Por: @jcmentefacto
A pocas cuadras del Burj Al Arab, uno de los edificios más representativos de Dubai, (el que parece una vela) existe un lugar que parece inapropiado para un sector cuya esencia es el lujo. Lea también: Dubai, donde lo imaginable se hace realidad
Rodeada de edificios inmensos, entre ellos la torre más alta del mundo (Burj Khalifa), ostentosos centros comerciales y gigantescos proyectos urbanísticos de arquitectura faraonica, está, camino a la playa Umm Suqeim Beach, una tienda en la que se vende Chocoramo, Manzana Postobón, Pony Malta, Harina Pan, bocadillo veleño, platanitos de limón y sal, café; entre otros productos que fácilmente se podrían encontrar en las vitrinas de un abarrote paisa en Colombia, pero que cuesta trabajo creer que se puedan encontrar en Dubai. También le puede interesar: La dramártica historia de una bailarina colombiana que llegó a Dubai
La tienda, que funciona de domingo a domingo desde el medio día hasta la media noche, cuenta incluso con servicio a domicilio. Sin embargo, su dueño, Mariano Ortíz, advierte, “no es muy útil porque las calles en Dubai no tienen nomenclatura, únicamente las calles principales están bautizadas”, dice en un español agringado en el que de repente se le atraviesan expresiones colombianas y mexicanas. Lea también: ¿Cómo se fabrica un Chocoramo?
Mariano Ortíz (izquierda) toma Pony Malta en la tienda latina en Dubai.
“El letrero ese que dice ‘hoy no fío pero mañana sí’, lo voy a poner pero no he tenido tiempo”. La clientela llueve. El lugar abrió hace dos semanas y todo se vende como pan caliente.
Mariano prefiere llamar a su negocio el ‘SuperMercado Latino’, porque aunque la mayoría de los productos que se venden son colombianos, también se ofrecen cosas mexicanas, peruanas y venezolanas.
“Hispano que viva fuera de su patria extraña sus cosas, así que un negocio así funciona en cualquier parte del mundo”, dice.
Ortiz ha tenido negocios como este en Francia, Suiza e Inglaterra, pero tiene tan claro cómo funciona la industria que ha asesorado amigos para que abran tiendas de barrio colombianas en Australia, Japón, y Turquía. “No importa en qué parte del mundo se abra, este es un negocio que da y rinde a lo largo del año”, dice.
Precios de la tienda latina en Dubai:
Cinco televisores en los que siempre se está viendo el Chavo del 8, banderas mexicanas, sombreros de charro y una que otra chiva, le dan vida al lugar que, “quedó ubicado en un sitio estratégico de la ciudad”, como lo describe Ortíz.
El Supermercado funciona en alianza con María Bonita, un restaurante de comida mexicana que lleva doce años en Dubai, así que la clientela internacional “está garantizada”, el público latino llega atraído por los sabores, olores y colores de la nostalgia.
Pony Malta, Harina Pan blanca y dulce, platanitos de limón y de sal, panela, chocolate en pasta, natilla, buñuelos y bocadillo veleño, son los productos que más se venden en el lugar.
Desde 2006, la idea de Ortíz fue ambulante. El rincón colombiano voló por toda Europa. “Funcionó en puesticos, en ferias callejeras, festivales, a las afueras de discotecas. Hasta ahora logré tener algo permanente”.
El negocio “tiene un potencial muy grande en todos los países. Aunque comience como algo que está dirigido a la comunidad latina, fácilmente se vuelve algo más grande porque todo el comercio se interesa: supermercados, bares, restaurantes, es un atractivo irresistible”.
¿Cómo llevar un Chocorramos a Duabi?
“Utilizamos exportadoras. Algunas cosas las mandamos a traer directamente desde Buenaventura o Ecuador, otras cosas las traemos gracias a proveedores segundos, es decir, cosas que ya han llegado a España o Turquía son más fáciles de traerles porque ya ha hecho la mitad del recorrido, es más caro, pero también más rápido. No es difícil”, dice.
Fue más difícil convencer a Ernesto, el gerente de María Bonita, para que lo dejara arrancar con el negocio. “Desde su punto de vista mexicano no tenía porqué confiar que algo así iba a funcionar, pero está funcionado muy bien”.
¿Cuál es su clientela?
"Principalmente son latinos. Venezolanos, colombianos, peruanos, mexicanos, algunos argentinos, pero en los eventos hacemos todo lo posible para ofrecer el producto a personas que no son hispanas para que lo prueben y entiendan nuestra gastronomía. Un 10% de la clientela son no hispanos a los que hemos educado para que les guste el producto."
¿Qué reacción tienen los que no son hispanos?
"Les gusta. Pero por ejemplo los de la India o Pakistán dicen que les hace falta picante, que la comida es muy dulce."
En Colombia, lo que atrae clientela de los tradicionales abarrotes, además de los precios, es la atención del señor o la señora tendera. Una persona cálida, amable, servicial, como de la familia. El SuperMercado Latino en Dubai tiene algo parecido. Se trata de Graciela. “La cara, el alma, el ícono del lugar”, dice Mariano.
