El ciudadano democrático es aquel del común que no tiene renombre de artista como Shakira, ni es un deportista admirado como el Pibe Valderrama, ni tiene el carisma de Juanes, pero vive y trabaja en su oficio que puede ser un conductor de taxi, una obrera de fábrica, un profesional de la medicina, un agricultor que siembra papa, un fabricante de cemento para exportación. En fin, existen miles de oficios y millones de ciudadanos que se asemejan unos a otros en su condición de tales, se reconocen humanos entre sí. Para ellos, es decir, para todos nosotros, Fernando Savater, el filósofo español, publicó un libro pequeño en tamaño, grande como lección. Se trata de explicar los principales términos políticos que un ciudadano del común debe comprender a plenitud, para vivir en armonía con sus semejantes y construir una sociedad civilizada. Un “manual” sintético de ese vocabulario va a continuación, que quizás ayude en estos momentos de ambigüedad gubernamental y de incertidumbres conceptuales de la élite dirigente.
Constitución: es el reglamento del juego democrático. En ella están los derechos y deberes de los habitantes de ese estado, así sean extranjeros. Obviamente allí encuentran diseñadas las instituciones básicas como el poder ejecutivo (Presidente, ministros, gobernadores y alcaldes), poder legislativo (Congreso) y poder judicial o jurisdiccional (Cortes, magistrados, jueces). La Constitución está hecha para durar muchos años, pero no es intocable, puesto que ha sido construida por humanos, son los humanos, los ciudadanos, quienes la cambian de acuerdo a la evolución de la realidad.
Ciudadanía: es el conjunto de hombres y mujeres que tienen un pacto, explícito en la Constitución, para respetarla y aumentar y defender la democracia. Es la forma de agruparse los iguales en derechos y deberes, no por la raza, la religión, el sexo o las capacidades intelectuales o físicas. El ciudadano es el sujeto sobre el cual recae la libertad y la responsabilidad que conlleva el ejercicio de serlo.
Derecha/Izquierda: términos que provienen de la revolución francesa de 1789. Los límites han perdido su contorno definido y en las corrientes políticas actuales hay mezclas. Aunque por tiempos surgen componentes de especial categoría que permiten ubicarse a un lado u otro. Por ejemplo en el escudo de Colombia está escrito el lema de Libertad y Orden. En sus momentos de ubicación se decía que el orden era una bandera de la derecha y la libertad una bandera de la izquierda. Ambos términos, izquierda y derecha, indican una contradicción que en democracia se resuelve pacíficamente. Hoy existen partidos de centro que equilibran los antagonismos radicales. El centro ha ganado espacio cuando hay polarización.
Laicismo: no es en modo alguno una actitud antirreligiosa, sino estrictamente evangélica: dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Consiste en resguardar las instituciones de cualquier fanatismo religioso. En una sociedad democrática debe existir la libertad religiosa o sea que el ciudadano escoge la religión que le convenga o no tener ninguna. Y nadie, menos el Estado, le puede imponer creencias o suprimirlas.
Paternalismo: vicio de los gobiernos y autoridades públicas de empeñarse en salvar a los ciudadanos de si mismos, es decir, de castrarles la autonomía y la capacidad de trabajar y luchar para ellos y sus familias, dándoles migajas y prebendas clientelistas. Lo que ocurre también con los limosneros.
Paz: es la renuncia de los ciudadanos y de los países a utilizar la violencia unos contra otros y la decisión explícita de someterse a las leyes. Si nuestras libertades se ven comprometidas por los violentos, el amor a la paz se demostrará luchando contra ellos hasta someterlos a la ley común y no cediendo a sus imposiciones.
Tolerancia: es la disposición cívica a convivir armoniosamente con personas de creencias diferentes y aun opuestas a las nuestras. Ser tolerante no impide hacer críticas respetuosas. La tolerancia se extiende a modas o costumbres, pero no al delito y a los delincuentes con los cuales hay que ser intolerantes. Siempre deben ser respetadas las personas, pero debatidas o combatidas sus ideas con argumentos, si es del caso. Tolerancia se opone a fanatismo.
Estos son algunos instrumentos inteligentes y culturales para la vida democrática según Savater. Para ciertos pavos reales universitarios, estas son instrucciones demasiado elementales. Son las cosas y las palabras sencillas las que educan a los humanos sencillos, no a los diletantes.
Vocabulario para la democracia
Mié, 10/10/2012 - 00:32
El ciudadano democrático es aquel del común que no tiene renombre de artista como Shakira, ni es un deportista admirado como el Pibe Valderrama, ni tiene el carisma de Juanes, pero vive y trabaja en