Un 29 de junio de 2014, el premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, presentó ante el mundo el primer ‘Informe sobre el Estado de los Trópicos’, documento en el que se ofrecía una perspectiva única sobre la importancia de los trópicos en el planeta, los cuales constituyen el 40% de la superficie total del planeta y a su vez albergan aproximadamente el 80% de la biodiversidad del mundo.
Dos años después de revelarse el informe de Suu Kyi, la Asamblea General decidió designar esta fecha como el Día Internacional de los Trópicos, con el objetivo de sensibilizar a la comunidad sobre los desafíos que enfrentan estas zonas y las consecuencias a gran escala que se desencadenan por el perjuicio a la región.
Tatiana Céspedes, miembro del equipo de campañas de Greenpeace Colombia, explicó a kienyke.com que “el calentamiento global funciona como combustible para potenciar los Incendios forestales, inundaciones, huracanes mas potentes, cambios en la temperatura del planeta, y mayor contaminación por fuentes fósiles que se genera en esta franja del planeta. Es la mayor amenaza ambiental que enfrenta la humanidad y su alcance es cada vez más grave, con impactos que son también sociales y económicos”
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En el documento de 2014, el premio Nobel de la Paz informó que la emisiones de dióxido de carbono habrían aumentando en un 400% entre 1950 y 2008, siendo las regiones del Sureste de Así y América del Sur. “En este periodo Asía del Sur y Suramérica aumentaron cada año las emisiones de dióxido de carbono en un 7.5% […] en contraste, Oceanía y el Caribe tuvieron una tasa más baja de emisión anual de dióxido de carbono al presentar 2.5% y 4.5% respectivamente”, dictaba el archivo.
Sin embargo, esta situación no ha mejorado, en un reporte entregado por la Organización de las Naciones Unidas en 2020, se comprobó un aumento en las temperaturas de las zonas tropicales y por lo tanto la sequía de zonas donde se concentraba una gran parte de flora y fauna. “Una gran porción de diversidad está en peligro; esta situación se ha amplificado a causa de los impactos del cambio climático”, detalla el informe.
Destrucción de los trópicos; consecuencias en Colombia
La destrucción de los trópicos significan un riesgo inminente para la región. Según la organización Global Forest Watch, desde el año 2002 hasta el 2019 Colombia ha perdido 1.5 millones de hectáreas de bosque primario húmedo, una situación que ha incrementado que algunos fenómenos naturales como huracanes e inundaciones aparezcan en estas zonas.
“El año pasado en la costa atlántica la actividad de huracanes estuvo muy por encima de la media: más del 40%. Por primera vez Colombia experimentó un huracán categoría cinco algo nunca antes visto, las actividades de ciclones y huracanes son una muestra fehaciente de las consecuencias”, indicó Céspedes a este medio.
De igual manera, advirtió que los daños ocasionados en los trópicos desde 1990 “han aumentado el nivel del mar en una medida de 1.7 mm cada año, algo que es de mucho cuidado puesto que las inundaciones generan desplazamientos de las comunidades que viven en las zonas costeras”.
Además de las implicaciones medio ambientales que se generan, las comunidades que viven en estas zonas se ven gravemente afectadas. “El aumento en el nivel del mar, las tormentas tropicales y los huracanes pueden conllevar al desplazamiento y la pérdida de sus viviendas, así como problemas en la salud pública como falta de alimentos, agua, medicamentos, que es lo que precisamente sucede en San Andrés y Providencia”.
Cambiar este panorama no es fácil pero tampoco imposible. En un principio los gobiernos locales deben disponer de recursos que permitan prevenir o mitigar los riesgos y desastres en las zonas más vulnerables, y a su vez desarrollar e implementar Planes de Ordenamiento Territorial en los cuales se tiene en cuenta los fenómenos climáticos y meteorológicos que se presenten en el sector.
“La Unidad Nacional Para La gestión de Riesgo y Desastres es la entidad encargada de planear, poner en marcha y articular todas las estrategias que se estén desarrollando para proteger a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad”, indicó la coordinadora de Greenpeace.
De igual manera, expuso que también “es responsabilidad del Ministerio del Medio ambiente, junto con las corporaciones autónomas, generar los proyectos de conservación y prevención de los ecosistemas”.
Del papel a la acción
En conversación con kienyke.com, Céspedes explicó que el Gobierno tiene una apuesta “ambiciosa” al tener como meta aumentar en un 51% la protección de las zonas tropicales, lo cual permite divisar más posibilidades en el futuro climático de Colombia y América Latina.
Para esto, se necesita que el sector agropecuario colombiano realice prácticas sostenibles y regenerativas que dé paso a la eliminación de la deforestación, una acción que debe ser pensada como una prioridad a largo plazo por el Estado y que por lo tanto necesita la inversión de los recursos necesarios para avanzar en la protección de los bosques tropicales.
“Es necesario reinventar la forma de vida de las ciudades y optar por modelos más sostenibles que tengan en cuenta los espacios verdes para mitigar posibles impactos, construcciones sostenibles y resistente. Así mismo repensar nuestra forma de vida y comportamiento para aportar a la disminución del cambio climático”, indicó Tatiana Céspedes quien además añadió que es vital respetar, proteger y conservar los ecosistemas que son fundamentales para evitar futuros desastres naturales.
Por su parte el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, a través de la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos expidió en diciembre del 2000 el Plan Nacional de Desarrollo Forestal, el cual tiene como objetivo la formulación de una estrategia en la que diferentes actores sociales aporte a la protección de los recursos y ecosistemas forestales.
En línea con este objetivo, esta cartera junto al Ministerio de Agricultura ha venido desarrollando planes con los cuales se buscan reducir las principales causas de la deforestación y la pérdida de ecosistemas tropicales en el país, para lo cual se destinó cerca de 50 mil hectáreas.
No obstante, Céspedes señaló que “desde Greenpeace creemos que sólo será posible si es acompañado con medidas concretas de corto plazo, que involucren a todos los sectores y actores de nuestra sociedad, incluyendo el sector privado; de lo contrario podría convertirse en una meta de papel”,