¿Unirnos los colombianos? ¡Me creen bobo!

Sáb, 18/01/2020 - 03:32
Se oyen voces de ciudadanos de diversas condiciones pidiendo que los colombianos nos unamos por el bien general. El presidente Duque, por ejemplo, el 5 de agosto de 2018, dos día antes de posesionars
Se oyen voces de ciudadanos de diversas condiciones pidiendo que los colombianos nos unamos por el bien general. El presidente Duque, por ejemplo, el 5 de agosto de 2018, dos día antes de posesionarse, decía: “Nuestro deber [como mandatario] es lograr que todos empujemos como país en una misma dirección”. Bonito. Por su parte, el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, el 21 de abril de 2019 afirmaba en El Tiempo: “Invito a sentarnos al lado unos de otros, escucharnos y tener la posibilidad de construir algo juntos”. Estupendo. Un mes después de lo de Monsalve, Néstor Humberto Martínez, al renunciar como fiscal general, sostenía: “En Colombia sí es posible llegar a un entendimiento entre todos los sectores de la vida nacional”. Chévere. El tema de la unión de los colombianos es cosa vieja, no de viejos. El 9 de diciembre de 1830, una semana antes de morir en Santa Marta, el Libertador dicta su testamento político, y es claro: “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos [en el sentido de terminar con las disputas] y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Formidable. Tanto, que, en 1910, el general liberal Rafael Uribe Uribe sentenció: “Si Colombia parece enferma y como paralítica, es porque le hace falta un grande ideal, como el de la unidad, que levante y empuje a sus hijos en un movimiento común”. Extraordinario. Pero ¿unirnos con quién? ¿Con el que sea, sin importar su ideología, su ética, su historia? ¡Me creen bobo! Es que muchos tenemos razones muy sencillas para no unirnos a la topa tolondra. Por ejemplo:
  • ¿Unirnos con quienes combinan todas las formas de lucha para imponer un sistema como el que existe en Cuba desde hace sesenta años?
  • ¿Con quienes, si llegan al poder por vía electoral o ilegal, expropiarán tu vivienda, si es decorosa y si no eres de izquierda, para expulsarte y acomodar en ella a tres o cuatro familias “pobres”?
  • ¿Con quienes prohibirán todos los partidos y movimientos políticos que no sean de izquierda, para que reine un partido único, el Comunista, o como lo llamen?
  • ¿Con quienes provocarán millones de refugiados cuyas propiedades ocuparán los chachos y las chachas del Partido según su jerarquía?
  • ¿Con quienes eliminarán la educación no oficial en beneficio de la estatal, al servicio de lo que señale el Partido, y la economía privada, para montar la llamada economía socialista, regida por el Partido?
  • ¿Con quienes pondrán a las fuerzas armadas y de inteligencia a los pies del Partido, lo mismo que a los poderes legislativo y judicial, los entes de control y vigilancia?
  • ¿Con quienes únicamente aceptarán la existencia de los medios de comunicación afines al Partido?
  • ¿Con quienes han estado envenenando las conciencias y los corazones de los niños (y de las niñas, claro) a base de toda clase de falacias, promoviendo el odio a los “ricos”?
  • ¿Con quienes llenarían a este país de médicos, maestros, deportistas y militares cubanos, venezolanos y rusos, agentes ideológicos, dizque para realizar misiones humanitarias, como pasó en Cuba con los rusos y pasa en Venezuela con los cubanos? 
¡Me creen bobo! En el cuento de tal unión no caigo, por muy bonito, estupendo, chévere, formidable y extraordinario que me lo pinten. Con esos conciudadanos y sus ideas no voy. La imposibilidad moral de “unirnos” no la acabo de inventar. Ya la había puesto de presente, en otro escenario, el exvicepresidente Humberto de la Calle en El Espectador del 2 de junio de 2019, al precisar: “No veo forma de acordar la reforma rural con Álvaro Lafaurie” [como si De la Calle dijera: “¡me creen bobo!”]. Ni el tema de género con Alejandro Ordóñez [“¡me creen bobo!”]. Tampoco puede construirse un acuerdo sobre la afirmación de Álvaro Uribe de que en La Habana se pactó el cogobierno con el narco” [“¡me creen bobo!”].  Por todo lo dicho, y por todo lo no dicho, resultan ingenuas las palabras del presidente del BID, el colombiano Luis Alberto Moreno, en El Tiempo de agosto 5 de 2018: “Dentro de cuatro años me gustaría ver un gobierno que logró unir y no dividir”. Eso, estimado doctor Moreno, no depende del gobierno. Además es imposible, como queda ilustrado en los párrafos anteriores.  INFLEXIÓN. Claro que hay ciudadanos que se unirían con aquellos conciudadanos. Serían los mismos con lo mismo, de lo que esos mismos se quejan hoy.
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