Superclásicos son aquellos partidos en los que un país entero se paraliza a la expectativa de lo que sucederá en 90’ minutos de juego. En España, Real Madrid y Barcelona tratan de dirimir supremacía futbolística y política; En Inglaterra, la industria y los sindicatos chocan en el duelo Manchester United – Liverpool; En Argentina, River y Boca son sinónimo de rivalidad económica; mientras que en México, un América – Guadalajara busca diferenciar a tapatíos de mexiquenses.
Colombia generó su propio superclásico. Bordando la historia del país, Millonarios y Atlético Nacional se transformó en el partido que más masas mueve.
Las dos hinchadas más grandes del país protagonizan el superclásico colombiano.
El Narcoclásico
Mediados de los años 80’. Colombia vivía sus años más difíciles en lo que el terrorismo y el narcotráfico se apoderaban de las esferas del país. El fútbol no estaba exento de este flagelo y la disputa pasó a ser en la cancha también. A pesar de formar parte del Cartel de Medellín, Pablo Escobar y Gonzalo Ramírez Gacha, se divertían apostando en los juegos Nacional-Millonarios.
Jugadores extranjeros de categoría mundial, acompañados de una generación dorada del fútbol nacional, elevaron el nivel del juego en el país y tanto “Verdolagas” como “Embajadores” comenzaron a ser referentes. El encuentro pasó de ser uno más, a la rivalidad más concurrida.
Distintos encuentros con marcadores repartidos. Mafiosos que apostaban hasta un millón de dólares por cotejo. Ellos en ocasiones organizaban partidos en sus lujosas fincas. Los encuentros más recordados fueron los de la Copa Libertadores de 1989 en cuartos de final.
Nacional perdió la localía por la capacidad del Atanasio Girardot, pero ganó la serie. Dos juegos vibrantes, en medio de una tensión de narcotráfico en el exterior, hicieron que el país se polarizara entre unos y otros. No obstante, aquel génesis del clásico se recordará por la polémica que suscitó el penal no cobrado a Arnoldo Iguarán por infracción de René Higuita, que hubiera generado el 2-0 azul en el partido de vuelta. Se responsabilizó a Pablo Escobar de influir en el resultado, pero el marcador de la serie no se modificó.
Clásicos “limpios”
El narcofútbol empezaba a desaparecer en el país con la muerte o detención de los capos, pero la rivalidad entre verdes y azules se acrecentaba más y más. En 1994, ambos equipos llegaron al cuadrangular final junto a América de Cali e Independiente Medellín, con grandes expectativas de ser campeones. A pesar de que los embajadores remataron mejor el campeonato, el título quedó en manos verdolagas como producto de la bonificación de dos unidades al líder general, que entonces se otorgaba.
El nuevo milenio dio paso a una paternidad de Nacional sobre Millos.
Tocó esperar hasta el año 2000 para encontrar un superclásico decisivo. La final de la extinta copa Merconorte encontró a paisas y rolos una vez más, nuevamente con fortuna para los del Valle de Aburrá. Tressor Moreno y Víctor Aristizabal amargaban a Millonarios, que por esa época no podía liberarse del yugo verdolaga.
La revancha azul
La Copa Sudamérica fue tomada por los hinchas de Millonarios como la excusa perfecta para revertir la tendencia perdedora ante el ‘verdolaga’. En una noche de septiembre, el Atanasio Girardot se rindió a los pies del equipo del cual Mario Vanemerak se hizo cargo un día antes. Jonathan Estrada y Ricardo Ciciliano terminaron con nueve años de sequía de triunfos como visitantes en Medellín, para dejar a su eterno rival en la lona.
La Copa Sudamericana 2007 fue el regreso de los azules al triunfo en Medellín.
