Ha sido audaz. La carta que la aguerrida y aguda politóloga Claudia López dirigió a los precandidatos presidenciales Verdes Navarro, Peñalosa, Sudarsky y a Antanas Mockus movió el cotarro político esta semana que termina. Los invitó a abandonar las pretensiones presidenciales y más bien hacer parte de una lista al Senado de la República. Para Claudia el Congreso es el escenario en el que se debe garantizar la solidez de la paz que se firme con las guerrillas. “La paz antes que la Presidencia” les dijo con su vehemencia acostumbrada.
Tiene parcialmente razón la analista ahora, por fortuna, seducida por la política práctica. El Congreso colombiano que se elija el próximo 9 de marzo puede ser histórico. Si la paz se firma, como parece con las FARC y como puede ocurrir con el ELN, el parlamento adquiere de inmediato un carácter constituyente. Tendrá la inmensa responsabilidad de construir la arquitectura institucional del postconflicto. De honrar los acuerdos de paz convirtiéndolos en leyes de la Republica como lo ha dicho Antanas Mockus en su respuesta a Claudia. En un régimen presidencialista como el nuestro, semejante papel para el parlamento es excepcional. Quizás por ello, y también por una singular alineación de los astros, las cabezas de listas al Senado de todos los partidos han conferido a la contienda por el Congreso dimensiones parecidas a la pelea por la Presidencia de la Republica. Tener nombres como Uribe, Serpa, Galán, Robledo y probablemente Mockus, pocas veces ocurre. Pero la carta de Claudia deja un mal sabor. Pareciera un aval a la reelección del Presidente Juan Manuel Santos. Como si la paz y un postconflicto duradero dependiera necesariamente de ello. Como si poco importara el resto de la agenda santista que precisamente hacen vulnerable la sostenibilidad de la paz. Porque una justicia como la concebida en la malograda reforma no es precisamente una contribución a la paz. Como tampoco unos Tratados de Libre Comercio negociados y firmados a la topa tolondra, que junto con la guerra destruyen el campo. O una reforma a la salud que sigue entregando el sistema a las EPS ahora llamadas “gestoras”. O la deuda con la educación pública superior retratada dramáticamente en el derrumbe del edificio de la facultad de derecho de la emblemática Universidad Nacional. Para no hablar de la reforma al fuero penal militar afortunadamente hundida por la Corte Constitucional. La agenda del próximo Presidente de la Republica será definitiva para terminar la guerra y construir el postconflicto. Sin una agenda presidencial de trasformaciones democráticas la paz será frágil, así ocurriera el milagro de que el país eligiera un Congreso mayoritariamente proclive a la paz. Muy bien la invitación de Claudia para que Alianza Verde contribuya a que por fin el país cuente con un Congreso Admirable. A la altura de una paz difícil y compleja pero inaplazable. Tan importante como el cambio de rumbo que el país requiere en el resto de la agenda publica. Precisamente para asegurar la sostenibilidad de esa paz. Y ello significa, estimada Claudia, un gobierno sintonizado con la bancada que tú propones. @antoniosanguinoLa carta de Claudia
Dom, 17/11/2013 - 15:45
Ha sido audaz. La carta que la aguerrida y aguda politóloga Claudia López dirigió a los precandidatos presidenciales Verdes Navarro, Peñalosa, Sudarsky