
Mucho antes de que se empezara a hablar del Real Madrid, Barcelona, Bayern de Múnich, River, Boca o cualquier otro gran equipo de la actualidad global, en silencio se formaba en los potreros de Villa Fiorito (un barrio popular de Buenos Aires), un equipo que aunque pasó a la historia, no protagonizó rimbombantes titulares de prensa. Lea también: El futbolista más sinvergüenza de la historia
Los Cebollitas era su nombre y fue capaz de durar 136 partidos invicto en los durísimos campos de Argentina durante los primeros años de la década de los 70. También le puede interesar: El futbolista que se burló de Hitler
Los Cebollitas fue el apodo que le pusieron a Francis Cornejo, hombre que tenía la misión de entrenar a los niños de las categorías inferiores de Argentinos Juniors. También lea: Los escándalos y proezas de Maradona
Entre esos niños que dirigía Cornejo se destacó un 'zurdito' que hechizaba con los pies, su pegada, velocidad y picardía; un tal Diego Armando Maradona.
Pero no solo 'El Diego' fue protagonista en esa época. Había otro niño, que dicen quienes vieron jugar a ese equipo de ensueño, era "mucho mejor" que aquel que años más tarde se coronaría campeón del mundo y sería catalogado como el mejor futbolista de todos los tiempos.
Ese otro niño responde al nombre de Gregorio Carrizo. Lo llamaban el Goyo y tenía el arco pintando en su mente. Convertía goles con la misma facilidad con la que Maradona pasaba rivales.
Crecieron, jugaron, estudiaron, rieron y lloraron juntos. Diego y Gregorio se convirtieron en la dupla más temida de la época, y como amigos inseparables se prometieron, algún día, "jugar juntos en primera", recuerda Goyo. Pero a los 15 años tomaron caminos diferentes.
La historia de Diego es más fácil de recordar: jugó en Argentinos, Boca, Barcelona, Nápoli, México '86; hizo el gol de la mano de Dios y todo lo demás. Sin embargo la historia de Goyo es menos conocida.
El portal argentino Cancha Llena cuenta que "Goyo debutó en Argentinos en 1977, pero una rotura de ligamentos en la rodilla derecha marcó su carrera. 'Hoy es una lesión común, pero antes tenían que abrirte la rodilla', dice y se levanta el pantalón para mostrar la cicatriz. Pasó un año entero en rehabilitación y luego jugó en Dock Sud, All Boys, Independiente Rivadavia de Mendoza, Talleres de Mendoza y Barracas Central, donde se retiró en 1990. Hoy todavía arrastra una pequeña renquera".
Por esa lesión, o "maldita lesión" como la recuerdan los viejos de Villa Fiorito, Goyo no logró ser lo que prometía; un goleador quizá más grande que Diego Maradona.
Cuando Goyo habla de Maradona se le iluminan los ojos, se alegra y se pone nostálgico. A Cancha Llena le dijo: "cuando lo veo siento una alegría inmensa, me hace acordar de todo lo que pasamos; la pobreza, vivir en una villa con grandes sueños (...) A veces salíamos apurados a los entrenamientos y me decía que no había podido comer como hubiera querido. Eso le dio la fuerza para llegar donde llegó".
Gregorio Carrizo lleva al límite su admiración por Maradona. A uno de sus hijos lo llamó Diego Armando y tuvo la iniciativa de bautizar una cancha de Fiorito con el nombre Diego Armando Maradona.
Mientras Diego viajaba por el mundo e inmortalizaba su figura, Goyo, en Villa Fiorito, trataba de luchar con sus demonios. Unos demonios que le reprochaban por no haber sido capaz de enamorar al mundo con gol y gambeta.
Según el portal especializado PlayGround, "la falta de salidas atenazó a Carrizo, que reconoce que en algún momento de penurias económicas ha pensado en quitarse la vida. Pudo haber tocado el cielo y ahora sus hijos estaban sin zapatos".
A Goyo la vida le quitó, pero le sonrió luego con algo más grande que el dinero y el reconocimiento. Pues en ese barrio en el que creció con su amigo, lo reconocen como el 'crack' que se quedó para siempre. Para compartir su magia solo con los que viven allí y no la quieren compartir, la magia fue y solo es para ellos. "Siempre digo que agradezco a Dios por todo lo que le dio a él".
Según el estado de ánimo que tiene, reconoce haber sido mejor que Diego pero prefiere no hablar de ello mucho. Esa comparación le produce risa,vergüenza y rabia, porque también dice que es mentira.
PlayGround dice que "Hoy Goyo sonríe. Trabaja de cazatalentos. Sigue hablando de Diego como si fuese su amigo de infancia. Queda la duda de cómo habría sido su vida si no hubiera tenido siempre esa comparación latente. Si a Villa Fiorito y al cielo de todo el mundo no les hubieran separado los ligamentos de una rodilla".
Haber conocido a Diego fue por momentos su maldición, pero en términos generales fue "mi bendición". Goyo ya quedó inmortalizado en el documental 'El otro Maradona', que en unas semanas se proyectará en el Offside Fest 2015 de Barcelona.
Según la sinopsis de la película, que entre otros premios ganó en 2013 el Segundo Festival de Cine de Unasur, "hoy Goyo puede tener un futuro diferente. Gracias a su historia es contratado por representantes de jugadores como “Cazatalentos” para buscar por todo el país a niños y adolescentes con potencial".
Este es el Trailer oficial del documental:
[youtube width="549" height="366"]https://www.youtube.com/watch?v=jacmm1Xr2VU[/youtube]
"Veníamos jugando desde los seis años, hasta que a los nueve llegamos a Los Cebollitas, armamos la dupla. Más que nada nos divertíamos en la cancha", dice Goyo.
"Si yo no hubiera conocido a Diego no sería Goyo Carrizo, sería el Goyo Carrizo conocido por todo el mundo a lo mejor", puntualiza.


