Hace pocos meses estuvo por aprobarse una ley contra la parodia que fue inmediatamente cuestionada por los medios. A pesar de no entenderla muy bien me sentí solidario como muchos otros compatriotas, con los periodistas que se vieron atacados por una ley que vulneraba la libertad de expresión.
Los medios utilizan frecuentemente la parodia y en el arte también son muchos quienes la aplican en sus obras. Generalmente es un instrumento para la crítica con una gran acogida entre el público. Es un arma con la que se puede causar inmenso daño pero que vemos inofensiva por estar cargada de humor.
Aquí me referiré a un pequeño libro, con muy poco valor literario, como un curioso ejemplo de novela satírica en donde se parodian a los mismos que defienden y utilizan la parodia.
“Los periódicos, que deberían ser los educadores del público, son sus cortesanos, cuando no sus rameras”. Con esta frase de tanta actualidad ahora como a mediados del siglo XIX cuando la enunció Jules Barbey d’Aurevilly, es la que sirve de epígrafe a esta novela cuyo protagonista es el propietario de un periódico que llegó a ser presidente de Colombia.
Hace pocas semanas, en una vieja casona con miles de libros, encontré un ejemplar muy gastado de dicha novela publicada en 1976 cuyo título es El tío. El volverla a leer me ha permitido repasar apartes de nuestra triste historia.
Este libro que ha sido calificado como El padrino a la colombiana por tratarse de las intrigas de poder al interior de una familia, relata en forma de parodia hechos ocurridos desde un siglo atrás hasta la muerte del protagonista acontecida apenas dos años antes de que fuese publicada. En sus páginas leemos como este personaje le sonsacó a su cándido suegro un periódico naciente y con el que alcanzó un inmenso poder que lo llevo rápidamente a la presidencia y a decidir luego como expresidente, quien podía ser o no ser alcalde, gobernador, ministro o presidente. A falta de hijos este poder lo heredaron sus sobrinos y sirvió eficazmente para que su sobrino nieto esté instalado actualmente en la misma oficina de Palacio que él ocupó setenta y cinco años atrás, donde se exhibe su retrato.
La confianza de quienes han leído este periódico día tras día durante más de un siglo le ha permitido influir en las opiniones y decisiones de los ciudadanos, convirtiéndose en el más importante de toda la historia del país y en la cabeza del cuarto poder en Colombia. A través de sus páginas se encumbran a quienes quiere favorecer y hace caer a opositores y enemigos. Con él se comenzó a experimentar en Colombia el alcance del poder de los medios de comunicación, poder que no ha parado de crecer, y por eso vemos a los grandes empresarios asociados a los políticos haciéndose a ellos.
Me he venido preguntando si vale o no la pena recomendar su lectura. He escuchado comentarios a favor y en contra. Algunos afirman que es un libro bien escrito pero de dudosa credibilidad y otros que es un libro mal escrito pero que está basado en hechos reales.
Dicen que el tío había dispuesto que el periódico quedara en manos de los empleados pero que sus sobrinos lo impidieron y fue esta la razón que llevó a un editor del periódico a escribirlo. Ahora está entre los libros que se amontonan en mi mesa de noche y me ha sacado una que otra sonrisa, un gesto de asombro o de desdén y el deseo de compartirlo. Aunque su primera edición causó tanto revuelo -que según algunos el periódico compró en casi su totalidad- no ha sido impreso de nuevo y por lo tanto no es fácil de conseguir pero se puede leer o descargar en: http://es.scribd.com/doc/64836696/El-Tio-Felix-Marin-1976
Un amigo me dijo recientemente que quien lo escribió fue un familiar cercano del tío y que Félix Marín, quien aparece como su autor, no existe. Esto aclararía porqué se conoce tan poco de un escritor que ha causado tanta polémica. Es un escritor fantasma.
El Tío
Jue, 04/07/2013 - 03:30
Hace pocos meses estuvo por aprobarse una ley contra la parodia que fue inmediatamente cuestionada por los medios. A pesar de no entenderla muy bien me sentí solidario como muchos otros compatriotas,