Anatomía de la ansiedad y la angustia

Lun, 01/06/2020 - 11:22
La intensidad de la ansiedad es constante y se prolonga en el tiempo, aparecen las crisis de angustia y los ataques de pánico.
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Cortesía “El dolor” de Alexandr Kandinsky

Todos nosotros hemos sentido ansiedad. Son episodios de intensidad leve, mediana y limitada duración que aparecen ante los estímulos estresantes cotidianos del medio ambiente. La palabra ansiedad proviene del latín “anxietas” que significa “aflicción” y es una respuesta involuntaria de anticipación subconsciente del organismo frente a impulsos internos o externos desde pensamientos, imágenes hasta sensaciones que son percibidas como amenazas, acompañadas de un sentimiento de tensión física y mental. 

Cuando esto sucede, el cerebro emite una especie de alerta denominada estrés, cuya función es la de prepararnos para defendernos o huir ante una amenaza latente alterando el ritmo cardiaco, el sistema digestivo y las glándulas suprarrenales, ordenándoles liberar grandes cantidades de adrenalina, noradrenalina y cortisol, las cuales producen temblores en el cuerpo y sudoración en las extremidades. Esta excesiva tensión en donde prevalece la imaginación fatalista debilita la capacidad y el sentido común para hacer frente a las dificultades cotidianas de la vida.

 

A esta reacción neurofisiológica y emocional también se le denomina angustia, ya que hace referencia a la sensación de estrechez como un tipo de opresión, desasosiego y agitación de ánimo. Por eso, estos estados alterados son los activadores de la trilogía psicosomática compuesta por el miedo, la angustia y la ansiedad.

Recordemos que el miedo es una reacción natural ante una circunstancia externa, que nos genera inquietud y descontrol frente a un peligro real. En el caso de la angustia, se manifiesta como un temor inconsciente que, al ser interpretado desde la experiencia de cada uno, emerge como una señal subjetiva de riesgo. Finalmente, la ansiedad es una gran sensación de incertidumbre al estar expuestos a situaciones intimidantes sin estrategias ni defensas psicológicas para enfrentar y resolver los problemas que nos trae la vida. 

Ahora bien, si la intensidad de la ansiedad es constante y se prolonga en el tiempo, aparecen las crisis de angustia y los ataques de pánico. Es de anotar, que los desencadenantes externos se logran neutralizar y controlar con más éxito, a diferencia de los desencadenantes internos producidos algunas veces por recuerdos traumáticos, fantasías, pensamientos obsesivos y compulsivos e ideas delirantes.

La ansiedad de la información desinformada

ansiedad
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Cortesía “Autorretrato” Francis Bacon

La sobrecarga de “información desinformada” a la cual estamos expuestos de forma constante, está lejos de ayudarnos a estructurar y fortalecer la inteligencia. Nos hemos convertido en personas que, al no conocer nuestro temperamento de base, crecemos con personalidades influenciables, débiles y temerosas. 

De este modo, somos incapaces de generar hipótesis, síntesis y conclusiones acerca de todos los mensajes que llegan a nuestros sentidos hora tras hora. Sin duda, esta exaltación de lo emocional se va convirtiendo en una desesperada ansiedad, que afecta al cuerpo con enfermedades invisibles y psicosomáticas, atacando especialmente el sistema inmunológico y las zonas respiratorias y gástricas.

Esta sobrecarga de estrés produce taquicardia y palpitaciones; temblores en manos, piernas y pies; sudoración, boca seca y amarga; tensión abdominal, tics, nauseas, diarrea y vómito; dolor precordial (mitad del pecho), inflamación del colon y vértigo, entre otros efectos. También los síntomas pueden escalar a bloqueos psicológicos que se manifiestan en pesadillas, insomnio, sueños angustiosos y dificultad para tomar decisiones y sostener en el tiempo los compromisos.

Dicha sensación de agobio, cansancio físico y mental son producidas por una amenaza de que “algo” está por suceder, generando inseguridad de perder el control. Percepción que se acrecienta, cuando con extrañeza nos miramos al espejo y no reconocemos la imagen que tenemos al frente, razón por la cual, buscamos en el exterior a alguien para imitar o seguir que nos diga quiénes somos y lo que en realidad queremos. 

