A 30 de diciembre de este año y esta es mi última columna de estos primeros 365 del calendario bicentenarista, he resuelto dedicar estas líneas a los colombianos de bien que han trabajado con convicción y dedicación por las víctimas, por la libertad de los que están en la selva; bien víctimas, bien victimarios, para desearles de todo corazón mucha prosperidad.
Espero que el año que viene siga generando frutos positivos para nuestro país que a gritos reclama líderes políticos honestos y decentes. Líderes que no se vendan por ninguna suma de dinero, prebenda o promesa clientelista alguna. Por mi parte quiero compartir que los dividendos al finalizar el año, no obstante cerrarlo con algo de congoja por la amañada, mentirosa y revictimizante Ley de Víctimas, me dejó una experiencia extraordinaria como candidato al Cabildo del Distrito capital, al lado de mi querido amigo y hoy Viceministro de Trabajo, David Luna. Estoy sumamente agradecido con quienes me acompañaron en esta contienda electoral y para quienes no lo hicieron en las toldas, el mensaje es de reconciliación y esperanza, para que en las próximas elecciones nacionales votemos a conciencia y bien. Merecemos un país sin más ríos de sangre, un país con ciudadanos sonrientes y orgullosos de su dirigencia, de sus normas y su clase política, que son pilares fundamentales en una democracia verdaderamente participativa, incluyente y sólida. Tenemos derecho a nuestras garantías fundamentales, tanto a las promulgadas por la Carta Política nacional, como a las de rango humanitario Internacional.
Faltan pocas horas para despedir el 2011 y darle la bienvenida al nasciturus 2012, motivo por el cual siento que es propicio el momento para hacer este llamado a la verdad, para que haya perdón y a éste para que haya justicia y a ésta para que haya reconciliación. Se respira un ambiente fiestero, huele a tabaco y a ron de Vinola y los amigos sonreímos por más tristeza e injusticia que hayamos vivido. El colombiano es un hombre perteneciente a una raza noble y por más maltratado que esté por el sistema y su corrupción, está dispuesto a perdonar y a seguir adelante con tenacidad y estoicismo para lograr sus cometidos. A esos colombianos les reconozco su grandeza, su lucha y su esfuerzo por hacer patria. Podría hacer una lista de esos colombianos pero la lista se haría interminable. Por ellos levantaré mi copa y elevaré una plegaria al Arquitecto de la Vida, para que los que están vivos prosperen en sus causas y los que fueron cobardemente asesinados gocen de su presencia y nos sirvan de ejemplo a seguir. Quiero especialmente hacer un reconocimiento muy sensible a mi “hijo”: la Fundación Colombia con Memoria, a sus dirigentes y miembros que han apoyado nuestra causa humanitaria en procura de la verdad, que hoy 22 años después de la masacre de nuestros padres, hijos, hermanos, esposos y familiares aun no asoma la nariz, gracias a la paquidérmica y corrupta administración de justicia colombiana.
Me despido de 2011 con un corazón rebosante de amor, con una mujer inigualable, con Mamá viva, con una estrella en el cielo, una casa nueva y con la ilusión de una familia y un hogar que pueda tener a los padres de sus hijos, sin miedo a que les sean arrebatados por el narcoterrorismo, que subsiste en casi todas las esferas de nuestra patria maltratada y levantada a bala, sangre y pavor.
Los invito a que se unan a celebración en paz, con música para el espíritu y con la gente que quieran rodeados de los buenos. Alcen la copa en sus mesas como lo dice el Brindis del Bohemio. Era curioso ver aquel conjunto aquel grupo bohemio, del que brotaba la palabra chusca, la que vierte veneno, lo mismo que melosa y delicada, la música de un verso. A cada nueva libación, las penas hallábanse más lejos del grupo y nueva inspiración llegaba a todos los cerebros con el idilio roto que venía en alas del recuerdo. Olvidaba decir que aquella noche, aquel grupo bohemio celebraba entre risas, libaciones, chascarrillos y versos la agonía de un año que amarguras dejó en todos los pechos y la llegada, consecuencia lógica del “feliz año nuevo”.
¡Brindemos por el año que comienza! Porque nos traiga ensueños; porque no sea su equipaje un cúmulo de amargos desconsuelos. Brindemos por la paz de Colombia, por nuestros hermanos en las selvas y por la libertad que nos da la capacidad de preferir el bien frente al mal. No más concejales corruptos, no más funcionarios peculadores y no más indiferencia de la sociedad frente a las víctimas. Libemos por la no impunidad.
Vengo del olivo, voy pa’l olivar, un año que viene y otro que se va. Salud ya que, apenas está comenzando la fiesta: Arriba la Virgen del Carmen, abajo Satanás viejo HP y los detractores de los Derechos Humanos. Abrazo cálido y en 2012 seguiremos trabajando. ¡Feliz año nuevo!