El ejercicio, una parte de la nueva realidad

Dom, 29/11/2020 - 22:38
La actividad física puede ser una gran aliada para la salud física y mental. La covid-19 ha cambiado la forma de ejercitarse en Colombia. Kienyke.com le cuenta cómo.

Practicar una actividad física con frecuencia es una forma de decirle al cuerpo que lo amamos y apreciamos todo lo que hace por nosotros, todo el día y todos los días. En época de pandemia, hacer ejercicio puede ser un gran aliado para cuidar de nuestra salud mental y mantener a raya cualquiera de las condiciones preexistentes que podrían agravar una infección por covid-19. 

Durante la cuarentena estricta, algunas personas continuaron con sus rutinas de ejercicios desde la comodidad de su casa. Para ello se valieron de aplicaciones con rutinas predeterminadas, creadores de contenido especializado en fitness o de la asesoría virtual de un entrenador personal. 

Sin embargo, otras personas abandonaron el hábito por varias razones: no tienen espacio o recursos para adecuar un rincón de la casa, no disfrutan del ejercicio sin compañía o prefieren las actividades en exteriores. También existen los casos de personas que quieren empezar a ejercitarse y abandonan la idea al no saber cómo empezar.

Tras el fin de la cuarentena, el Gobierno nacional ha habilitado progresivamente espacios como los gimnasios y ciclovías para que las personas retomen el hábito de ejercitarse. Los grupos de deportistas volvieron a acompañarse y otros se reinventaron ante los nuevos límites que impone la pandemia. Kienyke.com presenta un panorama de la actividad física hoy.

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El coequipero esencial: el tapabocas

El accesorio del año 2020 es el tapabocas. Además del lavado constante de manos, cubrir la nariz y la boca al salir de la casa se hizo imprescindible en esta batalla de la humanidad contra la covid-19. Esta recomendación también debe ser tenida en cuenta mientras se hace una rutina de ejercicios fuera de casa.

Algunas personas dicen que sienten dificultad para respirar mientras hacen ejercicio con un tapabocas puesto. Otras, para evitar ese inconveniente y cumplir con la ley, se cubren con objetos como cuellos de bicicleta o tapabocas con válvulas respirables, artículos que antes de la pandemia se usaban para proteger los pulmones de la polución de los carros y la ciudad. 

Esta solución tiene varios problemas. El primero es que el tejido del cuello de bicicleta no es lo suficientemente mullido para proteger a su usuario de contraer o esparcir coronavirus. El material particulado mide 2,5 micrómetros, mientras una partícula de coronavirus mide 0,8. En el caso de los tapabocas con válvula, el aire exhalado no está filtrado y usted podría esparcir el virus sin saberlo. 

Ni hablar de reemplazarlo con una pañoleta o bufanda. De hecho, si usted pone a contraluz la tela con la que se cubre la boca y nota que la luz traspasa, el material en cuestión no le brinda mayor protección contra la covid-19.

Entonces, ¿qué hacer? La respuesta pragmática es hacer ejercicio usando un tapabocas quirúrgico o de poliéster. Sin embargo, la queja sobre la incomodidad persiste tanto que se han regado muchos bulos sobre gente que muere con los pulmones perforados tras hacer ejercicios de alta intensidad con tapabocas. Todas esas historias se han desmentido: las personas en cuestión traían una enfermedad respiratoria de base y la muerte tuvo otras causas distintas al uso del tapabocas.

Kienyke.com habló con el doctor Danny Epstien, quien condujo un estudio publicado en el Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports. Él y su equipo reunieron a un grupo de voluntarios no fumadores y sin condiciones pulmonares de base. A estas personas se les pidió montar una bicicleta estática con el tapabocas puesto y la intensidad del ejercicio aumentaba cada tres minutos, hasta alcanzar una alta intensidad. Cuando midieron los niveles de oxígeno en la sangre, descubrieron que estaban en un rango normal y saludable.

“Yo tuve que acostumbrarme a usar el tapabocas N95 y el EPP durante mis horas de trabajo como médico. Al principio era incómodo y no me gustaba. Todavía no me gusta, pero ya me acostumbré a usarlo. El mismo principio aplica para quienes trotan o montan bicicleta con el tapabocas. Es incómodo, muy incómodo, pero no es peligroso. No causa hipoxia”, afirma. 

