Lo que deja Peñalosa (sin maquillaje)

Mar, 07/01/2020 - 06:53
Peñalosa sale de la Alcaldía con una imagen negativa rondando el 60 % y con un 80% de la ciudadanía convencida de que la ciudad está empeorando. Causa desconcierto este resultado final, cuando a l
Peñalosa sale de la Alcaldía con una imagen negativa rondando el 60 % y con un 80% de la ciudadanía convencida de que la ciudad está empeorando. Causa desconcierto este resultado final, cuando a lo largo de su administración contó con un presupuesto de $25 billones de pesos anuales, un gabinete de su entera confianza y el apoyo casi irrestricto de una mayoría de concejales. En esas condiciones, mostrar resultados no debía ser un problema. Sin embargo, esa fue precisamente una de las principales frustraciones del ahora ex alcalde. Como señala La Silla Vacía, en un balance de las obras de la administración Peñalosa que publicó a mediados de diciembre: “los contratos más grandes dejan claro que no solo no pudo entregar la mayor parte del paquete de vías que prometió, sino que terminó contratando muchos más diseños que obras”. Llegaron a esa conclusión después de analizar 102 contratos del IDU con montos superiores a los $3 mil millones de pesos. En teoría, Peñalosa terminó su administración con niveles de ejecución promedio del 85% frente a las metas propuestas en el Plan de Desarrollo. Pero esta cifra debe ser puesta en contexto, dado que no refleja la realidad de la administración. Si se estudia en detalle se descubre que ayudan a mejorar y abultar los indicadores una serie de metas laxas que, en la mayoría de los casos, efectivamente se cumplió. Sólo a manera de ejemplo, en el programa Ambiente Sano para la Equidad y Disfrute del Ciudadano logró un cumplimiento del 78.75%. Pero las metas de este programa estaban conformadas por ítems poco ambiciosos como “formar a 3 mil conductores en ecoconducción”, que se cumplió en un 100%. Ese porcentaje equilibra los pobres resultados en otros ítems importantes de ese mismo programa como “Plantar 86.000 árboles y arbustos en el espacio público urbano”, que sólo alcanzó el 44.13% de cumplimiento. Sin conocer estos detalles, la ciudadanía de todas formas llegó a la conclusión de que no hubo mucha ejecución apoyados en la simple percepción de su entorno. Es decir, no vieron las obras. Adicionalmente, Peñalosa se empeñó en sacar adelante proyectos con amplio rechazo en la población, pobremente socializados, sin ningún tipo de concertación, mal justificados que, además, mostraban todo tipo de deficiencias en planificación, gestión y técnica. Caso paradigmático el de Transmilenio por la Séptima, uno de sus proyectos insignia, que se cayó por problemas de diseño. En movilidad: El mayor lunar en el servicio de movilidad de Bogotá durante la administración Peñalosa lo representa el SITP. En estos cuatro años, lejos de mejorar, ha profundizado la mayoría de sus problemas. Como una culebra mordiéndose la cola, el sistema aumentó considerablemente el valor de los pasajes 33.3% para el componente troncal y 46.5% el zonal, pero el déficit que buscaba frenar con esta medida siguió aumentando. Para colmo, lo más posible es que ese aumento haya incidido en una importante e inédita disminución del 14% en el número de validaciones (entre colados y deserciones a otros medios de transporte). Otra parte de esa disminución en las validaciones se debió a la insatisfacción de los usuarios con el servicio que presta el sistema. En 2019 por ejemplo, la satisfacción con el SITP Zonal bajó del 36% que tenía en 2016 al 24% de hoy. El sistema troncal no presentó una caída en la satisfacción, pero tampoco mejoró. Se sigue manteniendo en un rango, que es muy bajo, del 25%. A esto se suman todas las dificultades para proseguir la implementación del sistema tanto zonal como troncal. En cuatro años Peñalosa no construyó un sólo kilómetro nuevo del sistema troncal y apenas dejó contratados 3.4 Km, que ejecutará la siguiente administración. En las metas del Plan de Desarrollo se establecía un indicador de 30km de vías nuevas. Pero Peñalosa contrató, según nuestros cálculos, 18 kilómetros reales que se encuentran en distintos momentos de ejecución. En el informe de gestión y desarrollo del IDU, de finales de 2019, se habla de 22.7km construidos. Seguramente están incluyendo obras que en realidad vienen contratadas de antes, como la Tabor-Rincón, la Avenida Bosa, la ampliación de la Carrera 24, la Avenida Ferrocarril y otras. Se quedaron entre el tintero, entre otras, la ampliación de la Autonorte, la ALO Sur, la Av. Las Américas desde la Cali hasta la ALO, y la peatonalización de unas  cuadras de la séptima que no pudo ser terminada durante todo el gobierno de Peñalosa. Cuatro años en obras para alrededor de un kilómetro de extensión. Lunares en otros frentes: Hay que reconocer que esta administración consiguió avances en materia de infraestructura e instituciones de seguridad. Por ejemplo, la creación de la Secretaría de Seguridad y Convivencia con un costo de $1,6 billones de pesos. Cabe resaltar igualmente los puntos de video vigilancia, que pasaron de ser 378 para llegar hasta 4.200. También la creación del Centro de Comando, Control y Cómputo de Bogotá y una generosa renovación del parque automotor de la Policía. Es plausible, de igual forma, que la administración haya logrado mantener la tendencia a disminuir de la tasa de homicidios, que viene decreciendo por una serie de dinámicas y políticas macro desde 2012. Sin embargo, los resultados no acompañaron a la administración en todos los frentes. Por ejemplo, en el último año el hurto a personas aumentó en un 18,9%. Una modalidad delictiva que alcanza niveles preocupantes en el transporte público, donde el hurto aumentó 53,1% para el sistema troncal y 57,5% para el zonal. Pero quizás, uno de los frentes donde más críticas recibió el alcalde fue en lo ambiental. Con la falsa premisa de que el medio ambiente es paisaje decorativo que no cumple servicios para la ciudad, como el control de la polución y las inundaciones, Peñalosa emprendió una serie de proyectos nocivos para la ecología capitalina y sus principales componentes. Los cerros, los humedales y el arbolado urbano fueron algunos de los afectados con sus políticas. Pero las preocupaciones con el componente ambiental incluyeron la tala de más de 25 mil árboles en zona urbana y la insistencia en priorizar el diésel para el transporte público. Especialmente preocupante fue la alteración, a punta de decretos y resoluciones, del mapa de riesgos de la ciudad. Así, por ejemplo, quedaron habilitadas para proyectos inmobiliarios más de 1.600 hectáreas en zonas inundables y de protección alrededor de ríos y canales. Otro tanto ocurrió con los humedales, que se vieron afectados por obras duras que interfieren con estos ecosistemas estratégicos. Sólo en el humedal Juan Amarillo se introdujeron más de 20 mil toneladas de concreto tanto en la ronda como directamente en el cuerpo de agua. Se evidencia así, una serie de políticas erróneas, falta de ejecución, ausencia de diálogo con la ciudadanía y cifras maquilladas para presentar como éxitos cosas que en realidad no lo fueron. Los ciudadanos, que son los que están en el territorio, tuvieron que vivir la mala gestión que caracterizó la administración Peñalosa, lo que reflejó su baja popularidad. El reto ahora con nuestra Alcaldesa Claudia López, es lograr en los próximo cuatro años, que Bogotá sea una capital sostenible e incluyente, donde la participación ciudadana permita concertar una visión de ciudad que esté al servicio de los ciudadanos y no de los intereses de los particulares.
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