¿De dónde surgen los cánceres? (II)

Mié, 29/08/2012 - 09:01
Las mayoría de enfermedades y los tumores malignos en particular son realidades distintas cuando las contemplamos desde perspectivas diferentes. Como la conocida imagen del jarrón de Rubin con perce
Las mayoría de enfermedades y los tumores malignos en particular son realidades distintas cuando las contemplamos desde perspectivas diferentes. Como la conocida imagen del jarrón de Rubin con percepción multiestable: si lo vemos de nuevo nos parece al instante dos perfiles humanos cara contra cara, no un florero. El cáncer es distinto si se ve con mirada epidemiológica desde la población y no desde el caso individual, o con mirada patológica clásica microscópica o desde una perspectiva genética, molecular, ecológica, etc. Esto demuestra que las enfermedades no son cosas, entes permanentes bien delimitados, sino procesos complejos que pueden intentar comprenderse con distintas explicaciones desde diferentes puntos de vista. Además no es igual la perspectiva de quien sufre la enfermedad y de quien trata de curarla o aliviarla. La medicina es un difícil oficio que no deja de sorprendernos con sus contradicciones día tras día. Y seguir las ideas médicas, la danza de las ideas médicas como digo a mis estudiantes, es apasionante. En columna anterior nos referíamos a los hallazgos de Luis Parada, colombiano, y otros investigadores en el mundo que parecen probar que las neoplasias malignas o cánceres contienen una subpoblación de células madres, relativamente quietas y ocultas, que son la reserva para el crecimiento del tumor maligno. Si consiguiéramos acabar con estas células madres del cáncer sería un tratamiento verdaderamente radical del problema. La quimioterapia y radioterapia atacan preferentemente las células de crecimiento rápido, no las “reservadas” células madres que pasan “como agachadas” e incólumes el tratamiento. Estas investigaciones recientes presentan un modelo de neoplasia maligna que es un cambio paradigmático en la comprensión de su desarrollo biológico. Pero no debe sorprendernos que se publiquen otras perspectivas novedosas. ¿Qué tal si la célula maligna no es una célula madre de cáncer que se dispara por sí misma y sus mutaciones a crecer sin control sino más bien este cambio se debe a su entorno tisular, al microambiente que la rodea? La explicación del fenómeno neoplásico no estaría tanto en las células sino en lo que las rodea. En el deslumbrante portal TED, que es como un YouTube para intelectuales, se encuentra una excelente conferencia de la doctora Mina Bissell (Experiments that point to a new understanding of cancer) que explora en unos pocos minutos esta perspectiva biológica. Y hay traducción al español en TED. Explica y muestra la doctora Bissell sus experimentos con células del lóbulo mamario del seno femenino. Si estas células crecen en cultivo fuera del espacio delimitado por su membrana basal se comportan como células malignas. Si ellas se cultivan en espacios microscópicos limitados por la membrana basal se desarrollan como células normales y hasta llegan a producir glóbulos de leche materna. Plantea entonces Bissell que las características neoplásicas de las células en estos experimentos dependen más del inmediato entorno de ellas, membrana basal y fibroblastos, y no tanto de su propia dinámica interna. El único detalle que me parece discutible en su presentación es que la mayoría de los cánceres de seno nacen en el ducto (carcinomas ductales) y no en el lóbulo mamario. Pero también existen los carcinomas lobulares de mama y la teoría básica de la doctora Bissell está bien planteada: el cáncer no es tanto un fenómeno celular sino surge por cambios en el entorno extracelular. Todo esto puede parecer erudición biomolecular pero tiene importancia práctica en la terapia oncológica. ¿Será que algunas fármacos alteran no sólo la célula neoplásica sino su inmediato entorno favoreciendo paradójicamente resistencia al tratamiento? Esto es lo que parece demostrar una investigación de los doctores Yu Sun, Peter Nelson y otros publicada en Nature Medicine (5 de agosto, 2012). Los autores encontraron que algunas drogas diseñadas contra las células tumorales del adenocarcinoma de próstata tenían efecto sobre los fibroblastos, células que producen fibras y cicatrizan, cercanos al cáncer y los hacían producir una proteína (WTN 16B) que induce la neoplasia maligna a crecer más e invadir tejidos circundantes. Esto fue un resultado inesperado y explicaría en parte la resistencia y recidiva tumoral en algunos casos. Uno de los autores, el doctor Nelson, afirma en una entrevista: las células cancerosas “conviven con células normales en un complejo y dinámico microambiente como una vecindad urbana,.. y esto determina en parte la respuesta o resistencia de ellas al tratamiento”. Esta es la misma idea de la doctora Bissell: la conducta neoplásica de las células tumorales se fundamenta en la relación de ellas con lo que las rodea. El cáncer surge no sólo de una monstruosa célula enloquecida sino de complejas relaciones intercelulares que apenas estamos investigando. Somos comunidad y procesos en nuestros cuerpos sanos y enfermos, la enfermedad no es una cosa. La célula podría casi decir como el filósofo Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia”.
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