La concubina que creó la China moderna

Sáb, 09/08/2014 - 13:07
“El conocimiento que tenía Cixí del chino escrito era rudimentario,
y se puede decir que era «semianalfabeta»...
compensaba su falta de educación académica con

“El conocimiento que tenía Cixí del chino escrito era rudimentario, y se puede decir que era «semianalfabeta»... compensaba su falta de educación académica con su inteligencia intuitiva”. J.C. CIXI1

Cixí fue sin duda una de las figuras preponderantes de la China moderna que bajo su liderazgo se fraguó en el siglo XIX; adorada por muchos, vituperada por otros. Lo cierto es que gracias a ella China emergió de su ostracismo medieval. Gobernó como regente y emperatriz viuda desde 1861 hasta su muerte en 1908. Descontando al emperador Puyí que tuvo un paso corto y anodino, Cixí fue en realidad el último representante de la dinastía Qing que gobernó China por casi tres siglos, con ella concluyó el poder imperial absoluto que dirigió a China por más de 2000 años. La dinastía Qing –de la etnia manchú, minoritaria en China– destronó en 1662 por la fuerza a la Ming, de etnia han, que había gobernado también por casi tres siglos. Las mujeres en la dirigencia de la China imperial tenían representaciones menores, estaban confinadas al rol de concubinas del emperador o de sus príncipes, y destinadas a la soledad de los harems que compartían con un amplísimo séquito femenino y de hordas de eunucos. Los que se contaban por cientos: a más servidumbre más alto el rango. No fue el caso inicial de Cixí cuando fue “contratada” como concubina del emperador Xianfeng, con solo 4 doncellas y como asignación diaria de comida de tres kilos de carne, austera en comparación con la ración de la emperatriz: 13 kilos de carne, 1 pollo, 1 pato, 10 paquetes de té, 12 frascos de agua del manantial de Jade, leche de 25 vacas, hortalizas, cereales, especias y otros ingredientes. Las “sobras”, que eran evidentes, se distribuían entre criados, perros, gatos y pájaros. ¿Cómo explicar que esta mujer que nunca fue emperatriz en el sentido estricto del título, sino emperatriz viuda haya podido gobernar China por cerca de 50 años? Utilizó su condición de viuda del emperador Xianfeng, siendo solo una de sus 19 concubinas, y luego como regente de sus hijos (uno biológico y el otro adoptivo) para lograr una elevada posición de poder por tanto largo lapso. Atravesó una parte de la dinastía Qing en contacto con los emperadores Daoguang, Xianfeng, Tóngzhi, Guangxu y Xuantong (Puyí). Sin duda una hábil mujer, inteligente, de capacidades políticas innatas. El reto de su vida fue hacerse al poder y mantenerlo y, luego, defender su país de la intrusión y avidez de rapiña que los países occidentales, Japón y Rusia tenían de China para apoderarse de sus territorios y explotar sus riquezas. Cixí logró preservar la integridad del territorio y mantener a raya a estos buitres, a pesar de haber cedido en ocasiones frente a la superioridad militar de estos voraces contrincantes. Los oprobios y humillaciones que sufrió China en el siglo XIX se deben en gran parte a la dificultad cultural de los dirigentes, de la nobleza y del pueblo para dejar atrás el medioevo, así como la falta de previsión militar y dotación de armas modernas; elementos de los cuales estaban bien guarnecidos los ejércitos occidentales. La vergonzosa Guerra del opio (1840) liderada por Gran Bretaña y secundada por Francia, tuvo por motivo la prohibición de tráfico y consumo de esta droga en territorio chino. Gran Bretaña vio afectados sus intereses comerciales, y aunque en su propio territorio el consumo estaba prohibido, se lanzó en una guerra de la que salió victoriosa e imponiendo ignominiosas condiciones: cesión perpetua de Hong Kong a los británicos, permiso de comercialización del opio, e imposición de elevados montos de reparación; además de quemar y saquear en represalia el fabuloso Palacio imperial de Verano. El emperador Xianfeng, de quien Cixí era concubina y madre del futuro emperador Tongzhi, tuvo que huir y dejar Pekín en manos de los invasores. Arbitrariedades. Una segunda guerra del opio (1857) también fue desastrosa y se terminó por nuevas imposiciones y quema por segunda vez del reconstruido Palacio de Verano. Se saldó nuevamente por una victoria occidental sellada con adicionales e infamantes condiciones: legalización del comercio de opio, altas indemnizaciones monetarias, más de diez nuevos puertos abiertos al comercio internacional, derecho de libre circulación de barcos por el río Yangtsé, permiso a extranjeros