El triunfo azul revalidó un clásico que está muy lejos de los dineros sucios. Los últimos años han contado con dos equipos protagonistas. Por un lado, Atlético Nacional alcanzó las doce estrellas, mientras que Millonarios se volvió a coronar luego de 24 años sin lograrlo. El clásico se extiende por el país y mientras los clubes más representativos se disputan la hegemonía del fútbol nacional, Colombia se jacta de tener un superclásico a la altura del fútbol mundial.
Las dos hinchadas más grandes del país protagonizan el superclásico colombiano.
El Narcoclásico
Mediados de los años 80’. Colombia vivía sus años más difíciles en lo que el terrorismo y el narcotráfico se apoderaban de las esferas del país. El fútbol no estaba exento de este flagelo y la disputa pasó a ser en la cancha también. A pesar de formar parte del Cartel de Medellín, Pablo Escobar y Gonzalo Ramírez Gacha, se divertían apostando en los juegos Nacional-Millonarios.
Jugadores extranjeros de categoría mundial, acompañados de una generación dorada del fútbol nacional, elevaron el nivel del juego en el país y tanto “Verdolagas” como “Embajadores” comenzaron a ser referentes. El encuentro pasó de ser uno más, a la rivalidad más concurrida.
Distintos encuentros con marcadores repartidos. Mafiosos que apostaban hasta un millón de dólares por cotejo. Ellos en ocasiones organizaban partidos en sus lujosas fincas. Los encuentros más recordados fueron los de la Copa Libertadores de 1989 en cuartos de final.
Nacional perdió la localía por la capacidad del Atanasio Girardot, pero ganó la serie. Dos juegos vibrantes, en medio de una tensión de narcotráfico en el exterior, hicieron que el país se polarizara entre unos y otros. No obstante, aquel génesis del clásico se recordará por la polémica que suscitó el penal no cobrado a Arnoldo Iguarán por infracción de René Higuita, que hubiera generado el 2-0 azul en el partido de vuelta. Se responsabilizó a Pablo Escobar de influir en el resultado, pero el marcador de la serie no se modificó.
Clásicos “limpios”
El narcofútbol empezaba a desaparecer en el país con la muerte o detención de los capos, pero la rivalidad entre verdes y azules se acrecentaba más y más. En 1994, ambos equipos llegaron al cuadrangular final junto a América de Cali e Independiente Medellín, con grandes expectativas de ser campeones. A pesar de que los embajadores remataron mejor el campeonato, el título quedó en manos verdolagas como producto de la bonificación de dos unidades al líder general, que entonces se otorgaba.
El nuevo milenio dio paso a una paternidad de Nacional sobre Millos.
Tocó esperar hasta el año 2000 para encontrar un superclásico decisivo. La final de la extinta copa Merconorte encontró a paisas y rolos una vez más, nuevamente con fortuna para los del Valle de Aburrá. Tressor Moreno y Víctor Aristizabal amargaban a Millonarios, que por esa época no podía liberarse del yugo verdolaga.
La revancha azul
La Copa Sudamérica fue tomada por los hinchas de Millonarios como la excusa perfecta para revertir la tendencia perdedora ante el ‘verdolaga’. En una noche de septiembre, el Atanasio Girardot se rindió a los pies del equipo del cual Mario Vanemerak se hizo cargo un día antes. Jonathan Estrada y Ricardo Ciciliano terminaron con nueve años de sequía de triunfos como visitantes en Medellín, para dejar a su eterno rival en la lona.
La Copa Sudamericana 2007 fue el regreso de los azules al triunfo en Medellín.
El triunfo azul revalidó un clásico que está muy lejos de los dineros sucios. Los últimos años han contado con dos equipos protagonistas. Por un lado, Atlético Nacional alcanzó las doce estrellas, mientras que Millonarios se volvió a coronar luego de 24 años sin lograrlo. El clásico se extiende por el país y mientras los clubes más representativos se disputan la hegemonía del fútbol nacional, Colombia se jacta de tener un superclásico a la altura del fútbol mundial.