El doctor Epstien insiste en que, si una persona está al aire libre y completamente sola, puede quitarse la incomodidad de usar un tapabocas. Si asistirá a un recinto cerrado o a una actividad grupal, cosa que se está motivando para que las personas no pierdan sus rutinas y para que estos negocios no quiebren, lo ideal es usar un tapabocas quirúrgico o casero sin válvulas. La percepción de ahogo se puede eliminar de forma progresiva con el uso constante del tapabocas.

De igual manera, cabe recordar que el experimento se hizo con personas sanas y que quienes tienen enfermedades respiratorias de base podrían sofocarse con o sin tapabocas. Si usted está pensando en iniciar una rutina de ejercicios, consulte primero con su doctor.

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El gimnasio, la vieja confiable

Cuando no hay instrumentos o espacio para ejercitarse en casa, la primera opción es acudir a un gimnasio. Allí los usuarios encuentran equipos para hacer ejercicios de cardio, pesas y calistenia. Estuvieron cerrados al público hasta principios de noviembre y ahora siguen los protocolos de bioseguridad. El más importante de ellos es el aforo total, que debe garantizar una distancia de dos metros entre un deportista y otro. 

“El gimnasio en este momento está manejando un aforo de 40 personas. Es importante que todos los afiliados hagan una reserva previa, que pueden hacer directamente por medio de la aplicación, llamando o viniendo hasta aquí. Tienen una hora de entrenamiento y deben cumplirla”, dice Lina Betancourt, supervisora de un gimnasio de cadena en Bogotá. Ella también dice que los entrenadores recuerdan a los usuarios el correcto uso del tapabocas e invitan a la gente a cumplir con las horas de reserva.

Justo afuera de ese gimnasio está el parque público de la Biblioteca Pública Julio Mario Santodomingo, un lugar que cuenta con máquinas de calistenia para uso de todos los vecinos. Es un lugar muy concurrido en tiempos de pandemia, por ser abierto y gratuito, pero también es menos controlado en términos de bioseguridad. “Me bajo el tapabocas porque me ahogo y este ejercicio es muy duro, pero sí lo uso el resto del día”, dice Steven Mendoza, a quien sorprendimos usando una máquina de pectorales con el tapabocas en el mentón.

Aunque los científicos tienen opiniones divididas sobre el riesgo de contagio con fómites —superficies inanimadas—, la recomendación es que lleve consigo alcohol y un trapo para limpiar sus manos y toda superficie que use durante el ejercicio en un gimnasio o parque público.

Reinventando las clases grupales

Algunas personas se motivan más a seguir rutinas de actividad física cuando están acompañadas. Incluso, la actividad física ha sido el pretexto para que se estrechen grandes  lazos de amistad; funciona tanto entre niños como entre adultos. Sin duda, la iniciativa más concurrida en Bogotá es la ciclovía dominical: es gratuita, espaciosa y para todas las edades. 

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Por otro lado, los gimnasios solían ofrecer clases de rumba grupales, que son una gran diversión para las personas que disfrutan el baile y el ejercicio en compañía. Sin embargo, al ser una actividad que congregaba a mucha gente en recintos cerrados, esas actividades quedaron suspendidas y quienes dictaban las clases solo podían ofrecer sus servicios de forma virtual. Eso regresa al usuario al principio de este artículo: es posible que no cuente con un espacio en casa para moverse con libertad y acabará desistiendo.

Sin embargo, una clase de baile no está prohibida si se dicta al aire libre y con distancia suficiente entre los participantes. Esta oportunidad fue aprovechada por un grupo de coreógrafos de gimnasio que decidieron iniciar un emprendimiento de danza al aire libre en distintas canchas de la ciudad. Uno de ellos, Andrés Rivera, habló con Kienyke.com.

“Esto es algo que me apasiona. Lo he hecho durante casi toda mi vida. Desde que tenía como 18 años hago aeróbicos; entonces, siempre me ha apasionado. Y, pues, dictar la clase me gusta más ahora”, dice Andrés, quien llega al sitio con una moto y una bocina para contagiar de alegría y salud al grupo —principalmente integrado por mujeres— que recibirá la lección de hoy.

“Hay algunas personas que a raíz del encierro se han manifestado: ‘oiga, Andrés, gracias porque el encierro me tenía estresada y deprimida’. El espacio ayuda muchísimo y la gente se acerca a agradecer por eso”, dice.

En las calles hay varias iniciativas de este estilo y para todas las edades, con o sin costo, para niños y adultos: desde compañías de capoeira hasta equipos de travesía en bicicleta, para que no se pierda el hábito de practicar deportes de forma biosegura.

Creado Por
Erika Mesa Díaz
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