“La jefa, mamá y vigilante”, continúa Ortíz, es mexicana y desde el principio “insistió para que le explicara en detalle el lado más colombiano y autóctono de los productos antes de iniciar las ventas”, y lo logró, Graciela se ha convertido en una especie rock star, todos la quieren, “no quisiéramos que fuera otra persona la que estuviera al frente”, dice el jefe de Graciela.
Mariano conoce a la perfección la idiosincrasia colombiana. Los gustos, las mañas, los hábitos, los dichos; todo. Pero lo que más sorprende es que este hombre que lleva dos años viviendo en Dubai no es colombiano. Nació en Londres hace 30 años.
Así nació la idea
En 2008 vino de vacaciones a conocer Colombia. Lo que compartió con sus tíos y primos no solo lo disfrutó sino que lo sorprendió y vio en ello una idea de negocio. “Entendí que quería vender la marca por todo el mundo pero para un público internacional”, Mariano, quien tenía 23 años cuando se le iluminó el bombillo, bautizó esta idea como "el mercado de la nostalgia".
“La cultura y gastronomía colombiana genera nostalgia en algunas personas (los que han vivido mucho tiempo fuera del país) y sorpresa en otras (los extranjeros), para ellos todo es exquisito, tropical y exótico, ahí había un producto que tocaba explotar y presentar de ambas maneras con un buen marketing. A la gente le encanta”.
Gracias a esa fórmula, Mariano logró consolidar en Europa, y ahora en Dubai, un negocio que siempre tendrá clientela: el colombiano que quiere sentirse cerca de su tierra y el extranjero que quiere probar cosas nuevas. “El que prueba el producto por primera vez se casa con él”.
Lo que parecían ser unas vacaciones cortas en el país del sagrado corazón, se alargaron. El británico de ascendida colombiana decidió quedarse en el país estudiando, investigando y de fiesta. “Estuve en Cali un año estudiando danza, en Santa Marta y Valledupar estudiando música”.
Allí, además de aprender a interpretar el acordeón, aprendió a conformar una papayera, ese pequeño grupo musical capaz de prender un velorio con porro, fandango y otros aires musicales originarios de la Región Caribe. “En Dubai tengo dos conjuntos vallenatos y en Londres una papayera”.
En el país árabe, Ortíz se convirtió en el zar de la rumba latina. En promedio hace doce fiestas al año. “Atacamos un espacio en el mercado de la rumba nostalgia, mezclado con el entretenimiento exótico”, explica.
Con la misma fórmula de idea de negocio con la que maneja la tienda, maneja el negocio de la rumba.
“Tenemos dos clientes: el hispano que quiere la fiesta del día de independencia de su país o que quiere ver el partido de fútbol de la selección, o el clásico de su liga en vivo y en directo, que quiere que le tengan su comida para que se sienta como en casa, el otro público, es el internacional; que le gusta el desorden del latino a la hora de la festejar, en eso hacemos énfasis. En Europa todo es muy cuadriculado, nadie se salta las reglas e intentamos que en la fiesta se salten esas reglas. Que los animadores y los músicos se bajen del escenario y bailen con ellos, que haya un poco de desorden que varíe la logística, eso les encanta”.
Por ejemplo, para el partido que la Selección Colombia jugó el pasado 30 de marzo, ante Kuwait, Ortíz armó la fiesta de los hinchas colombianos. “Pude manejar una logística, vender las entradas, hicimos tremenda fiesta porque no puede haber partido sin fiesta”, recuerda.
¿Cómo es la logística?
“Hay gente que me pide recrear la fiesta en su casa. Pero normalmente busco los lugares y llegamos a un acuerdo con los dueños para servir la comida, el trago, y proveer todo el entrenamiento”.
¿Cuánto cobra?
“Son acuerdos en los que todo el mundo queda feliz”, se ríe, es su forma de evitar la pregunta.
¿Qué fiesta está preparando?
“Una en Abudabi, la capital. Allí se ofrece un menú de bebida y comida ilimitada por 160 Dirhams por persona (110 mil pesos colombianos). Ese precio es rentable para el negocio”
Imagen de la convocatoria a la primera fiesta vallenata en Dubai.
“Coja juicio”, era la frase más frecuente que le decían sus padres cuando Mariano soñaba con su negocio. Nunca estuvieron de acuerdo con las travesías de su hijo por el mundo.
Hubieran querido que su hijo se estabilizara en un solo sitio para trabajar. “Ellos desde que nací me pidieron que dejara de hacer tantas cosas, que dejara de ser tan loco, pero ya el daño está hecho, el palo está torcido. Pero son positivos y desde la lejanía me apoyan”.
Ahora Mariano, que ha vivido en España, Inglaterra, Madrid, Barcelona, Suiza, París y ahora Dubai, quiere dejar su tienda “andando a la perfección para coger otro rumbo”.
Aún no sabe si la fiesta para 20 de julio (día de la independencia de Colombia) la hará en Azerbayán o Uzbekistán.
El hombre que vende Chocoramo y Pony Malta en Dubai
Jue, 11/06/2015 - 14:45
Por: @jcmentefacto
A pocas cuadras del Burj Al Arab, uno de los edificios más representativos de Dubai, (el que parece una ve
A pocas cuadras del Burj Al Arab, uno de los edificios más representativos de Dubai, (el que parece una ve