Fotos por Isabella Bernal
Cuando llega la noche, un callejón del barrio La Macarena se ilumina gracias a una fachada color turquesa que sobresale en la cuadra. La música atraviesa la puerta del lugar y se oyen congas y flautas. El Bembé es un pequeño pedazo de sabrosura en Bogotá, allí no hay aire acondicionado sino calefacción para sentirse cerca al trópico. Cada esquina es un recuerdo de Lavoe o un tributo a Celia Cruz. El olor a hierbabuena de los mojitos invade el lugar y se mezcla con el sudor de aquellos que bailan salsa brava toda la noche.
Reseñado por la revista
Conde Nast como el
segundo mejor nuevo bar del mundo , El Bembé es mucho más que una discoteca o un restaurante, es la mezcla perfecta de comida, música y cocteles que hablan de salsa. Es como irse de fiesta a una casona de La Habana.

El Bembé nació hace un par de años cuando Sebastián Millán, Beto Pérez y Luis Mayorga (amigos fanáticos de la salsa) se reunían mensualmente para celebrar una fiesta a la que llamaban: “Salsita coqueta, bailoteo elegante”. El éxito fue inmediato, por lo que Leonor Espinoza les cedió el local en el que antes funcionaba el
Bardeleo y del que los salseros quedaron enamorados de la magia del lugar.
La salsa global es la banda sonora del Bembé. Hay noches en las que se oye salsa caleña, otras que tienen el sonido puertorriqueño o el desparpajo salsero de Barranquilla. Cada fin de semana hay banda cubana en vivo, donde el cantante no solo tiene una extraordinaria voz que prende la noche, sino que alterna el micrófono con los cuchillos y cucharones de la cocina, pues también es el chef del sitio que no tiene ningún problema en salir al escenario con el delantal bien puesto.

El Bembé es celebración desde que abre sus puertas hasta las 3 de la madrugada. Lo que pocos saben es que siempre ha sido concebido como un restaurante. Aparte de la carta de rones y mojitos creados por sus dueños, el menú de ceviches, entradas y platos fuertes es perfecto para cenar sin tener compromiso con la rumba. Chuletas vallunas, pescados y tradicionales cubanos como la ropa vieja, los moros y cristianos se sirven en porciones generosas, capaces de devolverle el aliento al más agotado. El restaurante funciona a la hora del almuerzo y vuelve a abrir su cocina en las noches. Los viernes son de matiné, así que quienes llegan a almorzar, por lo general, llaman a sus oficinas a excusarse para no volver hasta el lunes porque en el Bembé la banda toca desde el medio día hasta la madrugada.

Para Millán y Pérez el encanto del Bembé es la alegría y los colores del trópico que se perciben desde la entrada. “Nos quisimos apartar del concepto de grill caleño donde prima la oscuridad. La salsa es divina y es vibrante, era necesario mostrar su luz, y por eso a este sitio no le caben bombillitos de colores”, cuenta Millán.
Después de un año y medio de funcionamiento, El Bembé incrementó su popularidad y fue reseñado por la prensa nacional a raíz del incidente en el que se vio envuelto el ex director técnico de la selección Colombia, Hernán Darío “El Bolillo” Gómez, por haber golpeado a una mujer a la salida de este lugar. “Queremos que ese hecho quede ya superado porque en realidad ni siquiera pasó dentro del restaurante, fue en la calle, y aunque la noticia nos dio lo normal de free press, no nos interesa que sea ese el motivo por el que nos conozcan”, dice Pérez.

Los corresponsales de la revista
Conde Nast son reconocidos como viajeros expertos que saben identificar lo mejor alrededor del globo en cuanto a restaurantes se trata. En su más reciente lista, en la que se encuentran lugares alucinantes en ciudades como Los Ángeles, Berlín, Sydney, Tokio y Buenos Aires, El Bembé, sin pretensiones, llegó a posicionarse en el segundo lugar. Motivo más que suficiente para tomarse la tarea de pasar por el barrio La Macarena de Bogotá y visitar uno de los mejores restaurantes del mundo.
Cómase un pez de Berta: un delicioso mero sobre una cama de ñame crocante bañado en salsa de chontaduro y miel (Berta, el nombre del plato, en honor a la mujer más conocida de Cali que vende chontaduros), o una Vacafrita: ropa vieja sobre patacones, hecha con cítricos para darle un sabor tropical. Una chuleta Niche: la tradicional valluna pero con variaciones que la hacen inolvidable. Tómese un mojito Héctor Lavoe, con maracuyá, limón y ralladura de coco, y si va por el segundo, dele un chance al Celia Cruz, con crema de cassis, soda, azúcar morena y ginger. Pero sobre todo, y por ningún motivo, deje de gozarse El Bembé.
Calle 27b no. 6 – 73, La Macarena
0312860539, 311 4476908, 0312867581
