Semana Santa: Jesús la luz de mi oscuridad

Mié, 05/04/2023 - 08:30
Jesús gestiona y aplica en su vida y en la de los demás, nuevas opciones para ser vividas por cada uno de nosotros desde el amor y la compasión.
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Cortesía Josh Eckstein

Jesús es el Maestro de maestros en toda la historia universal. Además, es un ejemplo de renovación, pues como ser humano murió en la cruz denunciando a los amos del mundo y su poder político, económico y militar para resucitar por encima de las intenciones del mal desde la amorosa luz de un Cristo que con su sacrificio redimió a la humanidad. 

El fruto de esta acción abrió las puertas hacia una nueva alianza con Dios, reforzando el camino de la fe basado en la experiencia íntima y personal que puede ser comprobada por la inteligencia racional, emocional y espiritual.

Cristo significa el Ungido, el Señor, el Maestro de la vida, el profeta y el salvador, pero, ante todo, el Hijo de Dios, fiel a su Padre quien es el centro de la vida. No podríamos entender a Jesús sin esta vivencia profunda del amor de Dios, la cual no necesita tantas explicaciones, ya que, Dios no es una teoría, sino una experiencia transformativa que, al tocar el corazón de las personas, las hace más auténticas, dignas y libres. 

Jesús gestiona y aplica en su vida y en la de los demás, nuevas opciones para ser vividas por cada uno de nosotros desde el amor y la compasión. En su época, descubrió que la religión organizada tenía efectos transgresivos en la libertad de los pueblos.  

Con este panorama, era casi imposible una relación sincera y espontánea con el Creador. Por eso, el nazareno hablaba en nombre de Dios para reprender y llamar a la reflexión a los dirigentes religiosos y gobernantes de aquel tiempo. 

Jesús nunca nos haría daño ni nos condenaría a los fuegos eternos, pues “Él es el amigo que nunca falla” y lo más importante, nos enseña a amarnos a nosotros mismos para encontrar el auténtico sentido de la misión en nuestras vidas, que, en mi sentir, es el del servicio a los demás. 

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Todo este esfuerzo, está orientado en la erradicación de los hábitos malsanos como la angustia y la preocupación por el futuro que son la causa de la mayoría de las enfermedades psicosomáticas y de otras actitudes que intoxican, bloquean, debilitan y confunden la mente humana. 

Además, si seguimos su ejemplo proyectándolo en la mayoría de las acciones que efectuamos día a día, aprenderemos a valorar la salud integral con el fin de protegernos de la ignorancia y el fanatismo, orientando nuestra voluntad hacia el sentido de encontrar la inagotable fuente de consuelo y felicidad a la que tenemos derecho.  

Jesús es el faro de paz para un mundo moderno lleno de oscuridad y temor. Está más allá de cualquier maestro, gurú, iniciado, mago o avatar, debido a que ninguno de ellos le fue otorgada su misión espiritual directamente por el Padre, ni tampoco fueron ascendidos en cuerpo y alma regresando de la muerte, como sí sucedió con el Mesías quien tuvo nacimiento, renacimiento y resurrección. 

Este profeta rebelde venció al príncipe del mundo y al rey del miedo: “Satanás”, quien durante 40 días lo tentó en el desierto de Judá, ofreciéndole todo el poder, placeres y riquezas materiales sin éxito alguno, pues el reino del Maestro de Luz no es de este mundo. 

El redentor demostró su verdadera naturaleza espiritual tanto en la transfiguración sucedida en el Monte Tabor, como en la aceptación de la voluntad del Padre en el Monte de los Olivos. 

La religión judía condenaba los actos mágicos con la pena de muerte. Algunos sacerdotes ignorantes juzgaron a priori los prodigios y milagros de Jesús, al compararlos con aquellos de los magos y nigromantes de la época, cuyos fenómenos duraban poco y no se mantenían en el tiempo.  

Por el contrario, los milagros de Jesús eran permanentes, no se realizaban a través de invocaciones, trucos o conjuros, y fueron la causa de transformación espiritual de millones de personas a lo largo del tiempo. Jesucristo es y fue el único Maestro que posee poder sobre el mal, la enfermedad y la muerte. 

Curó y sanó a varios ciegos, mudos, paralíticos, poseídos, personas iracundas, viciosas y ambiciosas, así como también, a prostitutas, ladrones, criminales, hombres y mujeres, esclavos del resentimiento y la venganza.  

Pero, ante todo, nos dejó el mayor remedio de la historia para superar los dolores y culpas a través del amor y el perdón: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros.”  (Juan 13:34). 

A lo largo de mi vida, he tenido muchas experiencias personales e íntimas con Jesús el Maestro del Amor, quien me ha ayudado a recuperarme de muchos de mis desaciertos que causaron algunas de mis más oscuras noches. 

De igual manera, me otorgó la gracia de superar mis impulsos de la juventud y el deseo de conquistar el mundo material, lo cual, como es lógico, me trajo muchos desengaños y profundos dolores emocionales que me llevaron a la urgente búsqueda del sosiego interior para fortalecer mi capacidad de elegir el bien viviendo una vida simple, plena y tranquila. 

Asimismo, ha puesto en mi camino personas de indudable idoneidad profesional y espiritual, que estructuraron mi pensamiento y fe mediante sus enseñanzas. Por eso, el primer deseo que tengo al despertarme cada mañana es el de agradecer la maravillosa compañía de Jesús en mi vida.

Creado Por
Armando Martí
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