La exposición de Luis Caballero en la Galería El Museo en Bogotá cuyo título es Cuerpos y que estará abierta al público hasta el 30 de junio es tristemente desigual. La muestra tiene unas buenas pinturas del comienzo de su trabajo sintético y otras obras que fueron realizadas al óleo al final de su vida. Estos trabajos con temática trágica se encuentran realizados con un excelente manejo del color y muestran qué gran pintor fue el dibujante. Dos o tres buenos dibujos rescatan el talento pero el resto de la exhibición son bocetos inacabados. Si somos conscientes del manejo de las técnicas de Caballero, algunas de las obras de esta exposición son quizá bocetos inconclusos que han sido sacados de un viejo cajón.
Es una lástima porque su obra siempre nos conduce por el camino existencial de Federico Nietzsche, de Andre Gide o George Bataille. Caballero trató al desnudo de la figura masculina en un combate con un trasfondo privado que nos acerca a la muerte. El sentido humano del hombre, la gestualidad de éxtasis, el cuerpo en continuo movimiento es parte de mundo de la creación que encuentra sus propias leyes en que la vida da vida y, en ese mismo camino, se encuentra la fragilidad de la muerte. Sus seres terribles y sobrecogedores son demasiado humanos. Sus mundos aislados del contexto dejan al desnudo dentro de los límites de la crueldad o el placer.
Luis Caballero nació en 1943 y a los 20 años se fue a estudiar a Francia. En París vivió y murió en 1995 y su pensamiento europeo deja un legado importante para el dibujo del siglo XX. Un espíritu rebelde que encuentra su causa en el Romanticismo con sus promesas donde existían ideales de libertad y donde él ve muy cerca amor y la muerte. Eros y Tánatos.
“Quien quiera que haya penetrado el sentido de la historia —dice Goethe— advertirá a través de mil ejemplos que la materialización del espíritu o la espiritualización de la materia no cesa nunca, sino que reaparece siempre entre los poetas, oradores, artistas y amantes del arte. Uno o otra se imponen durante los diferentes periodos de la vida; a menudo los dos aparecen simultáneamente”. Esta búsqueda la podemos observar en la historia de las artes plásticas donde se nos revela la lucha de la materia con el espíritu. Y el erotismo patente en la obra de Luis Caballero recoge la misma idea. El hombre expresa la naturaleza de sus instintos donde la violencia es previsible. La materia y el espíritu, la vida y la muerte están siempre cerca.
Sus escenarios con desnudos masculinos muestran esa imagen del hombre en su búsqueda por sí mismo y también se encuentra la interpretación del humanismo con su irremediable soledad.


