesos en el MD Anderson, fortuna que debería ser pagada completamente por el Fosyga, que regula los recursos de salud de todos los colombianos. Si Camila se hace el tratamiento en Colombia costaría 300 millones de pesos, según la sociedad colombiana de Oncología. Es aquí cuando algunos asienten el debate, lo comprenden y hasta justifican una de sus partes. Pero se olvidan de lo básico y es que todo está mal desde la concepción del asunto. Dicen que la salud es un derecho fundamental, pero no absoluto (¿?). La verdad es que una paciente como Camila no tendría por qué acudir a la ley para tratarse donde mejor le parezca para cuidar su vida. El Estado debe proporcionar todas las herramientas para que así sea y no lo hace. Todos, absolutamente todos, deberíamos tener un buen sistema de salud y algo tan básico, tan sustancial, se nos presenta en cambio como una quimera, como el más lindo de los cuentos de hadas. “¿Hasta qué punto se deben gastar en un solo paciente recursos que podrían beneficiar a miles?”, preguntó la revista Semana. Por eso es que estamos mal, repito. Ese tipo de inquietudes desde su elaboración parecen justificar una realidad que no deberíamos aceptar jamás. Cuando una persona está en sus estertores no hay dinero que importe. Si fuera usted el que necesitara un tratamiento de este tipo no lo dudaría ni un instante. Yo lloraba porque la prepagada Colmédica no quería pagar terapias de rehabilitación para que volviera a caminar luego de sufrir un accidente de tránsito; no puedo si quiera pretender entender las penas que cobijan actualmente a Camila y su familia. El Estado dejó convertir la salud en un negocio. Es incapaz. Corrupto. Atrevido. Ineficiente. Egocéntrico. Déspota. Ladrón. Y nos acostumbramos a que así fuera. Camila escribió que la llenaban sentimientos de tristeza, desilusión y que a veces no quería ni verse al espejo. Mirar este mundo a veces da asco. Hay justificaciones para todo. Decir que el dinero que necesita Camila podría salvar a muchos más puede ser una triste realidad y a la vez una increíble injusticia. Una ofensa a nuestras existencias. ¿Acaso el Estado no tiene nuestro dinero y lo despilfarra en cantidades inimaginables? Esa plata que se ahorraría el Estado con Camila tal vez le sirva al Gobierno para rellenar más corruptos. Damos pena. Nos indignamos y lo que exigimos son migajas. El caso de Camila bien podría ser de todos. El pan se lo están comiendo otros, no nosotros. @javieraborda
Más KienyKe
Esto es lo que se sabe sobre las alteraciones en la movilidad este jueves 12 de diciembre en la capital colombiana.
El mandatario aseguró que los ajustes por el hundimiento de la reforma no los pagará el pueblo.
La reconocida presentadora será el reemplazo de Carlos Calero en este rol. Además, estará acompañada de Melina Ramírez.
Estados Unidos señala que las disidencias de las FARC y el ELN siguieron "cometiendo actos de terrorismo en Colombia y Venezuela".