Si usted es dueño de una panadería, o de una litografía o de una fábrica de arepas, o de cualquier otra cosa y piensa votar por Petro, debe saber que si triunfa, usted ya no será dueño de las estufas, ni de las impresoras, ni de los hornos, porque serán, o del Estado, si Petro toma la vía del comunismo de Castro, o de la comunidad, si se inclina por el socialismo de Chávez.
SI usted tiene una casita de campo, una finca, o una segunda casa para vivir del alquiler en su ancianidad, sin que tenga que ser mantenido por sus hijos, y evitar la indigencia, ¡olvídese! Petro le regalará su casita a quien crea que la necesita.
Si usted tiene el sueño de estudiar para llegar a ser alguien y asegurar el futuro de sus hijos, ¡Olvídese! Podrá estudiar y comer lo que le racione Petro, quien tendrá que justificar en qué gasta el tesoro público y lo que le expropió a usted, pero debe saber que nadie es “alguien” en el socialismo, y que sus hijos serán lo que el gobierno quiera.
Si va a votar por Petro, porque está insatisfecho con su salario y cree que se lo igualarán al de sus jefes, tal vez tenga razón, pero debe saber que el rasero pasaría por debajo y que su sueldo podría disminuir a 60 mil pesos mensuales, que es lo que gana un profesional del país que asesoró Petro, porque la plata es para que Nicolás, su hijo, pague las cuentas al Estado, antes de seguir los pasos de Antonio, el hijo de Fidel con su fastuoso yate y los de María Gabriela, la hija de Chávez, con sus más de cuatro mil millones de dólares.
Si usted no lo cree, asómese a esos países, donde la miseria arrolló al escepticismo y a las utópicas ideologías que imparten nuestras universidades y que engañan a los jóvenes, frágiles a la mentira endulzada de filosofía política.
Si usted cree que el discurso de odio de clases, le acercó a Petro un poco mas de 4 millones de simpatizantes, con un 3% de gente pensante, puede estar en lo cierto, pero no es menos cierto que el otro 97% está compuesto del lumpen nacional; del ñerismo en su máximo grado; de los resentidos y los vagos, quienes serán, a la hora del escrutinio los que le sumen votos, con el de los guerrilleros y el de los enmermelados de Santos, quien quiere impedir que en el gobierno de Duque se investiguen sus traiciones, abusos, componendas y derroches.
Si usted es de quienes afirma que esto es una campaña de miedo, para que la gente no vote por Petro ¡que ya ni siquiera es socialista! porque lo escuchó recular de su discurso, el martes en la W, con Vicky Dávila, y que ahora se confiesa “capitalista democrático”; lo invito a detenerse en la parte cuando evade el término “expropiar” y dando un giro semántico, lo convierte en “venta forzosa” de inmuebles, a precio ínfimo, que se paga con bonos de Deuda Pública, de obligatorio recibo y redimibles cuando San Juan agache el dedo. Este perverso refinamiento del término expropiar, lo pone a la altura de Sade y deja en pañales al socialismo tradicional.
Y si usted es de quienes jura que los inversionistas no huirán de Colombia, como huyeron de Cuba y Venezuela, lo invito a leer la curiosa “clausula Petro” que divulgó la revista Semana -esta semana-. Que condiciona las escrituras de compraventa, al triunfo de Petro, estipulando que si este gana, se deshace la venta, sin cláusula penal, pero que si gana Duque, el negocio sigue, como se pactó
Queda usted advertido. Al votar el domingo, tendrá dos opciones. Elegir la cubazuela de Petro con sus socialistas, perdón, “capitalistas democráticos” y criminales desmovilizados, con o sin indulto, que aspiran a medrar en el tesoro público, con el instrumento del Tribunal de su Justicia Especial para la Paz, o elegir la patria para todos con Iván Duque.