De esta forma, depositamos nuestras decisiones y responsabilidades en sus manos y, en consecuencia, recurrimos a la información disponible en varios medios de comunicación, redes sociales e Internet. Algunas veces, estas opciones no son tan confiables, pues como diría mi profesor el sacerdote y psicólogo clínico, Humberto Silva Silva (QEPD), “la rapidez de la información moderna está representada en un mar de conocimientos con un centímetro de profundidad” y que muchas veces, terminan por saturar la mente y confundirnos más.

Lo anterior, es el comienzo de la disolución del Yo como centro principal de una personalidad equilibrada que, al no estar suficientemente fortificada, abre las puertas del temor a la muerte y a la vida, convirtiéndonos en generadores activos de ansiedad, angustia y pánico. 

De este modo, la ansiedad desbordada nos impide desarrollar habilidades sociales para desenvolvernos en diferentes escenarios, que en algunos casos se manifiestan en timidez, tartamudeos, bloqueos emocionales, incapacidad de relacionarse e interactuar con los demás y lagunas mentales al momento de responder preguntas, ocultando el temor que paradójicamente se refleja en un cuerpo tenso, un rostro amargado y un temperamento rígido sin sentido del humor.

El Trastorno de Ansiedad Generalizada
 

Cortesía “El grito” Edvard Munch
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Cortesía “El grito” Edvard Munch

Recordemos que cuando las personas se dejan dominar por la ansiedad, esta emoción escala a un nivel patológico conocido como Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), caracterizado por sentir continuamente mucha tensión emocional, incluso cuando no hay motivos aparentes que la provoquen. 

El pesimismo se apodera de estas víctimas que esperan desastres de todo tipo y también viven preocupadas por asuntos de salud, dinero, conflictos familiares o dificultades laborales. Algunas veces, el simple hecho de pensar acerca de cómo pasar el día les produce ansiedad. Por eso, no se relajan fácilmente, sienten temor y les cuesta trabajo concentrarse debido a los trastornos en el sueño. 

Adicionalmente, estos síntomas se aumentan experimentando agudos dolores de cabeza y musculares, dificultades para pasar el alimento, irritabilidad, mareos, necesidad de orinar con más frecuencia, acaloramientos, alergias y debilitamiento del sistema inmunológico. 

Síntomas psicológicos de la ansiedad
 

Cortesía “Ansiedad” Edvard Munch
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Cortesía “Ansiedad” Edvard Munch

Dejar sin tratamiento la ansiedad puede llevar a las personas a una inestabilidad emocional, reflejada en sensaciones exageradas de desconfianza hacia las personas que lo rodean, miedo a enamorarse, a la intimidad y a la posibilidad de sentirse abandonado por su pareja. Al igual que inquietud, zozobra, temor de perder el control y la cordura frente a un peligro inminente.

A nivel cognitivo se evidencia una dificultad para concentrarse, acompañada de pensamientos que generan irritabilidad y desasosiego. Con el fin de reducir dichas tensiones, normalmente encuentran un alivio a la hora de comer de forma exagerada, fumar o beber alcohol, así como en adicciones al trabajo, al amor y a la sexualidad, entre otros. Sin embargo, a largo plazo la situación de anestesia emocional se puede agravar. 

Más reacciones frente a la ansiedad
 

Cortesía “La mujer olvidada” Deborah Cauchi
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Cortesía “La mujer olvidada” Deborah Cauchi

Existen muchas causas y pueden variar entre los individuos y su biotipo. Por ejemplo, hay personas que sienten ansiedad porque suelen reaccionar exageradamente ante los conflictos, mientras que otras se tornan ansiosas como resultado de una experiencia traumática. En otros casos, la aparición de un problema relevante o la acumulación de pequeños problemas no resueltos generan la ansiedad. 

Con el fin de dejar de justiciar los problemas que originan la aparición de la ansiedad y la angustia, debemos comenzar a comprenderlos para desde una decisión valiente y lúcida poder superarlos. Esta rehabilitación se puede lograr con el apoyo profesional de un psiquiatra, psicólogo, Coach de Vida o Logoterapeuta. 

De la ansiedad y la angustia a la recuperación 
 

Cortesía “Descanso” Helena Toraño
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Cortesía “Descanso” Helena Toraño

En algunas de mis intervenciones como Coach Certificado de Bienestar Emocional utilizo la resignificación de los recuerdos de infancia, así como también, otras valiosas herramientas de recuperación personal como son la Logoterapia, la Terapia Estratégica Breve, el software de reprogramación psico-emocional Trascendenz/Q®, la inducción a la expresión de sentimientos, la auto relajación y el autocontrol. Igualmente, es de gran ayuda para el control de la ansiedad y la angustia, actividades como la meditación zen y tibetana, la práctica del Thai Chi, el Kung Fu y el camino del Tao, entre otras. 


