
“Aquí no hay justicia. Este es un país de hp´s” afirmó el senador Armando Benedetti con seguridad y conocimiento de causa. Respecto a la segunda parte de su sentencia, creo que generaliza un poco. En su primera parte, Benedetti tiene toda la razón. Él es la mejor prueba de que en Colombia no hay justicia.
Que quienes violaron y reclutaron a menores hoy sean legisladores es la prueba de que Benedetti es un sabio. Por cierto, Benedetti votó a favor de las leyes que permiten que esto suceda. Que Ernesto Samper ande orondo por la vida luego de haber sido financiado por los carteles de la droga ratifica que Benedetti habla con la verdad. Su padre fue ministro de Samper.
Que Juan Manuel Santos haya traicionado el mandato que le otorgó el pueblo en el 2010, regalado Isagen, comprado la justicia, recibido dinero de Odebrecht, deportado perseguidos políticos, mentido sobre lo divino y lo humano además de untado hasta el cogote con presupuesto a políticos como Armando Benedetti, es la mejor demostración de lo válida que es la afirmación del senador.
Que en Colombia haya compra de votos gracias al dinero que ha sido sustraído de las arcas públicas y que permite la reelección de personajes políticos que utilizan el poder para canalizar contratos a cercanos y así financiar sus campañas, es la prueba de que Benedetti es un clarividente. La salud, las obras públicas y la alimentación escolar son botines que han sido arrasados como montañas de arena por buldóceres.
Que la justicia, sesgada y con precio, escoja a quienes persigue y a quienes protege es la mejor demostración de que Benedetti- siempre investigado pero nunca juzgado- tiene estatura de gran analista. Que el sistema judicial utilice falsos testigos, intercepte ilegalmente, filtre indagatorias, venda sentencias, es algo que Benedetti sabe que sucede en la realidad y por ello se atreve a decir con claridad que en Colombia no hay justicia.
Benedetti conoce de qué habla pues es uno de esos privilegiados que combina inteligencia, humor, buenas relaciones con la prensa y tiene acceso a los poderosos de Colombia. A pesar de su maltrecha reputación y de ser uno de los símbolos de lo que anda mal en Colombia, está en todas la jugadas y coquetea con la ley que serpentea a su alrededor sin tocarlo. Tiene mucha razón Benedetti: en Colombia no hay justicia.