Es viernes santo en Cebu (Filipinas), Gilbert Bargayo lleva a cuestas una cruz de madera que pesa más de cien kilos. Luego de caminar descalzo un kilómetro y recibir varios latigazos –bajo 35 grados de temperatura– se para frente a una cruz, bendice a su público y es crucificado con clavos de acero de cuatro pulgadas. Tiene puesta una peluca negra, una sábana amarrada en su cadera y una corona de espinas. Gilbert Bargayo imagina que es Jesús de Nazaret.
El público grita al mismo tiempo que a Gilbert Bargayo le atraviesan sus manos y pies con un clavo. Luego de unos minutos, Bargayo es bajado de la cruz. Las heridas se las envuelven con trapos blancos, y la gente se aglomera a su alrededor con cámaras de video y fotográficas para guardar el momento para siempre. Minutos después, el hombre es llevado a una revisión médica.
Los hombres filipinos suelen crucificarse desde los 15 años de edad.
Cada año, docenas de filipinos se crucifican y flagelan –abriéndose heridas con cuchillas en la espalda– en las provincias del norte del país, donde el 80 por ciento son católicos. A través de este sacrificio le agradecen a Dios por la curación de una enfermedad. El espectáculo, que se hizo popular a través de los medios de comunicación, y tiene más de 20 años de tradición, es presenciado por casi 30 mil habitantes de la región y extranjeros. Filipinas es el lugar donde se conmemora la real pasión de Cristo.
En estas crucifixiones hay hombres de todas las edades que, en su mayoría, comienzan a participar desde los 15 años. Un ejemplo es Marlon Yusi, de 31 años, quien ha sido clavado quince veces. Lo hace por simple devoción y a esta práctica le debe la buena salud de su hija y familia. "Después de ser crucificado me siento en paz conmigo mismo, soy feliz y sé que he hecho algo grande para mi familia", manifiesta Yusi.
Entre todos los hombres está Mary Jane, una mujer que se ha crucificado hace 16 años para agradecer la buena salud de su abuela y la cura de un cáncer a su hermana.
Mary Jane es una de las pocas mujeres que desde hace más de una década hace el sacrificio.
Aunque la mayoría de población en Filipinas es católica, la Conferencia Episcopal de ese país no aprueba la práctica y critica de manera frecuente a sus organizadores.
La crucifixión fue inventada para matar a una persona de manera lenta y pública. Su propósito era evitar que la gente cometiera los mismos crímenes de aquellos que eran sometidos a este castigo. Su origen está en debate. Algunos dicen que proviene de culturas cercanas al Mediterráneo o la Roma Antigua, mientras que otros sostienen que es una técnica de tortura que usaron Los Bárbaros. Se cree que la causa más común de muerte es la asfixia y la deshidratación.