El objetivo de este proceso de sanación integral es el de  “resetear” nuestro cerebro para que nos suministre la información inconsciente de las sensaciones olvidadas y ocultas en el cuerpo, pues la represión de estos recuerdos generalmente son la causa de la ansiedad.
 

Transformando la ansiedad

A continuación, algunos ejercicios prácticos de mi más reciente libro “Viajero Interior: Un Camino Simple hacia la Serenidad Personal”, que les pueden ayudar como primeros auxilios emocionales a los lectores de Konciencia de Kienyke.com durante episodios de inquietud y angustia personal:

Experimenta el momento presente, sin permitir que te invada la ansiedad al preocuparte por lo que dejaste de hacer en el pasado y lo que harás en el futuro. Tranquilízate y llena de confianza tu interior. Vive de instante en instante con la actitud de responsabilizarte de tus decisiones diarias, que te darán claridad para confrontar y resolver los desafíos de la existencia. Creer que eres capaz de controlar todo te lleva a la ansiedad y a la tristeza, pero aceptar que no es así, te conduce a la paz y al sosiego interior. Pretender que la vida se adapte sólo a nuestra voluntad es una invitación a la frustración. Vivir sin esperar demasiado, descansa el alma. 

El color del aquí y el ahora
 

Cortesía “Cada día” Alexandre Reider
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Cortesía “Cada día” Alexandre Reider

Realiza algunas respiraciones lentas y profundas, muy suavemente sin ninguna prisa. Al inspirar, disfruta de la energía que te da el oxígeno, vivificando cada célula de tu cuerpo. Al exhalar, imagina que todas las tensiones, preocupaciones y desarmonías salen de tu mente. Inhala de nuevo y siente que te llenas de paz, serenidad, confianza y bienestar. Cuando logres relajarte, visualiza una luz suave y tenue encima de tu cabeza, del color que elijas. Siente como esta vibración sanadora recorre amorosamente tu cara, cuello, hombros, pecho y espalda, llegando hasta tu estómago, caderas, piernas, pantorrillas y pies, desbloqueando emociones dolorosas que se han acumulado durante mucho tiempo en algunas zonas de tus órganos

Las frecuencias relajantes del color elegido te hacen experimentar una nueva sensación de alivio, libertad y sanidad integral, por lo que agradeces al universo el regalo de la vida, concientizándote que desde una nueva actitud podrás empezar a estar y sentirte bien.

Por último, la mente y el ego habitan los mundos materiales sin claridad interior. Los espejismos de la codicia y la gratificación personal exacerban los pensamientos, convirtiéndolos en obsesivos y confusos . El cerebro es una maravillosa fuente de energía que bien dirigida dentro de un proceso serio y comprometido desde una actitud de respeto, consideración y amabilidad hacia uno mismo, logran la calma, la armonía y la claridad para fortalecer nuestras vidas.

Las lecciones de la ansiedad y la angustia
 

Cortesía Lytton Strachey
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Cortesía Lytton Strachey

Superar el miedo, vencer la enfermedad, trabajar con un profesional la ansiedad, la angustia y los desequilibrios emocionales, son las difíciles lecciones que debemos aprender en la vida. Todo problema tiene solución y cuando menos lo esperemos, muchas de las respuestas que estábamos buscando emergerán de forma natural desde nuestro inconsciente sin necesidad de forzarlas. Más allá de las emociones adversas y tóxicas que nos hacen sufrir, existen estados superiores de serenidad, cordura, armonía y equilibrio que nos sanan y recuperan de forma integral. La conexión espiritual, es la fuente para mantenerlos.

Bibliografía

  • Viktor Frankl. (1995). La psicoterapia al alcance de todos. Editorial Herder. 
  • Enrique Rojas. (1998). La ansiedad, cómo diagnosticas y superar el estrés, las fobias y las obsesiones. Colombia: Editorial Planeta.
  • Armando Martí. (2019). Viajero Interior: Un Camino Simple Hacia la Serenidad Personal. Colombia, Editorial Carrera 7ª. 
Creado Por
Armando Martí
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