Solo le pido a Dios

Sáb, 27/08/2016 - 06:55
No solo que la guerra no me sea indiferente, sino que también la Paz se convierta en mi propósito, ya que nada fácil será construirla después de años de violencia generalizada.

No solo que la guerra no me sea indiferente, sino que también la Paz se convierta en mi propósito, ya que nada fácil será construirla después de años de violencia generalizada. Cuatro años de acercamientos, análisis,  estudio y discusión sobre los varios temas tratados en la Habana y otros sitios entre el gobierno nacional y las Farc, hacen pensar que si bien el acuerdo no es perfecto, el solo hecho de que se silencien los fusiles y dejemos de matarnos, buen vale la pena. Miles de colombianos de lado y lado murieron tratando de imponerse sin lograrlo. Millones de inocentes desplazados por una violencia que no les permitió vivir con tranquilidad y por el contrario, el miedo hace parte de sus vidas. Centenares de desaparecidos en donde sus familias tienen que cargar a diario con la pregunta qué habrá sido de ellos, estarán vivos o muertos. Un conflicto degradado en donde soportamos todo tipo de hechos nefastos, degradantes y por que no decirlo demenciales. "Falsos positivos", bombas como la del Club El Nogal, secuestros,  tomas de pueblo y bases militares en donde se entraba arrasando con todos y todo, los mal llamados tiros de gracias, francotiradores, violaciones, minas atentando contra la humanidad y mil hechos lamentables y dolorosos más. Llanto y dolor por doquier. Las causas latentes y aquellos que pensaron que con violencia se llegaría a la solución,  fracasaron una y otra vez. La historia se ha repetido incluso conociéndola. Ciegos, sordos y mudos caemos en lo mismo. Las cifras de todo lo perdido son incalculables. El atraso en el desarrollo inmensurable, conllevando con ello a la pobreza y un vivir indigno. A todo lo anterior agregarle que la violencia solo trae degradación.  Las costumbres cambiaron y vimos surgir economías clandestinas y grupos delincuenciales de todo tipo que,  permearon la sociedad en general. Todos a imponer su modo de vida e ideas violentando la sociedad. No hay mal que dure cien años y por fin, vemos un acuerdo  entre dos partes que decidieron silenciar los fusiles, para comenzar a construir paz con justicia social y mil ingredientes más. Bienvenidos los acuerdos siempre y cuando se cumplan, y no tengamos que vivir una nueva frustración. Solo le pido a Dios que el triste recuerdo de lo que pasó con la UP, no lo volvamos a vivir jamás.
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