El Gobierno y las Farc ya van a completar un año de estar sentados en la mesa de negociación en La Habana y aún no hay nadie que pueda decir que ve algo claro o que vislumbra la luz al final del tunel. Por estos días incluso se discute sí vale la pena suspender o seguir porque todo el mundo siente que las cosas, que parecieron arrancar con mucha expectativa, por alguna extraña razón ahora se encuentran atascadas. Ni siquiera se sabe de puntos de vista encontrados o de temas en discordia esencial. Con excepción del referendo, que las Farc supieron poner en el congelador, o de las declaraciones fragmentarias que envían sobre la constituyente que preferirían las Farc, los colombianos se encuentran en babia sobre el proceso. Pero no por el mimetismo, que sería explicable, sino porque los interlocutores en La Habana también están dando palos de ciego. Lo que se sabe es que no caminan los acuerdos. Pero aunque las cosas comienzan a tornarse preocupantes casi todos prefieren no ahondar sobre el tema so pena de quedar descalificado como uribista. Todos quieren pasar de agache porque de repente terminan dando la razón al expresidente Álvaro Uribe. Un fracaso en las negociaciones equivale ni mas ni menos que reconocer que Uribe era el visionario y que la paz del presidente Juan Manuel Santos no iba para ningún Pereira.
La pregunta que surge es hasta dónde aguantará la caña o en qué momento se reventará la pita, si no se dan rápidas noticias sobre acuerdos fundamentales en temas del cese al fuego y de la participación en política de los subversivos. Nadie ignora hoy que esos son los asuntos cruciales pero, como quien no quiere la cosa, tanto gobierno como guerrilla hacen esfuerzos por que esta disyuntiva no se haga visible. Y prefieren, ambos, hacerse los de las gafas oscuras, como decían los santafereños de antes, para indicar que se hacen los que no ven, los ciegos, o los locos. En todo caso, la verdad ronda a todos y tarde o temprano estallarán y saldrán a flote las dificultades que hoy quieren ocultar o que no quieren ver. Están en problemas para firmar el acuerdo porque éste debe implicar primero que todo el silencio de los fusiles. Sin esa firma, lo demás se convierte en perorata insulsa y en descrédito para el proceso. Y las cosas no son tan fáciles de ocultar. No se puede tapar el sol con un dedo y menos con el acusador. Lo que sí se deja ver y se respira es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Aquí no hay acuerdos aún sobre lo que para los colombianos significa la firma de la paz, es decir que la guerrilla deje las armas y que cese la violencia.
Pero como en tierra de ciegos el tuerto es rey, el miope es alfil y el bizco es caballo, los peones no tienen más remedio que identificar la ceguera. La premura electoral empieza a mostrar lo invisible. A Santos lo acosa la cuenta regresiva porque se acerca la hora en que deberá decir francamente que aspira a la reelección. Y justamente ese calendario apretado se convierte en una fortaleza de la guerrilla para poner condiciones. Ambos conocen esta realidad pero los dos quieren hacerse los locos porque el primero que reconozca la urgencia de ponerse de acuerdo, pierde. Y por más que los peones quieran atender a Antanas Mockus cuando dice que tenemos que aferrarnos a la democracia y confiar en que por esa vía se tomarán las decisiones correctas, también los colombianos comparten con el exalcalde bogotano que "el amor por la democracia no puede ser condicionado".
Esta ceguera colectiva y procurada me lleva a pensar que mi hija Sara de 15 años, quien vive en Miami desde pequeña por razones de su seguridad, tiene toda la razón cuando escribe para una tarea escolar el texto que dejo al lado de estas reflexiones. Espero haberlo traducido correctamente.
¨Ser Voluntariamente Ciego¨
“¿Es ser voluntariamente ciego algo real? Absolutamente. ¿Algo de que preocuparse? Definitivamente. ¿Es la sociedad voluntariamente ciega? Sí. Digo esto modestamente ante dos argumentos. Aquí digo que ser voluntariamente ciegos es la visión totalmente ignorante de lo que está pasando a alrededor suyo, y que a mí me ocurre exactamente lo mismo.
¿Qué es ser voluntariamente ciego? A veces uno frente a los demás, niega el hecho de que existe un problema o niega temas del pasado que emergen a su alrededor, niega asuntos de su entorno o propios. No es ignorancia, no es hipocresía. Es una opción. Uno sabe que hay un problema, sabe que puede hacer algo al respecto, pero se niega a reconocerlo, incluso públicamente. Por qué negamos simples hechos que suceden? Es el miedo? Miedo. Ahí está el “problema”. Se va a agrandar demasiado y, probablemente va a herirle, o a herir a otros? Sí, ese es el punto, porque lo primero que hacemos es negarlo. El mundo en que vivimos está lleno de problemas, la mayor parte causados por nosotros mismos, y lleno de personas de todas las condiciones que los niegan. Tomemos por ejemplo la industria de alimentos. La mayoría de nosotros sabe que lo que comemos proviene principalmente de animales. Y hemos visto varios documentales e historias sobre cómo tratan realmente a los animales. Se han expuesto recientemente en los medios y en las redes.
Miramos con disgusto y asombro la mayoría de las escenas extremadamente espantosas y gráficas con historias acerca de cómo están hechos nuestros alimentos preferidos. Algunos lo asumen como un llamado a despertar y consecuentemente defienden lo que creen. Mientras que otros (como yo) decidieron ignorar el maltrato y el abuso de estos pobres e indefensos animales. Esto sucede porque simplemente nos negamos a ver el problema. Sabemos que está allí, sabemos que si quisiéramos podríamos tomar una posición y actuar de una manera diferente. Pero no lo hacemos porque los animales son realmente sabrosos y disfrutamos verlos en la parrilla. Es que somos lo suficientemente egoístas como para dejar que otros sufran por nosotros y somos lo suficientemente racionales para no sentir ninguna culpa por esto. Por qué nos sentamos en el McDonald's o el Burger King comiendo lo que hacen pasar como carne, cuando en realidad no es mas que una mezcla de grasas y de todo lo que se pueda recoger del piso, sin preocuparnos?. Negar el tema, ignorar el problema y vivir nuestras vidas "felices".
Otro ejemplo, no tan grotesco, es el problema del matrimonio homosexual. Mi primera pregunta al respecto es "por qué esto es un problema?" y "Qué daño va a hacer a la sociedad?". Esa es precisamente la cuestión. No lo hará. No perjudicará nuestras comunidades, no talará todos los árboles en la selva, no hará el cáncer incurable. La ceguera voluntaria está presente aquí, pero de una manera diferente. Hace que los seres humanos nieguen el hecho de que hay un problema, o hace que algo que no es un problema suene como el fin del mundo (tal vez será una exageración). Pero la realidad es que no hace daño a nadie y en el fondo todo el mundo lo sabe, pero se niega a creerlo o aceptarlo. Estamos ciegos a la felicidad de otros, por el miedo irracional que hemos aprendido de un libro escrito hace 3.500 años.
¿Qué es la ceguera voluntaria? Es un punto de vista. En ocasiones es un punto de vista egoísta. A veces, una elección hecha por el bien común. Es no ver, porque no se quiere ver.¨ Sara Álvarez.
En La Habana se hacen los de las gafas
Vie, 11/10/2013 - 15:12
El Gobierno y las Farc ya van a completar un año de estar sentados en la mesa de negociación en La Habana y aún no hay nadie que pueda decir que ve algo claro o que vislumbra la luz al final del tu