Querido Niño Dios: sé que encontrarás extraña esta misiva. No es normal que un ateo reconocido se dirija a ti, pero la verdad es que en estas fechas navideñas, se acrecienta la tristeza que siento por el desastre en el que se está convirtiendo Colombia, además de que afloran en mí el sentimentalismo y algo del rezago de la ortodoxa educación católica que recibí. Sí, aunque no lo creas, fui criado como católico, apostólico y romano (cuando debió ser iconoclasta, hedonista, y cordobés). Nadie me preguntó si yo estaba de acuerdo, pero así fue. ¡Hasta en colegio de curas estudié!
Probablemente no quieras saber nada de mí, aunque te aseguro que suelo actuar mejor que muchos de los que se dan golpes de pecho en misa y dicen llevarte en sus corazones. En todo caso -suponiendo que existas-, mi falta de fe me convierte automáticamente en una “oveja descarriada”, lo que, según las sagradas escrituras de tus propios discípulos, me acerca más a ti: lógica cristiana de primer grado.
Verás, te tengo un trato: si logras concederme los deseos que relacionaré a continuación, prometo ser tu defensor más fiel y entusiasta (las peleas que doy en los juzgados parecerán un juego de niños); de lo contrario, seguiré por la senda de la “herejía”, creyendo solo en aquello que la razón pueda explicar. Soy un hombre de ciencia, totalmente racionalista, querido Niño Dios. No ha sido fácil asumir dicha condición: en Colombia se mira con mayor recelo a una persona que busca explicaciones coherentes y que no es creyente que a un asesino. Ya sabes: la ignorancia es atrevida. En todo caso, las superstición no es lo mío (no es nada personal).
No pretendo confundirte con mis devaneos metafísicos, pero lo cierto es que la cosa pinta tan complicada, que estoy por creer que eres el único capaz de salvarnos del “descojone” que se viene pa’ encima. No olvides que tratas con un abogado en ejercicio, luego es importante que recuerdes siempre que lo que acordemos es “ley para las partes”. Sería terrible tener que llevarte a los estrados judiciales si me incumples: ¿Quién se aguanta a mi esposa, a mi madre, a mi abuelita y al Procurador, con camándula en mano, obligándome a desistir del proceso? Nos iríamos en apelación a la Corte Celestial, y, si aquí en la Tierra la justicia está echada a perder, no quiero imaginarme cómo será en la estratosfera.
Mis peticiones son las siguientes:
-Que la exclusión y el abandono no sean la regla general.
-Que los expresidentes dejen la vanidad a un lado y trabajen por la Patria.
-Que los políticos piensen en la gente y no es sus propios intereses.
-Que Santos no utilice la “mermelada” para reelegirse.
-Que la deslealtad no siga ganando adeptos.
-Que los jueces no actúen como si fueran políticos.
-Que los empresarios se metan la mano al bolsillo y le repartan a los pobres.
-Que las FARC abandonen la nave del cinismo y que la sociedad los perdone.
-Que la envidia no sea la primera causa de muerte.
-Que la mala fe no siga superando a la buena fe.
-Que las multinacionales no acaben con el medio ambiente.
-Que los juguetes de los niños no sean las armas de la guerra.
-Que la vida no tenga precio.
-Que en Bogotá se viva y no se “sobreviva”.
-Que Gustavo Petro encuentre sosiego para su alma atormentada.
-Que la Contralora, el Fiscal y el Procurador se vayan de una noche de copas locas.
-Que no se vendan las conciencias.
-Que el amor sea peste.
-Que los ángeles no lloren y que los ríos no se sequen.
Si no recibo respuesta y confirmación de lo aquí solicitado antes del 24 de diciembre, significa entonces, querido Niño Dios, que a este país, se lo llevó el diablo.
La ñapa: Una feliz Navidad para todos, en compañía de la gente que aman. Lo más hermoso de la vida es amar y ser amado.
Carta al Niño Dios
Dom, 22/12/2013 - 18:01
Querido Niño Dios: sé que encontrarás extraña esta misiva. No es normal que un ateo reconocido se dirija a ti, pero la verdad es que en estas fechas navideñas, se acrecienta la tristeza que sient