El síndrome de la bella durmiente, también conocido como el síndrome de Kleine-Levin, se debe a las horas de sueño considerablemente extendidas con enfoque neurológico, pero su verdadera razón aún se desconoce.
No obstante, prevalecen las posibles hipótesis de que se de por disfunción hipotalámica, irregularidades en el metabolismo relacionados a la serotonina y la dopamina y por último, heridas inflamatorias ubicadas en el tálamo, diencéfalo y el mesencéfalo.
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Según expertos, existen algunos síntomas que pueden señalar que la persona puede sufrir de este síndrome los cuales son: hipersomnia el cuál es el más común, la hipersexualidad, ansiedad, alteraciones cognitivas, depresión o hiperfagia.
Los estudios revelan que, aunque, este síndrome se da principalmente en los jóvenes, pero sobre todo los hombres son los más propensos a padecer esto cuatro veces más que el género femenino.
Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen comenta que: “El tratamiento es farmacológico, que será valorado por el neurólogo y/o por el psiquiatra. Y a nivel psicológico se trabajará la aceptación de la enfermedad, la gestión de la misma y prevenir el impacto en el bienestar emocional de la persona”.
Por su parte, los profesionales en el tema sugieren otras medidas que se pueden tomar para tratar esta sintomatología las cuales son principalmente llevar una vida más saludable en cuanto a la comida y el ejercicio y reducir el consumo del alcohol y tabaco.
Las horas de sueño que puede llegar a dormir una persona con este síndrome es de 21 horas seguidas o más, y aún durmiendo toda esta cantidad, siempre se sentirán cansadas, además este síndrome de la bella durmiente puede prolongarse por un tiempo determinado de semanas o incluso poder convertirse en meses.
Las consecuencias de padecer esto, se presentan en la ineficiencia e imposibilidad de realizar ciertas actividades, ya sean familiares, laborales o sociales, ya que requieren estar bajo el cuidado de otras manos dependiendo de la magnitud de la complejidad de su caso.
El portal ‘TekCrispy’ informa que: “Estos episodios también pueden desencadenar otros problemas neurológicos y conductuales como irritabilidad elevada, desorientación, letargo, apatía, manifestación de actitudes infantiles, incremento del apetito y del deseo sexual, así como incluso alucinaciones. Por lo que se sabe, la disminución del flujo sanguíneo al cerebro podría ser la responsable de esto último”.