La reciente ola de suspicacias que se plantearon esta semana por cuenta de columnas de opinión, entrevistas y editoriales frente a algo tan subjetivo como una relación sentimental, pone en boga claramente que la objetividad y el sentido común en el ejercicio del periodismo llaman a gritos su atención. Pues no era para menos que toda esa comidilla y desparpajos de suspicacias mancharan esta semana la unión de la Fiscal General de la Nación con uno de los personajes más controvertidos pero apreciado por diferentes sectores no todos al “margen” de la legalidad en el país como es Carlos Alonso Lucio. Aunque Lucio militó en su juventud en el M-19, el mismo cayó en la cuenta y denotó después de su paso por esta guerrilla que las vías de hecho y las armas no son el camino ni la solución a problemas estructurales en nuestro país, como la corrupción, la politiquería y el clientelismo. De ahí su claro y contundente deslinde con las vías de hecho, y su arduo trabajo en procesos de acercamiento entre los violentos y diferentes gobiernos; en su momento Carlos Castaño lo sometió a los vejámenes del secuestro, lo torturó y a punto de ser abatido por las manos del paramilitarismo resistió y fue devuelto a la libertad, después de unos años fue quien estuvo asesorando al grupo de autodefensas o paramilitares, para su proceso de desmovilización y sometimiento en el gobierno Uribe.
Muchos quisiéramos como lo expresó esta semana Felipe Zuleta en la FM con Vicky Dávila, que es hora de generar el debate en el país sobre los límites del periodismo en la vida privada y la intimidad de las personas. Desde la óptica del Derecho consideraría que el derecho a la intimidad, a formar una familia, son derechos que no pueden verse conculcados por periodistas que creen ser las vacas sagradas del país, cuyos aportes a la democracia y a la institucionalidad han sido pocos, que su trabajo por la paz de Colombia ha sido nulo, pero por sus suspicacias y atropellos con la tinta ha sido el suficiente para manchar la honra y el nombre de muchos que han caído en su pluma. Este es el caso de la siempre bien ponderada María Isabel Rueda y María Jimena Duzán, quienes en tromba se despacharon el fin de semana pasado en sus columnas de opinión en contra del matrimonio de Carlos Alonso Lucio y Viviane Morales; desde esta orilla hago un llamado a quienes escribimos que nos limitemos a la objetividad y el respeto por la intimidad como premisa fundamental del derecho a la información y a dar opiniones sobre muchos temas de interés a la opinión pública. Limitar ello a la esfera de los parámetros de la normalidad, partiendo del sentido común y que la vida privada no se yuxtapone a las actuaciones de una persona que detente un cargo de responsabilidad como es el caso de la Fiscal sería lo mas acertado y responsable a la hora de escribir y dar cualquier opinión sobre algo que muy seguramente no se conoce.
Ser recios y claros en ello, nos evitaría más suspicacias aún, acciones judiciales temerarias y daños al buen nombre y a la institucionalidad. Llegar a afirmar que Lucio es un estafador no solo es algo dañoso para su nombre y el de la Fiscal, también se estaría incurriendo en el ámbito penal por parte de quienes de manera temeraria aseveran tal; Lucio fue condenado como pocos en este país por falsa denuncia, no por estafa. Ahora, así como pocos han sido condenados por el organismo de cierre jurisdiccional por falsa denuncia, me gustaría ver si aquí se podría condenar a “célebres” opinadores por falsas imputaciones, calumnia, injuria, o imputaciones deshonrosas; a veces creemos que la máxima es despotricar del otro a toda costa, desprestigiar y perseguir a como dé lugar. No me gustaría caer en la tentación de especular y generar suspicacias, pero en vista que estamos en la semana del premio internacional del chisme y la especulación, les preguntaría a ustedes ¿cuál será la decisión que está por tomar la Fiscal General de la Nación que tanto incomoda a muchos? Siguiendo con la especulación, ¿los opinadores a Kienyke le están haciendo el mandado?
Corolario: Consideramos muchos que la Fiscalía ha tomado algunas decisiones tajantes, y a veces como crítica constructiva con acervos probatorios poco solventes, pero como tip de objetividad de la entidad, mostraría la medida en contra de Samuel Moreno Rojas, adalid de la Corrupción en Colombia, y que hoy por cuenta de la Fiscalía se encuentra privado de la libertad.
Corolario 2: ¿Qué opina Antonio Morales? O su mejor creación, ¿Godofredo Cínico Caspa?
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