de viajar a regiones internas de China, cesión de nuevos territorios, derechos de evangelizar libremente (misioneros católicos que no solo buscaban conquistar almas para el dios cristiano sino imponerse ideológicamente, derribar el poder imperial y obtener ganancias económicas). Ultrajes. Cada país extranjero, los europeos particularmente (Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia en menor cuantía) deseaban y obtuvieron un puerto en territorio chino, con sus propias leyes y arrendamiento a muchos años. Abusos. Como reacción a las arbitrariedades europeas, en donde destaca el Kaiser alemán quien despreciaba a los chinos y su objetivo era imponer ventajas económicas, surgieron los Boxers, así llamados por las artes marciales que practicaban. Un grupo nacionalista, con raras costumbres y creencias religiosas, con un rechazo xenófobo que motivó el asesinato de extranjeros, la defensa de Pekín y del territorio chino contra la agresión de la avanzada militar europea. Cixí jugó un papel ambiguo, fingió rechazarlos pero los dejó combatir para proteger el imperio. Lamentablemente estaban más armados de buena voluntad y creencias esotéricas que de una verdadera organización militar o de armas efectivas para enfrentarse a las modernas invasoras. ¿Quién diría que los occidentales usaban a la perfección esa misma pólvora que siglos atrás fue inventada por los chinos? La rebelión de los Boxers (1899) fue derrotada y China condenada a pagar una indemnización equivalente a 333 millones de dólares, la mitad de su producto interior. Atropellos. Su hijo Tongzhi asumió el poder en 1873 a los 16 años y gobernó menos de dos años. Un jovenzuelo con poca preparación a pesar de los esfuerzos de Cixí, más interesado en aventuras sexuales y escapadas de la Ciudad Prohibida para frecuentar prostitutas y prostitutos. Un reinado desastroso que pronto terminó; todo parece indicar que murió víctima de sífilis. En reemplazo Cixí nombró como Emperador a su sobrino político de tres años a quien adoptó como hijo; llegado a la adolescencia gobernó con el nombre de Guangxu. Débil de carácter y sin aptitudes para gobernar dejó desbandar el país y se convirtió en presa fácil de las ambiciones japonesas, razón por la cual lo encerró y se apoderó nuevamente del gobierno. Cuando vio Cixí que la muerte la merodeaba ordenó envenenarlo para evitar una hecatombe; dos días después murió ella dejando el país con un nuevo emperador: Puyí, de tres años, quien no tuvo ocasión de regir porque China, y según las previsiones de Cixí se convirtió en República. En realidad, ella había preconizado una monarquía constitucional que introdujera un orden democrático a lo occidental que además evitará un alzamiento aniquilador de la etnia manchú. La historia del infortunado emperador Puyí está muy bien reflejada en la estupenda película “El último emperador” del italiano Bertolucci. Vale la pena anotar las grandes ambiciones de Japón sobre China. Para ello influenció y sobornó a dirigentes chinos para quedarse con su territorio y unificar bajo su dirigencia los dos países. Dio varios asaltos, en el primero se quedó con Corea, un protectorado chino, posteriormente se apoderó de otros territorios, el último y más notable fue en 1937 cuando invadió a China, ilegalidad que solo fue resuelta con el fin de la II Guerra Mundial, y el triunfo de los aliados sobre el eje Berlín-Roma-Tokio. Bajo el largo gobierno de Cixí, China adoptó los rasgos de un Estado moderno y a pesar de nunca haber salido del país a ella se debe: el ferrocarril, electricidad, telégrafo, teléfono, cine, fotografía, medicina occidental, la minería, zoológicos, la moneda papel única (Yuan), una Armada y ejército modernos, nuevas formas de ejercer el comercio y la diplomacia, escuelas y universidades al estilo occidental, florecimiento de la prensa libre, apertura de participación del pueblo en las decisiones del estado (noción de parlamento mediante voto), dignidad de la mujer, eliminación de formas cruentas de ejecución de reos, muchas personas viajaron al extranjero para informarse sobre leyes, tecnología, costumbres y educación. El libro de Jung Chang (1952, Sichuan-China) es una interesante y muy recomendada biografía de “Cixí, la emperatriz- La concubina que creó la China moderna”, al tiempo que un compendio de historia, bien documentado bibliográficamente, sobre la China del siglo XIX. Rescata la memoria y obra de esta gran mujer que condujo China de un arraigado medioevo a la era moderna.
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